http://www.gregoirepierre.com/?pageid=14
(Reproducción legal. El video se puede ver "clicando" sobre el enlace)
Documental multipremiado sobre la ciudad moderna
Akkad es el nombre de la capital perdida del imperio acadio, en Mesopotamia, fundada y destruida a mediados del tercer milenio aC. Habría estado situada cerca de la actual Bagdad
Para más información, ver este enlace
miércoles, 11 de abril de 2018
martes, 10 de abril de 2018
Estudios de arquitectura
Érase un país lejano en el que las escuelas de arquitectura formaban maravillosamente a los estudiantes de arquitectura en cómo construir: las enseñanzas técnicas no tenían secreto.
Mas se dieron cuenta, un día, que los edificios aguantaban una eternidad pero que nadie los aguantaba. Eran invivibles. Las personas enfermaban con solo pensar que debían ocuparlos durante toda una vida -que no era vida. Suscitan rechazo, imágenes de espacios que, por amplios y bien edificados que estuvieran, no acogían ni invitaban al recogimiento (para lo cual, en ocasiones, una modesta esquina puede ser suficiente).
Fue entonces cuando decidieron reformar los planes de estudio. Las asignaturas técnicas no dejaron de enseñarse, pero ya no tenían como fin formar a técnicos. Además de enseñar a construir, se enseñó a pensar para quien se construía y porque se construía. Qué necesidades debían cubrirse. Siquiera si era necesario construir.
Sumaron materias y enseñanzas hasta entonces inexistentes. Recordaron que los antiguos consideraban que un arquitecto o constructor debía ser filósofo y ser poeta, además de ser un ingeniero. Incorporaron cursos de antropología, etnología, sociología, psicología para saber a quien iba destinada la casa; filosofía para valorar la necesidad de construir; ética, estética y teoría de las artes, con el fin de enjuiciar el gesto y la obra (a menudo no se debe construir: no esta "bien"); geografía para insertar la obra -edificio, ciudad- en un territorio; teología, incluso, porque no solo se construye para cuerpos materiales; historia del arte (o de las artes: música, poesía, artes plásticas y literarias, danza, teatro) y de la arquitectura, en especial, para conocer no solo lo que se ha construido, sino ser conscientes que el tiempo es una de las categorías que miden el sentido de la obra, su necesidad; arqueología, para ser conscientes de la fugacidad, y de la importancia de las trazas, las huellas del hombre en la tierra.
Y, a continuación, se dieron cuenta que la arquitectura no está fuera de nosotros, no solo nos envuelve, sino que está en nuestro interior. Los interiores no son solo los que ocupamos, sino que están en nosotros. La arquitectura es una sensación de bienestar que solo se alcanza con la imaginación: imágenes placenteras en las que nos proyectamos. Para hacer arquitectura hay que aprender a cerrar los ojos -y pensar.
Qué es una tarea a la que no estamos formados.
Mas se dieron cuenta, un día, que los edificios aguantaban una eternidad pero que nadie los aguantaba. Eran invivibles. Las personas enfermaban con solo pensar que debían ocuparlos durante toda una vida -que no era vida. Suscitan rechazo, imágenes de espacios que, por amplios y bien edificados que estuvieran, no acogían ni invitaban al recogimiento (para lo cual, en ocasiones, una modesta esquina puede ser suficiente).
Fue entonces cuando decidieron reformar los planes de estudio. Las asignaturas técnicas no dejaron de enseñarse, pero ya no tenían como fin formar a técnicos. Además de enseñar a construir, se enseñó a pensar para quien se construía y porque se construía. Qué necesidades debían cubrirse. Siquiera si era necesario construir.
Sumaron materias y enseñanzas hasta entonces inexistentes. Recordaron que los antiguos consideraban que un arquitecto o constructor debía ser filósofo y ser poeta, además de ser un ingeniero. Incorporaron cursos de antropología, etnología, sociología, psicología para saber a quien iba destinada la casa; filosofía para valorar la necesidad de construir; ética, estética y teoría de las artes, con el fin de enjuiciar el gesto y la obra (a menudo no se debe construir: no esta "bien"); geografía para insertar la obra -edificio, ciudad- en un territorio; teología, incluso, porque no solo se construye para cuerpos materiales; historia del arte (o de las artes: música, poesía, artes plásticas y literarias, danza, teatro) y de la arquitectura, en especial, para conocer no solo lo que se ha construido, sino ser conscientes que el tiempo es una de las categorías que miden el sentido de la obra, su necesidad; arqueología, para ser conscientes de la fugacidad, y de la importancia de las trazas, las huellas del hombre en la tierra.
Y, a continuación, se dieron cuenta que la arquitectura no está fuera de nosotros, no solo nos envuelve, sino que está en nuestro interior. Los interiores no son solo los que ocupamos, sino que están en nosotros. La arquitectura es una sensación de bienestar que solo se alcanza con la imaginación: imágenes placenteras en las que nos proyectamos. Para hacer arquitectura hay que aprender a cerrar los ojos -y pensar.
Qué es una tarea a la que no estamos formados.
lunes, 9 de abril de 2018
... y dos huevos duros (claridad expositiva)
... si alguien entiende este texto...
Es una pena que sea gratuito: no tiene precio.
Aunque después de la "hipermeditación", todo debe de ser posible.
Amén
CECIL TAYLOR (1929-2018): YOU´D BE SO NICE TO COME HOME TO (SERÍAS TAN AMABLE SI VINIERAS A CASA, 1956)
In memoriam....
Sobre el mejor pianista de jazz, fallecido hace tres días, véase, por ejemplo, este enlace
PETER HUJAR (1934-1987): NUEVA YORK (AÑOS 70)
Peter Hujar, fotógrafo norteamericano de origen húngaro, conocido por haber sido el mejor -más certero y compasivo- retratista (en su estudio, en su lecho, a veces convertido enlecho mortuorio, a causa del Sida) de los artistas (poetas, pintores y transformistas) de la contracultura de Nueva York -del bajo Manhattan, sobre todo- en los años 70.
Pero también fue un fotógrafo urbano, tanto del East Village, cuanto de Brooklyn: imágenes en blanco y negro, casi siempre nocturnas, de calles casi al alba, cuando todos se habían retirado -y solo quedaban desperdicios-, y de los imponentes acantilados fantasmagóricos -vistos desde el nivel de la calle, a menudo-, que forman los rascacielos de vidrio negro, a ambos lados de calles y avenidas convertidas en gargantas, de pavimento acharolado por la humedad y la inmundicia. Retratista de una ciudad abandonada, que se abandonaba, se dejaba ir, de una ciudad que había bajado la persiana.
La Piet Morgan Library de Nueva york (propietaria del legado del fotógrafo) presenta estos días una exposición antológica centrada tanto en las figuras cuanto en su marco urbano.
sábado, 7 de abril de 2018
JUAN MUÑOZ (1953-2001): DOUBLE BIND (DOBLE VÍNCULO O MENSAJE CONTRADICTORIO, 2001-2018, TATE MODERN, LONDRES & FUNDACIÓN SORIGUÉ, LÉRIDA)
Fotos: Tocho, abril de 2018
Double Bind -Mensaje Contradictorio (que puede llevar a la esquizofrenia) fue la primera gran instalación temporal que la que por el aquel entonces -principios del siglo XXI- recién inaugurada Tate Modern en Londres, encargaba a un artista (Juan Muñoz) pata el acceso al museo, la gigantesca Sala de las Turbinas.
La instalación permaneció un año -como homenaje al artista que falleció inesperadamente durante la exposición-. Desmantelada y almacenada (sus dimensiones, adaptadas a la sala central, más alta y ancha que una catedral gótica o barroca, de lo que era una central eléctrica, dificultaban su nueva presentación), la Fundación Sorigué, cabe Lérida, acaba de acondicionar una gran nave industrial para volver a presentar, durante cinco años esta instalación, que se puede visitar gratuitamente, previa cita previa, los viernes y sábado.
Dos mundos, en apariencia, un nivel superior, expuesto a la luz, cuyo piso parece horadado por escalinatas, reales o ilusorias -no se sabe bien- que se adentran en las profundidades, y que recuerda el Mar de los Hoyos de la película de animación El Submarino Amarillo, descrito en una canción de los Beatles. Dos ascensores, que no se detienen, unen el nivel superior con una cripta tan solo iluminado por la débil luz que se adentra por las oberturas cenitales, entre un bosque de pilares metálicos negros.
Entonces, es cuando se descubre que existe un tercer mundo, que se adentra hasta donde no alcanza la vista, poblado por seres retorcidos que no se sabe bien cómo han llegado hasta allí.
Una obra maestra, teatral, escenográfica, inquietante, en la que uno se convierte en sombra, bajo la mirada de pobladores de un mundo también en sombras.
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