El estado estaba arruinado. La capital, devastada tras años de incuria. El gobierno había padecido incluso ruido de sables. Las grandes fortunas presionaban para que los recortes en inversiones públicas se ampliaran.
Mas, sin embargo, el jefe de gobierno adoptó una política contraria.
Nacionalizó los bienes de los templos. Luego lanzó una campaña colosal de obras públicas. El perfil de la ciudad cambió radicalmente. Argumentaba que las obras darían trabajo a un gran número de profesionales: artistas, artesanos y técnicos; constructores, pintores, tallistas, fabricantes de tejidos, orfebres, etc. Al mismo tiempo, mejoría la calidad de las obras y el saber hacer de los técnicos, por lo que favorecería las exportaciones de bienes cada vez más preciados internacionalmente. Finalmente, aportaría "el bienestar a los ciudadanos", y facilitaría la creación de "nuevas industrias", lo que proporcionaría " un salario a casi toda la población, lo que permitiría a ésta mantenerse y alimentarse por sí misma".
El jefe de gobierno no se libró de acusaciones de corrupción; sin duda, se cometieron excesos y subterfugios en las obras. Y acabó dimitiendo.
Nunca, sin embargo, el estado y, en particular la capital, deslumbraron tanto, sin que el bienestar favoreciera solo a una parte, pudiente, de la población.
Se trataba de la política económica de Pericles, en la Atenas del siglo V aC, al menos según cuenta Plutarco en Vidas Paralelas.
Keynes, formado según planes de estudio "clásicos" (en Eton y en el King´s College de Cambridge), leyó a Plutarco. Como comenta Gilles Dostaler (Keynes and His Battles. Cheltenham, Edward Elgar, 2007): "(For) Keynes’s Periclean vision of a civilization (...) art is valued for its own sake, and not as a means".
Ya no leemos a y aprendemos de los "clásicos". Y el arte decora bancos y museos.
lunes, 11 de marzo de 2013
sábado, 9 de marzo de 2013
JOSEF KOUDELKA (1938): VESTIGIOS (1991-2012)
Josep Koudelka es un fotógrafo checo, que trabaja para la agencia Magnum, y que, desde principios de los años noventa, recorre países mediterráneos o próximos, geográfica o culturalmente, al Mediterráneo, fotografiando ruinas greco-latinas: Palmira, Petra, Apamea, Ostia, Siracusa, Thuburdo Majus, Timgad, Gerash, etc, en medio de paisajes desiertos o desolados, siempre vacías de visitantes, de las que ofrece a menudo un punto de visto bajo, aferrado a la tierra, lo que único que impide que estos restos desaparezcan para siempre.
jueves, 7 de marzo de 2013
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona & Sant Cugat del Vallés: RIP
Aunque el mejor momento de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) se halle ya lejos en el tiempo (destacó desde principios de los años 80 hasta mediados de los 90, habiendo sido escogida durante años como una de las tres mejores escuelas de arquitectura de Europa), y sus mejores profesores ya no estuvieran (por jubilación, abandono o fallecimiento), sin que se hubiera producido un verdadero y destacable relevo generacional (salvo por algunos buenos jóvenes profesores, de Proyectos, sobre todo), se trata de una Escuela aún escogida por estudiantes españoles y becados Erasmus (no se sabe si por su enseñanza o sus programas, o por estar en Barcelona).
En todo caso, de aquí a dos años, esta historia habrá acabado.
La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) debe, al parecer, unos cien millones de euros -la creación desaforada de campus no ha ayudado, posiblemente, a sanear su economía.
La venta anunciada del palacete que alberga la Escuela de Naútica, a la Fundación rusa L´Hermitage, no debe de cubrir el déficit.
Caben nuevas soluciones, y la posible venta de más edificios.
La Escuela de Arquitectura de Barcelona se desplazará, de aquí a dos años, cuando se extinga el actual Plan de Estudios -reemplazado por un nuevo plan acorde, supuestamente, a las normas de Bolonia (las cuales, si se cumplieran, exigirían la multiplicación de enseñantes y espacios, para atender a los todos los seminarios reducidos simultáneos que se deberían impartir)-, a la Escuela de Arquitectura del Vallés, en Sant Cugat, cabe Barcelona.
El número de alumnos se reducirá. No se ha fijado aún cuántos podrán seguir la carrera. En este momento, la Escuela de Barcelona acoge a casi cuatro mil estudiantes. La Escuela del Vallés, unos ochocientos. Este centro no puede acoger más. No caben grandes operaciones aritméticas para fijar un número máximo de estudiantes. Durante tres años, la Escuela no matricularía a ningún nuevo estudiante, a la espera que los últimos del Plan de estudios antiguo acaben la carrera.
El número de profesores deberá estar de acuerdo con el de los alumnos. Una parte del profesorado, ya mayor, se compone de funcionarios. Los enseñantes más jóvenes suelen ser profesores asociados, a los que se les renueva o no el contrato anual. Supongo que, en esta caso también, tampoco caben muchas soluciones.
La Escuela de Barcelona quedará para estudios de tercer ciclo: másters y doctorado. ¿La razón? Los estudiantes de tercer ciclo, mayoritariamente extranjeros, prefieren Barcelona a la desconocida Sant Cugat, con perdón, allende el Tibidabo. Es decir, una Escuela, con dos edificios, apta para unos cuatro mil estudiantes, acogería unos ciento cincuenta o doscientos. Un lujo. Si ambos edificios siguen perteneciendo a la Universidad.
Este plan, hecho público, al parecer, por un descuido, ha sido presentado por la Universidad al gobierno autónomo catalán. Debería aprobarse próximamente.
Algunos profesores comentan que el edificio de la Escuela del Vallés, por ser de titularidad pública, no puede venderse. El de Barcelona, que podría valer unos sesenta millones, sí.
Se cuenta, sarcásticamente, que solo Amancio Ortega podría comprar los edificios de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, bien situados en la Avenida Diagonal, no lejos del Corte Inglés.
Siendo profesor de Estética, supongo que lograría un puesto de dependiente en la sección de ropa interior femenina.
Nuevos aires.
Gélidos.
En todo caso, de aquí a dos años, esta historia habrá acabado.
La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) debe, al parecer, unos cien millones de euros -la creación desaforada de campus no ha ayudado, posiblemente, a sanear su economía.
La venta anunciada del palacete que alberga la Escuela de Naútica, a la Fundación rusa L´Hermitage, no debe de cubrir el déficit.
Caben nuevas soluciones, y la posible venta de más edificios.
La Escuela de Arquitectura de Barcelona se desplazará, de aquí a dos años, cuando se extinga el actual Plan de Estudios -reemplazado por un nuevo plan acorde, supuestamente, a las normas de Bolonia (las cuales, si se cumplieran, exigirían la multiplicación de enseñantes y espacios, para atender a los todos los seminarios reducidos simultáneos que se deberían impartir)-, a la Escuela de Arquitectura del Vallés, en Sant Cugat, cabe Barcelona.
El número de alumnos se reducirá. No se ha fijado aún cuántos podrán seguir la carrera. En este momento, la Escuela de Barcelona acoge a casi cuatro mil estudiantes. La Escuela del Vallés, unos ochocientos. Este centro no puede acoger más. No caben grandes operaciones aritméticas para fijar un número máximo de estudiantes. Durante tres años, la Escuela no matricularía a ningún nuevo estudiante, a la espera que los últimos del Plan de estudios antiguo acaben la carrera.
El número de profesores deberá estar de acuerdo con el de los alumnos. Una parte del profesorado, ya mayor, se compone de funcionarios. Los enseñantes más jóvenes suelen ser profesores asociados, a los que se les renueva o no el contrato anual. Supongo que, en esta caso también, tampoco caben muchas soluciones.
La Escuela de Barcelona quedará para estudios de tercer ciclo: másters y doctorado. ¿La razón? Los estudiantes de tercer ciclo, mayoritariamente extranjeros, prefieren Barcelona a la desconocida Sant Cugat, con perdón, allende el Tibidabo. Es decir, una Escuela, con dos edificios, apta para unos cuatro mil estudiantes, acogería unos ciento cincuenta o doscientos. Un lujo. Si ambos edificios siguen perteneciendo a la Universidad.
Este plan, hecho público, al parecer, por un descuido, ha sido presentado por la Universidad al gobierno autónomo catalán. Debería aprobarse próximamente.
Algunos profesores comentan que el edificio de la Escuela del Vallés, por ser de titularidad pública, no puede venderse. El de Barcelona, que podría valer unos sesenta millones, sí.
Se cuenta, sarcásticamente, que solo Amancio Ortega podría comprar los edificios de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, bien situados en la Avenida Diagonal, no lejos del Corte Inglés.
Siendo profesor de Estética, supongo que lograría un puesto de dependiente en la sección de ropa interior femenina.
Nuevos aires.
Gélidos.
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