La Teogonía del poeta griego Hesíodo (s. VII aC) es el relato más completo sobre la creación del mundo y de los dioses en la Grecia antigua. Marca detalladamente como el mundo fue engendrado a partir de tres fuerzas divinas (el Abismo -Caos-, la Atracción -Eros-, y la Tierra-madre -Gea-), unidad entre sí, o generando nuevos dioses por sí mismas.
Esta cosmogonía no era la única. Los griegos tuvieron distintos relatos acerca de los orígenes del universo. En Homero, por ejemplo, se detecta ocasionalmente que creía en -o se basaba en- una historia que daba la primacía al Océano: las aguas matriciales; un relato que podría estar emparentado con mitos mesopotámicos, aunque ambas narraciones pudieran ser independientes.
Textos menores o tardíos (algunos atribuidos a Orfeo) guardan el recuerdo de diversos otros relatos.
Ferécides de Siro fue un poeta -que algunos consideran como un pensador pre-socrático- del s. VI aC que escribió un relato mítico acerca de la creación del universo. Éste difiere sustancialmente de lo que Hesíodo narra, y que se anticipa a las descripciones del universo de sabios pre-socráticos como Tales, para quien el universo fue constituido a partir del agua -aunque no fue engendrado por una divinidad de las aguas-. Se titulaba Los Siete Espacios, o las siete Estancias (Heptamuchos -muchos nombra la parte más recoleta o secreta de una casa o una ciudad: un lugar seguro, un verdadero abrigo).
El poema de Ferécides se ha perdido. Se conservan empero citas suficientes, a veces en autores tardíos, cristianos incluso, para esbozar las grandes líneas del relato, y que demuestran que refleja una creencia o una concepción que llegó hasta finales de la antigüedad.
En los orígenes éranse tres divinidades increadas, existentes desde siempre: precedían la creación del universo -una visión que contrasta con el resto de los mitos cosmogónicos y teogónicos-. Estos dioses se llamaban Zas (emparentado quizá con Zeus), Crono (El Tiempo) y Ctonia (una divinidad de las profundidades). El Tiempo crea -y destruye-, pero no es creado: discurre desde siempre: dibuja el marco temporal en el que la vida acontece, del mismo modo que las Estancias conforman el espacio en el que anidan y se configuran los seres y los entes.
Crono se masturbó cuantos tantos otros dioses principales mesopotámicos o egipcios. Su semen dio lugar al fuego, el aire o el viento (el pneuma, es decir, el espíritu o, mejor, el soplo vital), el agua, la tierra, y un quinto elemento desconocido dado que parte del texto se ha perdido. Estos cinco elementos o potencias divinas fueron depositados en cinco concavidades: cinco moradas, cerradas con puertas selladas. Cinco oquedades que evocan vagamente las del cuerpo del dios sumerio Enki en el que engendró a diversas divinidades femeninas. Estas estancias celestiales también pre-existían a los inicios del mundo. Existía, así, un espacio compartimentado en el que moraban El Tiempo, su hijo el dios de la luz, y la diosa madre.
De la fecundación de los elementos depositados en los antros matriciales, éstos,, las moradas divinas, dieron a luz a una serie de nuevos dioses. La creación se había desencadenado.
Fue entonces cuando nació Ofión: una serpiente descomunal que se alzó contra Crono. La lucha a muerte entra ambas divinidades, que quizá simbolizaran los poderes de la luz de la noche, recordaba la que ya habían sostenido divinidades babilónicas como Tiamat y Marduk, cananeas como el solar Baal y Yam, una serpiente marina, o griegas como Zeus y el dragón Tifón -según el mito cosmogónico de Hesíodo, distinto del posterior de Ferécides-. La contienda fue sin duda dramática y revolvió los cimientos del mundo. Concluyó con el triunfo del Tiempo.
Entonces, Zas, hasta entonces quieto, se metamorfoseó en Eros -o Eros lo impulsó hasta convertirlo en un dios deseoso- y acercó a la diosa Ctonia para esposarse con ella, y estabilizar el universo. Los esponsales duraron tres días. Tuvieron lugar en múltiples estancias amuebladas y requirieron el trabajo de un sin número de sirvientes. Zas regaló a Ctonia un manto bordado: en él estaban punteadas las figuras de Ge, la tierra, y Ogeno -el Océano-, así como las estancias del dios de los mares: doomata, que significa tanto moradas cuanto estancias propias (de un texto sobre papiro del s. III dC: G.S. Kirk & all: Los filósofos presocráticos. Textos, Gredos, 1987, n. 53, p. 98).
Zas tendió el manto sobre una encina (el árbol propio Zeus), cuyo tronco y cuyas ramas estructuraban y sostenían el universo. El manto, alzado como una tienda, cubrió el vientre de Ctonia, convertida, desde entonces, en Gea, la tierra florida entre las aguas de los océanos. La vida había prendido en la tierra. la creación había concluido. Las fuerzas draconianas habían sido vencidas y el mundo estaba armado de tal modo que se podía cubrir con un manto deslumbrante, fruto de la unión del cielo y de la tierra.
El resto del poema se ha perdido.
La ceremonia nupcial significaba el control definitivo de Zas sobre el universo y sobre los instrumentos o procedimientos de la creación. A partir de entonces, las sucesivas generaciones estarían bajo la égida de Zas. Hasta entonces, el Tiempo, y la Tierra mandaban. Eran capaces de engendrar sin discernimiento. Ahora el universo crecería ordenadamente. Las bodas, que simbolizaban uniones con vistas al crecimiento planificado de seres y enseres, quedaban instituidas como ritual necesario y preferente en la historia del cosmos, e implicaban que éste -Gea o Ctonia, principalmente, pero también el Océano, que formaba parte de la superficie de Gea- se sometía a los designios del dios padre Zas.
La composición es un mito. Sin embargo, se desmarca de un mito tradicional -o de un verdadero mito- por la preexistencia de fuerzas divinas increadas, y por la concepción del universo como un todo orgánico compuesto por espacios separados y articulados, en los que la vida prende como en una matriz: espacios de vida. El universo es concebido así como un conjunto de siete estancias que aguardan la vida que se albergará con toda seguridad en ellas. Siete estancias para Siete días.
lunes, 11 de noviembre de 2013
domingo, 10 de noviembre de 2013
Via crucis
El ayuntamiento de Barcelona inicia la reforma del Parque de la Ciudadela, que acoge, entre otras áreas, el zoológico. Este relativamente extenso parque se interpone entre el casco antiguo (el barrio de la Ribera) y la Villa Olímpica, edificada cabe el mar hace más de veinte años, lo que obliga a dar un largo rodeo que desorienta y confunde el tránsito.
A fin de facilitar los desplazamientos peatonales, se va a construir lo que parecía iba a ser una simple y funcional pasarela sobrevolando en línea recta los cercados de los animales, pero que, en verdad, será una "unión conceptual de todo el recinto", incluso "el hilo argumental de las diferentes zonas de la instalación".
Los ángeles, sin duda, circulan en cualquier condición, mas los simples mortales ¿cómo podremos caminar por una unión conceptual"?; ¿al filo de lo conceptual?
"Solo los visitantes" podrán experimentar semejante viaje (por si se sospechara que por una pasarela pasan solo viandantes y no elefantes o vehículos acorazados).
¿Quién no siente ya el hormigueo previo al inicio del camino por -o ¿sobre?- un concepto, sobre todo si éste se ameniza con "terrarios de hormigas", no se precisa si conceptuales también.
Las críticas de arquitectura o las memorias de los proyectos de arquitectura abren perspectivas casi tan insospechadas como las de arte contemporáneo.
A fin de facilitar los desplazamientos peatonales, se va a construir lo que parecía iba a ser una simple y funcional pasarela sobrevolando en línea recta los cercados de los animales, pero que, en verdad, será una "unión conceptual de todo el recinto", incluso "el hilo argumental de las diferentes zonas de la instalación".
Los ángeles, sin duda, circulan en cualquier condición, mas los simples mortales ¿cómo podremos caminar por una unión conceptual"?; ¿al filo de lo conceptual?
"Solo los visitantes" podrán experimentar semejante viaje (por si se sospechara que por una pasarela pasan solo viandantes y no elefantes o vehículos acorazados).
¿Quién no siente ya el hormigueo previo al inicio del camino por -o ¿sobre?- un concepto, sobre todo si éste se ameniza con "terrarios de hormigas", no se precisa si conceptuales también.
Las críticas de arquitectura o las memorias de los proyectos de arquitectura abren perspectivas casi tan insospechadas como las de arte contemporáneo.
sábado, 9 de noviembre de 2013
Foroneo, el primer arquitecto en la Grecia antigua
Cuando Heracles , en cumplimiento del primero de los doce trabajos impuestos para poner a prueba su condición de héroe civilizador, llegó a Nemea para enfrentarse al gigantesco león que asolaba la región, tuvo que saber que se adentraba en una tierra muy especial: la tierra de los descendientes de Foroneo, el educador de los seres humanos, a quienes tenía que proteger especialmente.
La historia acontecía en tiempos antediluvianos, antes que la tierra, tras el diluvio, se volviera a poblar con los descendientes de Deucalión, el hijo de Prometeo, con quien a veces Foroneo sería comparado o incluso confundido. Ambos fueros los maestros de arte, los educadores de la humanidad.
Hoy, mientras el nombre y los logros de Prometeo -que modeló al primer ser humano- han perdurado, quizá gracias a otra figura creada artificialmente (Frankenstein), casi nadie recuerda a Foroneo, cuya fama, empero llegó hasta la Edad Media tan incólume que Nicolás Pisano lo retrataría en las puertas del baptisterio de la catedral de Florencia, junto con otros héroes a quienes los hombres les deben la vida y el dominio de la naturaleza.
Foroneo fue el primer héroe griego. Sus padres fueron el dios de los ríos Ínaco y una ninfa, llamada Melia, que personificada la tierra fértil. Antes de Foroneo, la tierra entera estaba en manos del dios de los ríos, es decir, la tierra, como base sólida, como fundamento, no existía: solo había agua. Las aguas se retiraron cuando, precisamente, Foroneo, en tanto que ser que introdujo el orden en la tierra, logró regular el curso de los ríos, siempre imprevisibles en lugares como Grecia, como aun acontece hoy. Su hermana fue Io, célebre porque en sus viajes por el Mediterráneo oriental, crearía la costa ionica (jónica), hasta caer rendida en Egipto donde, poseída por Zeus, alumbraría a un hijo que se esposaría con Menfis, la primera ciudad. Entre sus nietos destacaba Libia. Cadmo, que trajo la escritura a Occidente, también le sucedió. De este modo, el linaje de Foroneo definió una franja costera donde los humanos se instalaron. Sin duda fueron sus nietos los más recordados; eran los Dactilos (que significa dedos) -o los Curetes, hijos de una hija de Foroneo y de Hecateus, el dios de la danza caracterizada por el movimiento de las manos, dios de las habilidades manuales, que no pudo sino asociarse al ser humano primordial, caracterizado por su saber hacer manual, capaz de desenredar con los dedos toda clase de problemas- seres infernales que vivían en cuevas practicando las tan necesarias artes de la forja que transmitieron a los humanos.
Si bien los griegos sintieron curiosidad por saber quienes fueron los primeros seres en toda clase de campos -los primeros técnicos, los primeros labradores, etc-, casi ningún mito -salvo alguno órfico tardío-, cuenta nada acerca del primer ser humano. Quizá esto fuera debido a que, al menos en ciudades como Atenas, los humanos, brotados de la tierra, ya existían cuando las primeras divinidades, como Atenea, Hefesto o Poseidón, nacieron o llegaron a la tierra.
Por este motivo, la existencia de Foroneo es tan insólita y valiosa en la Grecia antigua. Fue el primer humano en una cultura que no pareció preocuparse por saber quien fue el primer humano.
Foroneo no era un héroe cualquiera. Bien lo sabían los griegos. Fue el primer rey, en el Peloponeso -instauró así el sistema monárquico-, pero fue ante todo, un ser humano a parte entera; su condición humana no estuvo determinada de antemano. Se hizo humano porque, y gracias,. a la práctica (manual) del arte. Se labró, se forjó como humano. Amén de gobernar a sus semejantes, cultivaba la tierra, fundó ciudades (la primera ciudad, Argos, así nombrada en honor a un nieto suyo, Argus) y transmitió las leyes edilicias y comunales a los hombres. También les enseñó a hacer fuego (como Prometeo, si bien el fuego de Foroneo no fue robado al carro del Sol o a la forja de Hefesto). La tierra, educada, delimitada, dejó de ser un espacio indómito para convertirse en un lugar habitable, ordenado y regulado, gracias a la actividad creadora y legislativa de Foroneo: como se ha comentado más de una vez, definir, ordenar y delimitar eran prácticas parecidas, que obtenían resultados parecidos: la pacificación del espacio, apto así para acoger comunidades creadas en el momento en que se instalaban permanentemente.
"Foroneo, hijo de Ínaco, reunió por primera vez en una comunidad a los habitantes, que hasta entonces vivían diseminados y cada uno por su lado" (Pausanias, II, 15, 5).
Antes de Foroneo, los humanos no habían logrado vivir juntos. No solo o no tanto porque desconocían las técnicas edilicias, sino porque el dios Hermes les había adiestrado en la hermenéutica, el arte de preguntarse por el significado de las palabras y su relación con las cosas. De ahí que los humanos, que hasta entonces hablaban sin preguntarse acerca de la bondad o verdad de lo que decían, se enfrentaron entre sí. Ya no se comprendían. Las lenguas dejaron de ser un medio para convertirse en un bien preciado, que debía protegerse del contacto con las demás hablas. Eran hablas que se convirtieron en lenguajes. Gracias a Foroneo, el lenguaje también fue regulado. Se empezaron a cuidar las formas, a velar por los modales. Por eso, Peito fue su esposa; Peito, la diosa de las palabras persuasivas, que reinaba en el centro del ágora de ciudades como Corinto -el espacio de debate y de consenso por excelencia, donde se intercambiaban bienes e ideas pacíficamente-, y entre sus hijos destacó, sorprendentemente Apis o Serapis, el dios greco-egipcio, símbolo de la unión entre pueblos tan dispares como los griegos y los egipcios, tras la conquista de Egipto par parte de Alejandro.
La capacidad por apaciguar el mundo y formar comunidades estables de Foroneo parecía no tener límites, logros que obtuvo precisamente gracias a la enseñanza, las buenas palabras. Cuando desapareció, su tumba se convirtió en un lugar de culto, sobre la que se preservaba un fuego eterno hasta casi las postrimerías del Imperio Romano.
Foroneo sabía también que los humanos no podían vivir solos. Necesitaban a los dioses. Foroneo había sido el favorito de la diosa madre Hera, esposa de Zeus. Hasta se enamoró de ella. Por eso, Hera le concedió el permiso y el talento para construir el primer altar con el que los humanos podrían establecer contacto con los dioses -el primer altar fue, en verdad, edificado por Apolo, mas éste era una divinidad; el altar que Apolo levantó mediaba entre divinidades, y los humanos nunca se beneficiaron de este primer logro apolíneo.
Es a Foroneo a quien debemos nuestra humana condición: seres capaces de convivir consigo mismo, con semejantes y con los poderes sobrenaturales.
viernes, 8 de noviembre de 2013
Arte y Verdad (O ¿acaso los artistas se toman demasiado en serio, cuando el arte es un juego?)
La Madre de Dios, seria y maternal, acuna a su hijo, mortal e inmortal, al mismo tiempo, cuya manita alzada, en un gesto entre infantil y consciente, bendice a quienes se acercan. El paisaje, rocoso, acaso evoque penalidades futuras, al igual que un árbol invernal y nervado, de tronco retorcido y negro, cuyas ramas extendidas y agarrotadas quizá se anticipen a la cruz en la que el hijo de dios moría. En una esquina, un angelote mofletudo se mea.
Esta escena no debería ser insólita o imposible. Ante retratos de corte circunspectos, escenas de batalla que cubren paredes enteras, y cielos que se despliegan para revelar la corte sobrenatural en un cerco de luz, ¿cuántas pinturas, desde la Edad Media hasta finales del siglo XVIII, no documentan, en medio de escenas sagradas -la huida a Egipto, la Última cena, El prendimiento-, comilonas, borracheras, orgías, bailes, y parejas desparejadas -un anciano y una joven apenas adolescente- que no se esconden, como si el pintor quisiera contrarrestar la gravedad de la escena principal, con motivos tomados de la vida diaria.
Velázquez se autorretrató portando una casaca con la cruz de Malta, que mostraba su condición de noble a quien el trabajo manual -la práctica pictórica, momentáneamente detenida (la mano que sostiene el pincel está alzada), como si se quisiera incidir en el idear antes que en el obrar- no le rebaja; a un lado, un enano juega con un mastín malhumorado.
Las más graves escenas del arte, en las que se dirime la condición humana, suelen estar teñidas por motivos humorísticos o campechanos: el pintor que desvela verdades teologales parece señalar, con sus rubicundos angelotes incontinentes, y sus sanguinas muchachas cuyos corpiños que aprietan y alzan los pechos hasta la altura de la barbilla están a punto de saltar por los aires, que nada de lo que se trata ni de cómo se trata debe de ser tomado demasiado en serio. Después de todo, se trata de historias, mitos, cuentos e historias en los que burros, bueyes, peces y palomas juegan un papel casi tan importante que los personajes sagrados que acompañan.
Del mismo modo, la estatuaria clásica realza la fiera figura de Júpiter, con un águila descomunal a sus pies, y Venus se muestra más hierática y distante que nunca, mientas Marte, el dios de la guerra, amilana el ánimo. Pero Venus no puede dejar de juguetear con una sandalia, y Júpiter, pese a la ojeriza de Hera, bizquea al paso de una seductora Semele, o de un incierto Ganímedes que acabará orinando también cuando Júpiter lo rapte. Las pasiones humanas, que dejan a los dioses en ridículo -Venus y Marte enredados por Vulcano, y quedando en evidencia-, les pueden. No hizo falta que un dios se hiciera hombre para que las vivencias humanas afectaran la dignidad de los dioses.
El arte es sagrado. Por eso logra unir lo terrenal y lo celestial, las altas y las bajas pasiones, el humor y la trascendencia.
Pero esta verdad parece haber quedado olvidada cuando uno entra en las clínicas salas monacales, vacías de gente, de la tercera planta del Museo Nacional. Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, en la que se expone al fin un panorama del denostado -por comercial, chillón, y bruto, supuestamente- arte occidental de los años ochenta y noventa: Mínima resistencia. Entre el tardomodernismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90. Ni un texto explicativo; ni una biografía de los artistas escogidas: Los títulos de los apartados dejan entrever, aunque no quede muy claro, que los artistas de finales del segundo milenio están preocupados por temas de género, y estaban permanentemente indignados. Son los únicos textos aclaratorios que los responsables se dignan a mostrar. La exposición está concebida para iniciados. Los neófitos salen igual que han entrado, aunque algo más cansados. El guión es tan laxo que la vigilante, en la entrada recomienda empezar por el final, a fin de facilitar el recorrido, porque, como bien dice, "no parece que haya ningún orden". La estructura laberíntica del edificio contribuye a la escasa claridad expositiva.
El desconcierto se acrecienta cuando uno contempla las obras. La mayoría de las obras son inmensas. Ocupan toda una sala. Son obras de denuncia. El artista se erige como un profeta que clama. Nunca como en este final de recorrido se ha presentado al artista como un antiguo vidente, como en las culturas más antiguas. En posesión de la verdad, se dedica a recriminar lo que acontece. En ocasiones, las quejas son algo obvias. Jordi Colomer necesita toda una estancia, y la proyección a gran escala de una película que ha requerido la intervención de no se sabe cuantas personas, para exponer que los bloques del arquitecto Le Corbusier son como cajas de zapatos en los que solo caben enanos. No sé si eso es una revelación trascendente o luminosa.
¿Humor? Las Guerrilla Girls se dedican a denunciar que las mujeres solo están representadas como musas o putas en los museos, nunca como artistas, por medio de un sin número de carteles. El primero hizo gracia. Era ingenioso. Treinta años más tarde, con obras y técnicas parecidas, siguen plasmando lo mismo. Desde lejos uno reconoce una obra de este colectivo. Ya sabe lo que dice y cómo lo dice. No es necesario acercarse.
El sida, la crisis económica, la contaminación, la miseria urbana asolaron -y siguen asolando- el mundo. Los artistas lo exponen y reaccionan. ¿Desvelan algo nuevo? ¿Aportan algo nuevo? Cuando el arte se toma en serio, y se confunde con un estudio científico, económico o sociológico, ¿acaso no es más enriquecedor acudir directamente a esos estudios? ¿Qué aporta el arte? ¿Una manera de ver y exponer? Un sin número de vitrinas, de hojas enmarcadas todas iguales: textos ilegibles; esquemas incomprensibles. Gelidez expositiva. las obras recuerdan los excesos neoclásicos. Son enigmáticas, pero siempre queda la duda de si revelan verdades u obviedades. ¿Son necesarias -para entender el mundo? Una duda que no parece afectar a los artistas expuestos, o las obras seleccionadas, que parecen imbuidas de su importancia o trascendencia. Es cierto que los materiales escogidos, y la manera de exponer, son modestos, discretos: papeles, borradores, fotocopias, tejidos impresos, yesos, etc. Una de las instalaciones, de Eulalia Valldosera, La Cocina, consiste en sombras de objetos colgados con pinzas de hilos, que recuerdan ropa puesta a secar, es evocadora, si no fuera por el despliegue de aparatos de proyección necesarios, en los que se manifiesta una falta de relación entre medios y fines. Existe una cierta ostentación de materiales pobres, como si reflejaran una mala conciencia,. o una falsa modestia del artista. Pues no solo el valor de los materiales puede ser molesto; el espacio también es un lujo. Y muchas de las piezas, todo y adoptando un perfil bajo en canto a materiales y técnicas, requieren tanto espacio, que salta de nuevo a la vista la mala o errónea relación entre los fines y los logros de las obras y despliegue de medios -entre los que destaca sobremanera el espacio necesario.
El arte es un juego, y los juegos se practican seriamente; lo que no significa que el jugador deba de tomarse a sí mismo en serio. Duchamp se reía de los interpretaciones trascendentes de sus humoradas -que no dejaban de plantear temas serios, en clave de humor.
Toda estas largas parrafadas solo tienen sentido para introducir una pregunta sobre el arte actual que está dando vueltas por las mejores mentes pensantes, y que va a cambiar la percepción, el conocimiento, y la práctica del arte, hoy, una pregunta lanzada, como una bomba, por el historiador inglés, Bob Stanley: ¿No fueron los Sweet mucho mejores que Led Zeppelin? Toda la "inteligentsia" ha sido pillada con el paso cambiado, y trata de debatir o de rebatir esta pregunta fundamental. Otra pregunta, pero menos reveladora: ¿Blondie no superaba a Patti Smith, pese -o debido a- las citas constantes a Rimbaud y otros poetas de la noche de esta cantante? Citar a Foucault, Derrida, Benjamin, etc. ¿mejora nuestra obra -o la convierte en algo, entre plúmbeo, pretencioso y previsible? ¡Ay!
Léase: http://www.theguardian.com/books/2013/nov/06/story-modern-pop-bob-stanley-review
jueves, 7 de noviembre de 2013
Homenage a Eugenio Trías (1942-2013)
La Universidad Pompeu Fabre (UPF) de Barcelona, en la que, desde sus inicios, en 1992, el filósofo Eugenio Trías fue catedrático de humanidades -tras haber sido durante casi veinte años catedrático de estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB-UPC)- ha organizado esta mañana un homenaje, en recuerdo suyo, tras su fallecimiento hace meses.
El acto, en el Auditorio lleno, ha comprendido parlamentos de discípulos y amigos suyos, el estreno de un cortometraje -que incluye fragmentos de entrevistas en programas televisivos, que se muestran aquí-, un concierto del Quixote Quartet,, y el descubrimiento de una estrecha lápida horizontal de metal, casi invisible, fundida con el muro que le sirve de soporte, obra de la escultora Susana Solana, en un moderno jardín recoleto de la Universidad.
Junto con Xavier Rubert de Ventós y Félix de Azúa -los tres, amenos, pedagogos, profundos sin levantar ni ahuecar la voz, e irónicos- fue el mejor teórico de las artes español, y uno de los más coherentes, y más singulares, filósofos europeos del s. XX, interesado por el lado sombrío o velado de la vida y el conocimiento, que se descubre -o se esconde- en textos védicos, sufís, coptos, bizantinos, o en películas, como Vértigo, de Hitchcock, obras plásticas, como el Gran Vidrio, de Marcel Duchamp, o La Primavera, de Sandro Botticelli, y musicales, que aspirar a reflejar sensiblemente lo irrepresentable al que aún puede llegarse, siquiera en la frontera, instalándose en ella.
En recuerdo, su voz, quebrada -pero entera- al final, o segura:
Voces de lo Matricial. Diálogos con Eugenio Trías from Maxi Gandul Galiano on Vimeo.
Véase y escúchese también esta entrevista reciente, más breve.
Una obra: Ciudad sobre ciudad
El acto, en el Auditorio lleno, ha comprendido parlamentos de discípulos y amigos suyos, el estreno de un cortometraje -que incluye fragmentos de entrevistas en programas televisivos, que se muestran aquí-, un concierto del Quixote Quartet,, y el descubrimiento de una estrecha lápida horizontal de metal, casi invisible, fundida con el muro que le sirve de soporte, obra de la escultora Susana Solana, en un moderno jardín recoleto de la Universidad.
Junto con Xavier Rubert de Ventós y Félix de Azúa -los tres, amenos, pedagogos, profundos sin levantar ni ahuecar la voz, e irónicos- fue el mejor teórico de las artes español, y uno de los más coherentes, y más singulares, filósofos europeos del s. XX, interesado por el lado sombrío o velado de la vida y el conocimiento, que se descubre -o se esconde- en textos védicos, sufís, coptos, bizantinos, o en películas, como Vértigo, de Hitchcock, obras plásticas, como el Gran Vidrio, de Marcel Duchamp, o La Primavera, de Sandro Botticelli, y musicales, que aspirar a reflejar sensiblemente lo irrepresentable al que aún puede llegarse, siquiera en la frontera, instalándose en ella.
En recuerdo, su voz, quebrada -pero entera- al final, o segura:
Voces de lo Matricial. Diálogos con Eugenio Trías from Maxi Gandul Galiano on Vimeo.
Véase y escúchese también esta entrevista reciente, más breve.
Una obra: Ciudad sobre ciudad
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