Españoles que viven la mitad del año en Alepo (Siria) comentan que la vida en esta ciudad, hasta ahora tranquila -y tradicionalmente muy segura- se degrada. Empiezan a faltar alimentos (dos horas de cola en panaderías) y gasolina; bandas armadas (¿criminales, ladrones, milicianos, religiosos "fundamentalistas", "extrema derechistas", policías, militares?) circulan armados por la noche; se oyen disparos; la violencia despunta. Robos y violaciones.
La carretera de Damasco a Alepo está cortada -pasa cerca de Homs. Numerosos controles, cabe Alepo, impiden desplazarse hacia el sur. Alepo, la segunda ciudad del pais tras Damasco, casi tan poblada como Barcelona, está en parte sitiada.
Las carreteras de Damsco hacia el oeste del país también están cortadas.
El ejército campa en las ruinas de Palmira. Instalado en la ciudadela, situada en un altozano que domina el oasis que acoge tanto la ciudad nueva cuanto las ruinas arqueológicas de la antigua Palmira, disparan a todo aquel se acerca a este emplazamiento, cuya amplia infraestructura turística se ha hundido.
No se sabe qué hacer.
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