Los talleres imperiales no daban abasto. No cesaban de modelar, con pericia al menos, si no con gusto, bustos de los emperadores romanos, de fundirlos en bronce o de tallarlos en mármol, y de enviarlos a todas las ciudades del imperio donde los encajaban en estatuas acéfalas de cuerpo entero realizadas, con más o menos pericia, por talleres provinciales. Dependiendo de la duración del reinado, se tenían que producir nuevos bustos más acordes con la edad del emperador. La familia imperial -madres, esposas e hijos- también debía ser retratada junto con el emperador. En ocasiones, sin embargo, los emperadores se sucedían con tal velocidad, o alcanzaban el trono simultáneamente, que los talleres no lograban producir efigies convincentes, por lo que recurrían a bustos ya realizados de emperadores anteriores cuyos rasgos, con unos pocos golpes de cincel, modificaban hasta lograr un cierto parecido con los nuevos y fugaces monarcas.
Esta ingente e incesante producción escultórica obedecía a una razón, que no era ornamental ni decorativa, sino sagrada. Se rendía un culto a los emperadores -o a sus genios- en todas las ciudades, por lejanas de Roma que fueran, y las estatuas, ubicadas en templos, palacios, termas, academias y bibliotecas, jardines, foros imperiales, cruces de caminos, o mansiones nobles, eran necesarias para presidir los rituales que debían otorgar larga vida a los emperadores y, por tanto, a todo el Imperio.
Las esculturas eran anónimas. Quien era importante y debía ser recordado era el modelo -el emperador y su familia-, no el tallista.
Desde hace años, el imperio, un impero profano, ha vuelto. Una insólita, incesante aparición de obras idénticas emergen por doquier: caras gigantescas, en las que apenas se perciben variaciones, inundan espacios públicos, plazas, parques, calles, museos, y privados, desde oficinas hasta interiores domésticos. sin que se sepa qué culto presiden. Su tamaño varía desde decenas de metros de alto hasta figuras casi de juguete. No pasa un año sin que nuevas estatuas, todas iguales, mas con nombres distintos, asomen fatalmente.
Hoy, le ha tocado a Nueva York, ayer a Barcelona. Mañana.... otras ciudades, grandes, medianas y pequeñas -ninguna está a salvo, todas se rinden- están ya sobre aviso: saben que nuevas caras fundidas están a punto de acontecer. No saben qué han hecho para merecer esta lluvia de cabezas. Ni se sabe qué anuncian...
Uffff! Giganteas
ResponderEliminarSi, gigantas, tentetiesos, gigantes y cabezudos, cualquier cosa menos escultura
EliminarTengo una sensación espantosa de obra clónica.
ResponderEliminarUna vez vi esto en Barcelona que al menos me pareció divertido. Evidentemente en otro plano:
http://eltaklamakan.blogspot.com/2018/10/samuel-salcedo-y-sus-desnudeces.html
http://eltaklamakan.blogspot.com/2018/09/las-caras-de-samuel-salcedo.html
Gracias y saludos.
Tengo una sensación espantosa de obra clónica y sin mayor imaginación.
ResponderEliminarUna vez vi esto en Barcelona que al menos me pareció divertido. Evidentemente en otro plano:
http://eltaklamakan.blogspot.com/2018/10/samuel-salcedo-y-sus-desnudeces.html
http://eltaklamakan.blogspot.com/2018/09/las-caras-de-samuel-salcedo.html
Gracias y saludos.
Muchas gracias por la información de estas exposiciones que desconocía. La primera me ha entusiasmado
EliminarEntre la inteligencia y el clon media un abismo….
Gracias de nuevo