domingo, 7 de enero de 2018

PETER DOIG (1959) Y LE CORBUSIER










Cabría preguntarse si el estudio de la arquitectura no debería detenerse allí dónde se despliega el imaginario arquitectónico. Éste comprende planos, dibujos, bocetos y maquetas, además de textos o memorias, pero sobre todo, se manifiesta en pinturas, poesías y composiciones musicales, que traducen lo que el edificio es, su razón de ser, su sentido.

Las llamadas Unités d´Habitation que el arquitecto suizo Le Corbusier construyó en los años 50 y 60, son ciudades en altura: aglomeraciones de moradas, servicios y espacios de comunicación, aisladas del mundo, en contacto más con el cielo que con la tierra. Siempre alejadas del tejido urbano, altivas, cabe preguntarse si no formarían más bien parte de lo que no es ciudad, el espacio ordenado por el hombre, sino de lo que se opone a este reducto de civilización: la selva.

La serie de cuadros que el pintor británico Peter Doig -recientemente expuesto en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga- dedicó, entre 1991 y 1999,  a esta estructura arquitectónica, ubicada, en la realidad, en Briey-en-Forêt (Francia) -un nombre significativo: forêt, en francés, es bosque-, y abandonada, en estado ruinoso, entre los años setenta y noventa, muestra fragmentos de fachadas entrevistas entre troncos, lianas, hojas y matorrales, como si se alzara en un claro en el bosque, pero asediada por él , al igual que una ruina maya o del sudeste asiático en la selva, o que la casita del ogro, también pintada de colores, en que creen ponerse a salvo Hansel y Gretel.
  

sábado, 6 de enero de 2018

Baltasar (Baltazar)

Baltasar: el nombre de uno de los tres (o doce) míticos o imaginarios Reyes Magos quienes, siguiendo la estela de una estrella fugaz,  acudieron, desde la región de Caldea (Babilonía o el sur de Mesopotamia) hasta el recién nacido Jesús para ofrendarle mirra.
Baltasar era un nombre propio babilónico. Baltasar se escribía: Bel-sharra-ussur, o balat-sar-usur.

La primera expresión se traduce por Bel protege (ussur) al rey , mientras que la segunda significa protector (usur) de la vida (balat) del rey (sar).

Bel es un nombre propio al mismo tiempo que común. significa Señor y designa cualquier divinidad superior. Se aplicaba particularmente al dios supremo babilónico, Marduk, nieto de Enki, el dios de la sabiduría, las artes y la arquitectura en Mesopotamia. Pero también es una variante del nombre del dios supremo cananeo, Baal, reconocido por Yahvé como divinidad (inferior a él, pero con la que luchará durante toda la historia antigua de Israel, y del que subirá la influencia, cuando adopte el nombre del padre de Baal, el dios de El, bajo la forma de Elohim).

Baltasar era, por tanto, el protector del hijo de Dios. Vino para cuidarlo.

La cultivo de la diferencia, como se manifestó ayer en un discurso del rey en una ciudad catalana, no solo recurre a la diferencia que siempre se ha querido establecer entre este rey, por ser negro, y sus compañeros, sino porque Baltasar preconizaba la inclusión, protegiendo a quien creaba y simbolizaba a la comunidad.
Somos humanos, esto es, seres sociales gracias a la bendición de Baltasar

viernes, 5 de enero de 2018

GRANDBROTHERS : LONDON BRIDGES (2017)







https://grandbrothers.bandcamp.com/track/london-bridges

Sobre este dúo alemán (formado por un pianista de jazz y un compositor e intérprete de música electrónica) véase su página web

LUIS ROSALES (1910-1992): LA CASA. ENCENDIDA (. FRAGMENTO, 1949)

Sí, he llegado a mi casa, he llegado,
desde luego, a mi casa,
y ahora es lo de siempre,
lo de nogal diario,
los cuadros que aún no he tenido tiempo de colgar
y están sobre la
mesa que vistió de volantes mi hermana,
la madera que duele,
y la pequeña luz deshabitando la habitación,
y la pequeña luz que es como un hueco en la penumbra,
y el vaso para nadie
y el puñado de sueño,
y las estanterías,
y estar sentado para siempre.
Sí, he vuelto de la calle; estoy sentado;
la nieve de empezar a ser bastante
sigue cayendo,
sigue cayendo todo, sigue haciéndose igual,
sigue haciéndose luego,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era Europa, lo que era
mío y había llegado
a ser más importante que la vida,
lo que nació de todos y era como una grieta de luz
entre mi carne,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era propio,
lo que ya estaba liberado,
lo que ya estaba descolorido por la vida,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo lo que era humano, cierto y frágil
lo mismo que una niña de seis años que llorara
durmiendo,
sigue cayendo,
sigue cayendo todo,
como una araña a la que tú vieras caer,
a la que vieras tú cayendo siempre,
a la que vieras tú mismo,
tú, tristemente mismo,
a la que vieras tú cayendo hasta que te tocara en la pupila con sus patas velludas,
y allí la vieras toda,
toda solteramente siendo araña,
y después la sintieras penetrarte en el ojo,
y después la sintieras caminar hasta adentro,
hacia dentro de ti caminando y llenándote,
llenándote de araña,
y comprobaras que estabas siendo su camino
porque cegabas de ella,
y todavía después la sintieras igual,
igual que rota
y todavía…”

Feliz Año 2018

jueves, 4 de enero de 2018

Maqueta egipcia del patio de un tumba





Fotos: Tocho, enero de 2018

Las "maquetas" arquitectónicas antiguas siguen deparando sorpresas.

Esa mesa de ofrendas del Imperio Medio egipcio, hacia el 1750 aC, poco conocida, conservada en un estante bajo en el Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo del Louvre de París (Francia), presenta un tipo insólito.

Se trata, por un lado, de una "casa del alma" de terracota convencional -un modesto objeto, depositado sobre un enterramiento de un cuerpo no momificado, aún más modesto, en las arenas del desierto,  y que servía como "piedra tumbal", al mismo tiempo que canalizaba las libaciones hacia el interior de la arena para aliviar la sed del difunto-, pero por otro, se estructura como un recipiente de fondo plano con un gran tubo de evacuación. El fondo representa un patio, dotado de un altar de ofrendas y diversos alimentos para la eternidad , modelados en barro, depositados en el suelo, ante la puerta de la tumba, a través de la cual se asoma el muerto.

miércoles, 3 de enero de 2018

Maqueta tardo-romana del santo Sepulcro: ¿maqueta o modelo?





Fotos: Tocho, enero de 2018

Las maquetas arquitectónicas antiguas son suficientemente escasas para que cada pieza poco conocida, incluida en una exposición de gran éxito, como Cristianos en Oriente, en el Instituto del Mundo Árabe en París, merezca ser citada; sobre todo, si se trata de una maqueta tan singular como la del Santo Sepulcro, de época tardo-romana.

Tallada en mármol en el siglo V dC, antes de la caída del imperio, por orden del obispo de la ciudad francesa de Narboma (en cuyo museo se conserva), seguramente a partir de planos del Santo Sepulcro  de Jerusalem (una construcción de planta circular, ordenada por el emperador Constantino a principios del s. IV dC, y destruida por los Persas tres siglos más tarde, aunque restaurada posteriormente, que debía ser un receptáculo vacío porque no contenía tumba alguna sino que señalaba el lugar dónde Cristo resucitó, por lo que el vacío que encapsulaba evocaba tanto la invisible, inmaterial naturaleza divina de Cristo -la única que resucitó-, como el sarcófago vacío, necesario signo de resurrección), esta maqueta, de unos ochenta centímetros de alto, cumplía una función religiosa.

No era verdaderamente una maqueta (tallada tras la construcción del edificio del que es una imagen) o una imagen, sino un doble o sustituto del Santo Sepulcro. Todos aquellos peregrinos de la Galia que no podían viajar, en una época tan difícil, cuando el desmoronamiento del imperio, a Jerusalem, podían circunvalar esta maqueta, como si emprendieran un camino más espiritual que físico.

Al mismo tiempo, la mezcla de aceite vegetal (en aquellos tiempos, siempre de oliva), y perfumes procedentes de plantas aromáticas, que producía el oloroso crisma -origen de la expresión "olor de santidad"- utilizado en la unción del bautismo, la comunión y la confirmación, solo se convertía en en una mezcla santificada, necesaria para los sacramentos, si se trabajaba en un lugar santo: en concreto allí donde fue enterrado y Cristo y desde dónde ascendió de entre los muertos, resucitado, envuelto en un perfume intenso. Dicha "maqueta" cumplía perfectamente esa función. El ungüento debía depositarse en el centro de la maqueta para que la espiritualización del aceite se produjera.

La maqueta no evocaba el Santo Sepulcro ni remitía a él: era el Santo Sepulcro, dotado de sus mismos poderes, puesto que el milagro del aceite de la vida tenía lugar en ella.

lunes, 1 de enero de 2018

La noche de San Silvestre

Hoy se abre la primera noche del año. Atrás quedó la noche de la San Silvestre. ¿Qué imagen del tiempo ofrece este santo?
Silvestre es el nombre de un papa del siglo IV que convirtió al emperador Constantino al cristianismo. Tal no es su aportación al imaginario del tiempo. Lo importante es que Silvestre se asocie al último día del año.

Silvestre, en latín, significa asilvestrado. Silvanis se traduce por salvaje. Deriva de silva, bosque -bosque denso, tupido, selva más bien. Se trata de un espacio aún no domesticado, civilizado, pesa todavía de las fieras. Espacio primigenio, aun no conformado: silva también significa materia. Los peligros que acechan la vida humana, su progreso, se hallan en la selva. Espacio de alimañas, monstruos y huraños, seres que no saben ni quieren vivir en comunidad, sino aislados, incapaces de tejer relaciones, de ayudarse. Seres ariscos, nada "humanizados".

Silvano era el dios latino de los bosques. Fuentes y árboles formaban parte de sus dominios. Silvano era un sátiro. Su presencia evocaba la cercana animalidad. Su figura se asemejaba a la de un fauno, con el que se confundía. Era un ser híbrido, que combinaba rasgos animales y humanos. La nítida frontera entre hombres y animales aun no había pasado por él. Era un dios de un orden, de un mundo anteriores, antes de que los humanos ordenaran el mundo. La selva, el espacio de Silvano, era un espacio indómito, en el que no se podía circular, ni estar. La luz no penetraba en el corazón de la selva. La ausencia de caminos llevaba a los humanos a perderse, a la perdición. Era imposible salir con vida del mundo de Silvano.
Sin embargo, Silvano se asociaba a Apolo. Apolo era el dios de la luz: guiaba, orientaba, delimitaba. Fue el primer arquitecto. Estableció el centro del mundo, el santuario de Delfos, desde donde se organizaba el espacio, desde donde parían los colonos para fundar nuevas ciudades. Pero esta capacidad organizativa de Apolo implicaba que era capaz de dominar la selva y sus monstruos. Su gesto apaciguaba -y derrotaba todo lo que evocaba el desorden primigenio.

La relación de Silvano con Apolo no es casual. Ambos dioses se orientaban con facilidad allí donde nadie podía hallar el camino. Estaban familiarizados con la oscuridad, las fieras, los monstruos. Pero los conocían tan bien que eran capaces de vencerlos o de aplacarlos.
Por eso, debido a su íntima relación con la selva, Silvano, un dios salvaje, también velaba sobre los cultivos y los rebaños. Los apartaba del peligro. Mas, en cualquier momento, cuando no se le rendía culto o el culto adecuado, podía soltar las fieras que acaban con el frágil orden humano, sobre el que, habitualmente velaba.

El día de Silvestre es el día en que la selva, la barbarie retorna. Acaba con el año, decrépito. Lo abate, en medio de una fiesta desmesurada. Silvestre -o Silvano- es necesario para liquidar lo que queda del año.
Pero también, tras la suelta de la furia destructiva, se requiere su presencia para calmar los elementos y abrir, así, un tiempo e paz y prosperidad, el año nuevo. Silvano o Silvestre destruyen y establecen las condiciones para el renacer de la vida. Pero también velan para que no nos apartemos del recto camino que nos trazan. La barbarie, en este caso, retornaría: abrirían las puertas a la selva.
¿Cómo sucederá el año 2018?  ¿Hacia dónde apuntamos?