viernes, 25 de octubre de 2019

Concierto en Mosul




Filmaciones: Tocho, octubre de 2019

La embajada de España, a través del Excmo. Embajador Hansi Escobar, organizó ayer un concierto gratuito al aire libre de jazz y flamenco, a cargo de los músicos excepcionales, tres de los cuales son de Barcelona o viven en Barcelona, Luis Robisco (guitarra española), Alba Bioque (cantante), Paquito Escudero (percusión) y Gautama Valerio (saxo), con Carolina Morgado (bailarina), en el Campus de la Universidad de Mosul, frente al edificio de la biblioteca universitaria, incendiado por el Estado Islámico hace tres años.

El concierto duró media hora, y estuvo controlado en todo momento por guardias de seguridad, ya que algunos estudiantes varones consideraban que un escenario era "haram" (Prohibido).

Carolina Morgado solo bailó una vez, mesuradamente, sin levantar el vestido de cola, debidamente vestida hasta el cuello, cubierta por un chal; el resto del concierto, batió palmas, para evitar problemas. Tampoco disponía de camerino para cambiarse.

Los varones asistían en primera fila, las mujeres en un segundo término, sin ver nada.

La entregada interpretación, bajo un sol de justicia, sin sombra, y la reacción entusiasta del público fueron emocionantes.

Era la primera vez que ocurría, tras la expulsión del Estado Islámico -aún en la ciudad, sobre todo en la parte oeste- hace menos de dos años.

La extrema delgadez, las marcas en la cara, de muchos estudiantes varones, el aire ausente, perdido, de algunos, testimonian del infierno vivido.








Arte en Mosul (bajo el Estado Islámico)




















Óleos, pintados en Mosul, a escondidas, durante la ocupación de la ciudad por el Estado Islámico, por estudiantes de arte, expuestos en el Centro de los estudiantes en el campus de la Universidad de Mosul.

Angustiosos. Figuras del pasado y del presente enfrentados. Una misma violencia. Pero el pasado resiste y, en medio de la mutilación, parece vencer. La rana, símbolo de hombre ignorante, de la materia informe, acecha.

jueves, 24 de octubre de 2019

Mosul










































Fotos: Tocho, octubre de 2019

Viaje en convoy militar a Mosul, desde Erbil. Tres coches blindados precedidos por una tanqueta con soldados armados en la cubierta que abren vía a fin que el convoy no se detenga.
Tres severos controles de documentos.

El viaje tiene como fin la entrega oficial, a autoridades políticas y universitarias, de dos réplicas de esculturas neo-asirias de guardianes sobrenaturales, Lahmassu, de la sala del trono del palacio de Asurbanipal Ii en Nimrud, hoy expuestas en el Museo Británico en Londres. Las estatuas fueron destruidas por el Estado Islámico. Casualmente habían sido escaneadas hace quince años para una exposición en Bagdad que no tuvo lugar. La empresa que ha producido las réplicas en escayola coloreada es española. Un avión militar las ha traído desde Madrid, con el consentimientos de los museos Británico y de Leiden, donde se expusieron hace un par de años. Las réplicas han quedado ubicadas en dos grandes urnas de cristal ante el nuevo centro de estudiantes en el Campus de la Universidad de Mosul.

Mosul, un inmenso campo de basura y herrumbre, bajo edificios de hormigón  inconclusos bombardeados, partidos como por un puño de acero, caídos como un juego de cartas, en terrenos baldíos cubiertos de aguas negras. Un río de aguas sucias, entre márgenes inmundos, donde juegan niños entre residuos, cruza la ciudad.

La biblioteca de la Universidad de Mosul, que contenía un millón de libros, fue incendiada por el Estado Islámico. No quedó nada.
La mayoría de los estudiantes universitarios no huyeron de Mosul ocupado y destruido por el Estado Islámico. Vivieron escondidos, sin salir, durante tres años. Demasiados jóvenes demacrados, famélicos, de baja estatura., por las calles y el campus.
Tres estudiantes mujeres no llevaban velo, esta mañana.

Mosul fue, hasta 2014, la tercera ciudad iraquí: una ciudad culta, abierta, laica, con una de las mejores universidades del Próximo Oriente.

Hoy, los residuos llegan hasta los campamentos de refugiados, huidos del Estado Islámico, a una veintena de quilómetros de la ciudad.