lunes, 15 de mayo de 2017
Futuro de la Universidad
Mensaje recibido anteayer de un profesor universitario doctor, con un contrato de dos horas:
"Benvolguts companys:
Us escric per a dir-vos que he renunciat a seguir com a professor associat (...) Com sabeu, ser perpètuament associat no era el pla que tenia quan vaig entrar a l'universitat; menys quan he fet la tesi i estic acreditat. La precarietat i falta de futur a mitjà termini, no animen a seguir i malgrat el greu que em sap marxar, no he vist altra sortida.
En fi, han estat 7 anys..."
"Estimados colegas:
Os escribo para comunicaros que he renunciado a seguir como profesor asociado (...) Como sabéis, ser un asociado perpetuo no era el plan que tenía cuando entré en la universidad; y menos cuando he realizado la tesis doctoral y estoy acreditado. La precariedad y la falta de perspectivas en un futuro medio no me animan a seguir y pese a lo que mal que me sabe partir, no veo otra salida.
En fin, han estado siete años...."
cobrando ciento ochenta y tres euros brutos al mes.
"Benvolguts companys:
Us escric per a dir-vos que he renunciat a seguir com a professor associat (...) Com sabeu, ser perpètuament associat no era el pla que tenia quan vaig entrar a l'universitat; menys quan he fet la tesi i estic acreditat. La precarietat i falta de futur a mitjà termini, no animen a seguir i malgrat el greu que em sap marxar, no he vist altra sortida.
En fi, han estat 7 anys..."
"Estimados colegas:
Os escribo para comunicaros que he renunciado a seguir como profesor asociado (...) Como sabéis, ser un asociado perpetuo no era el plan que tenía cuando entré en la universidad; y menos cuando he realizado la tesis doctoral y estoy acreditado. La precariedad y la falta de perspectivas en un futuro medio no me animan a seguir y pese a lo que mal que me sabe partir, no veo otra salida.
En fin, han estado siete años...."
cobrando ciento ochenta y tres euros brutos al mes.
domingo, 14 de mayo de 2017
Eurovisión (mirando el pasado)
Una canción lenta, melódica, sosegada; una interpretación emotiva, "sentida" -al borde del amaneramiento-; un discreto acompañamiento musical; una puesta en escena sobria -y efectiva: el cantante en medio del público; un cantante de voz afinada y cuya presencia destacan ojos bien abiertos. La canción que que la televisión portuguesa presentaba a Eurovisión ha ganado, casi con el alivio, al parecer, de los comentaristas.
Canción buena, sin duda, y desmarcada del resto -tanto por su factura como por su interpretación.
¿Una gran canción?
Se inspira, lo reconocen la compositora y el cantante, de temas añejos de jazz y de bossa nova. Sigue unas pautas conocidas, y no desentona con canciones del pasado. ¿Las iguala?
Una canción, como toda obra de arte, está a caballo entre el pasado y el presente; actualiza el pasado; trae el pasado, lo vivifica, con formas del presente; lo hace presente. Este gesto, en parte violento -arranca una obra del pasado que para llegar al presente, necesita del vehículo de una nueva forma -que modifica el contenido-. Sin ésta, la obra del pasado que inspira, que se toma del modelo, no se anima. Pertenece al pasado, está íntimamente ligada a un tiempo pretérito. Expuesta tal cual, se asemeja a un organismo muerto. Una obra necesita siempre de una interpretación -de un artista, del público. Esta interpretación, inevitablemente, parte de experiencias presentes. No se puede ver el pasado con los ojos del pasado. Éstos están definitivamente cerrados.
La canción eurovisiva portuguesa remite directamente a modelos (a canciones) de otro tiempo. Este gesto, esta decisión, puede ser contemporánea: revelar la fragilidad del presente, su negación, una voluntario dar la espalda al presente, para buscar en el pasado consuelo o inspiración. La exposición del pasado es una crítica del presente. Pero esta crítica tiene que ejercitarse con las armas -las formas- del presente, precisamente para que el pasado se ancle en el presente y pueda juzgarlo o iluminarlo.
La canción portuguesa, por agradable -por notable- que sea (que lo es), quizá no lo logre -ni lo intente-. Caería, entonces, en una imitación o una parodia involuntaria, un intento de reanimar, sin el soplo del presente, unas formas extinguidas.
No se puede mirar al presente -ni menos al futuro- viendo solo al pasado. Esta actitud era la que los pueblos del próximo Oriente antiguo, mantenían con su pasado (mítico): avanzaban de espaldas. Miraban siempre al pasado. Éste les alentaba. Notaban con angustia cómo se alejaban de él, como lo acababan perdiendo. El futuro no existía. Solo representaba la degradación, el olvido del pasado, siempre memorable.
Quizá sea éste el sentido de la canción portuguesa.
Mas ¿tiene sentido?
...aunque no puedo evitar volver a escucharla. Play it again....
Canción buena, sin duda, y desmarcada del resto -tanto por su factura como por su interpretación.
¿Una gran canción?
Se inspira, lo reconocen la compositora y el cantante, de temas añejos de jazz y de bossa nova. Sigue unas pautas conocidas, y no desentona con canciones del pasado. ¿Las iguala?
Una canción, como toda obra de arte, está a caballo entre el pasado y el presente; actualiza el pasado; trae el pasado, lo vivifica, con formas del presente; lo hace presente. Este gesto, en parte violento -arranca una obra del pasado que para llegar al presente, necesita del vehículo de una nueva forma -que modifica el contenido-. Sin ésta, la obra del pasado que inspira, que se toma del modelo, no se anima. Pertenece al pasado, está íntimamente ligada a un tiempo pretérito. Expuesta tal cual, se asemeja a un organismo muerto. Una obra necesita siempre de una interpretación -de un artista, del público. Esta interpretación, inevitablemente, parte de experiencias presentes. No se puede ver el pasado con los ojos del pasado. Éstos están definitivamente cerrados.
La canción eurovisiva portuguesa remite directamente a modelos (a canciones) de otro tiempo. Este gesto, esta decisión, puede ser contemporánea: revelar la fragilidad del presente, su negación, una voluntario dar la espalda al presente, para buscar en el pasado consuelo o inspiración. La exposición del pasado es una crítica del presente. Pero esta crítica tiene que ejercitarse con las armas -las formas- del presente, precisamente para que el pasado se ancle en el presente y pueda juzgarlo o iluminarlo.
La canción portuguesa, por agradable -por notable- que sea (que lo es), quizá no lo logre -ni lo intente-. Caería, entonces, en una imitación o una parodia involuntaria, un intento de reanimar, sin el soplo del presente, unas formas extinguidas.
No se puede mirar al presente -ni menos al futuro- viendo solo al pasado. Esta actitud era la que los pueblos del próximo Oriente antiguo, mantenían con su pasado (mítico): avanzaban de espaldas. Miraban siempre al pasado. Éste les alentaba. Notaban con angustia cómo se alejaban de él, como lo acababan perdiendo. El futuro no existía. Solo representaba la degradación, el olvido del pasado, siempre memorable.
Quizá sea éste el sentido de la canción portuguesa.
Mas ¿tiene sentido?
...aunque no puedo evitar volver a escucharla. Play it again....
sábado, 13 de mayo de 2017
Un millón para el mejor (Gracias)
El blog fue creado -gracias a la ayuda y los consejos de Gregorio Luri como una manera de ejercitarse en la exposición clara y concisa de un tema, amén de constituir un archivo de datos (útiles para futuros trabajos)- hace ocho años. Ni en sueños podía pensar que se llegaría a tal número de lecturas.
Muchas gracias a todos los lectores y comentaristas que mantienen vivo este blog. Espero poder seguir.
viernes, 12 de mayo de 2017
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