miércoles, 21 de marzo de 2012
El zigurat de Babilonia y la torre de Babel
1.- Zigurat de Babilonia (según una reciente reconstrucción)
2.- Torre de Babel (según una visión del s. XVII)
Toda obra de arte interpreta una creación anterior. Éste sirve de modelo o de acicate a una nueva creación que ofrece un nuevo punto de vista sobre un tema tratado por la obra que le precede. La nueva creación trata de aclarar algunos aspectos no resueltos o mal resueltos de la obra que le sirve de motivo.
Toda obra es una versión de una anterior. Esta lectura puede -quizá deba- alterar el sentido que la obra ya existente manifiesta. Tiene que descubrir lo que la obra precedente no ha hallado, exponiendo contenidos latentes o sepultados. Así, una nueva creación descubre o revela aspectos inéditos de obras precedentes.
Esta cadena de obras de arte, en las que cada una aparece como una revisión de una obra anterior, y la fuente de la que le sucede, da lugar a obras que pueden llegar a tener significados muy distintos, ambos válidos, poniendo de manifiesta las complejas relaciones entre lo visible y lo invisible.
Una de las primeras interpretaciones de una creación anterior consistió en la torre de Babel. Ésta, tal como se describe en el Génesis, se inspiraba en el zigurat del templo principal de la ciudad de Babilonia, dedicado al dios protector de la ciudad, Marduk.
Ambas obras eran formalmente parecidas, pese a que la primera, la torre de Babel, solo existiera en la descripción bíblica ( y en la imaginación de los sacerdotes del templo de Jerusalén que redactaron el texto a la vuelta del exilio en Babilonia). Del zigurat de Babilonia, por otra parte, solo se conservan las trazas de los cimientos. En ambos casos, son obras casi imaginarias, hoy.
El zigurat del templo de Marduk, edificado en el siglo VII aC, cumplía la función de todo zigurat. Éste, una pirámide escalonada que formaba parte de un recinto sagrado (al lado del templo propiamente dicho, patios, estanques, árboles, etc.), se basaba en un prototipo, el zigurat del templo del dios de la luna de la ciudad de Ur, concebido y construido hacia el 2100 aC.
La función de un zigurat no está clara. Desde luego no era una tumba, como las pirámides escalonadas egipcias, ni, un observatorio astronómico, como las pirámides mayas, sino que, posiblemente, fueran bases, altísimas bases, de una capilla principal en la que se hallaba la estatua de culto.
La razón de ser del zigurat consistía en soportar la morada de la divinidad, lo más alejada de la tierra. La divinidad, que descendía hacia el mundo de los humanos, no podía tocar tierra, pues en este caso se convertía en un ser mortal, perdiendo su condición divina. Su morada, en la que el espíritu divino se recogía cuando animada la estatua de culto, evitaba descender demasiado. De este modo, el zigurat simbolizaba la diferencia sustancial entre los mortales y los inmortales. Éstos no podrían estar entre los humanos. A fin de que siguieran siendo inmortales, era necesario que ser recogieran en moradas celestiales, a las que ningún humano, salvo determinados sacerdotes y los monarcas, tenían acceso. El zigurat expresaba la sumisión humana. Denotada su condición inferior. Gracias al zigurat, el humano se prosternaba ante la grandeza de la divinidad que vivía allí donde casi no alcanzaba la vista.
La torre de Babel, empero, fue dotada de un significado muy distinto. Fue construida, al igual que el zigurat, por humanos. También se asemejaba a una montaña. Servía de enlace entre el cielo y la tierra. Se presentaba como una escalera celestial. Pero mientras el zigurat era una escalera descendente, solo usada por la divinidad cuando, accediendo a los ruegos de los humanos, decidía acercarse a éstos, la torre de Babel era una escalera por la que solo se subía, y quienes ascendían eran los hombres, deseosos de alcanzar a los dioses -a Yahvé- y de equipararse a éstos. Así, la torre de Babel era un signo de orgullo, no de sumisión; demostraba que los humanos tenían la sensación que entre el cielo y la tierra no existía ningún abismo, y que el espacio entre lo alto y lo bajo podría perfectamente surcarse.
El destino de ambas construcciones fue, sin embargo, el mismo. Ambas cayeron, derribadas, en un caso por el tiempo, en otro por la divinidad furiosa por la arrogancia humana.
En Mesopotamia, los cataclismos, las guerras, los males y, en el caso de las ciudades y los edificios, su decadencia y su derrumbe, eran causados, indirectamente, por las divinidades que daban, de pronto, la espalda a los humanos y los abandonaban a causa de una falta que éstos, al menos el rey, habían cometido.
Cuando una ciudad era asediada y tomada, cuando todos sus edificios eran incendiados y destruidos, se sabía que la suerte se había vuelto en contra de los habitantes. La falta que el rey había cometido se pagaba con el alejamiento de los dioses, que entregaban la ciudad a los enemigos, para que hicieran pagar las faltas a los ciudadanos.
Queda entonces la duda de si el fin del zigurat de Babilonia y de la torre de Babel responde a razones muy distintas. El zigurat no fue levantado por unos humanos que se creyeron dioses. Pero sí fue arrasada por un acto de impiedad del rey que se creyó una divinidad. Ésta era una falta imperdonable. Los humanos, en toda la historia mesopotámica, siempre fueron considerados, siempre se vieron a sí mismos, como unas criaturas de barro, que podían ser disueltos si cometían la menor falta. Igualarse con los dioses era una afrenta que se pagaba con la muerte y la destrucción de la ciudad. Igualarse con los dioses conllevaba la lógica destrucción del zigurat. ¿Para que hubiera servido si la barrera altiva entre los dioses y los humanos hubiera sido abolida? Los dioses hubieran podido estar entre los hombres, o los hombres en el cielo. El zigurat ya no era necesario, o éste hubiera tenido que multiplicarse hasta llegar a soportar todas las moradas humadas, como si los humanos hubieran abandonado la tierra.
Es posible, entonces, que la diferencia entre zigurat y torre babélica, siempre tan señalada, no hubiera sido tanto, o no hubiera existido. De algún modo, puesto que se trataba de una construcción que se apoyaba en la tierra y se alzaba hacia el cielo, cuestionaba la perfecta estructura jerárquica que mediaba entre los dioses y los humanos, estructura que cualquier edificio siempre ha puesto en jaque.
La arquitectura siempre ha sido una muestra de orgullo. Dependiendo del valor que se otorgue a esta virtud (o este vicio), cambiará la consideración que la arquitectura suscite o merezca.
El arte ha servido -y sirve- para que el hombre se crea un dios. Quizá sea inevitable.
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Pedro, entiendo que tu interpretación de la torre de Babel se basa en los textos bíblicos, ¿no? ¿No hay otra referència? Si es así, la Babel bíblica se opone a la visión hebrea del templo.
ResponderEliminarEl Templo de Jerusalén se asemeja al zigurat (pre-Babel), puesto que tanto el uno como el otro son morada de dios, y los dos están vedados a los humanos (excepto para el sumo sacerdote).
Lo digo porque la descripción bíblica, a falta de documentación histórica,es más metafórica que real. Es decir, se invierte el sentido del zigurat para evidenciar la superioridad de Yahvé respecto a los falsos dioses babilonios. Yahvé escoge a su pueblo, no al revés. Mientras que los idólatras buscan entre sus dioses aquel que le sirva mejor.
El zigurat es un lugar sagrado, como el Templo de Jerusalén. La Torre de Babel es un mercado. Siempre desde el punto de vista hebreo, claro.
El punto de vista arquitectónico me resulta interesante aplicado a la Bíblia y a la religión en general (¡qué mejor expresión del hombre haciendo de dios que las catedrales!). Mi formación és de filologia hispánica y semítica, así que comprenderás que me entusiasmen todas las lecturas de la Bíblia. No és fácil encontrar enfoques más allá de los exegéticos o los literarios, que por supuesto son muy interesantes y básicos. Pero el análisis a través de la arquitectura le da aire fresco.
Antes de la Torre de Babel de los descendientes de Noé habló diferentes idiomas (Génesis 10: 5 Jafet Cam 10:20; 10:31). Creo que es la referencia religiosa, en el sentido de que todo el mundo conocía al Único Dios. Ellos Lo desafiaron a lo largo del ejemplo de Egipto y fueron esparcidas en el conocimiento religioso de el verdadero Dios
EliminarBuenas tardes
ResponderEliminarmuchas gracias por el comentario.
En efecto, el breve texto solo se apoya en el AT, en el Poema de gilgamesh y en interpretaciones relativamente recientes sobre el zigurat, así como en Herodoto (dijera o no la verdad).
Pero su comentario me muestra que debería explorar la mística hebrea para hallar, quizá, nuevas lecturas de la Torre de Babel
Gracias de nuevo
Atentamente
no lo entendi pero bueno a nada es para mi tarea de historia
ResponderEliminarhola
ResponderEliminarSea como fuere el edificio de babel y los posteriores zigurats, representan el esfuerzo humano por alcanzar lo divino. Y cuando todo indicaba que el conjunto social se uniría en este propósito fatuo, Dios los dispersó de manera sobrenatural generando tiempo y espacio para la diversidad en la cual germinaría su pueblo redimido. Cuando Dios se encarnó y bajó en Cristo, no fue a la manera humana, o sea, entre las corruptas clases dominantes.
ResponderEliminaruna pregunta, que relacion tienen entre ellos?osea, la torre de babel y las ziggurat de babilonia?
ResponderEliminarEl mito de la Torre de Babel se funda en la existencia del zigurat del templo de Marduk -el dios protector de Babilonia y cabeza del panteón babilónico- en la ciudad de Babilonia.
EliminarPodríamos decir que son lo mismo salvo que la torre es imaginaria y la otra construcción bien real, aunque nada quede de ella.