lunes, 15 de octubre de 2018

Camarón en La Mina














Fotos: Tocho, octubre de 2018


La estatuaria pública busca tener sentido; pero casi nunca lo alcanza. Por grande, extenso, complejo que se presente, por enigmático, visible o casi invisible, a menudo parece un objeto muerto que ni siquiera molesta. Pasa pronto desapercibido. Ni siquiera cuando se retira -por restauración o por motivos políticos o urbanísticos- nos damos cuenta de su ausencia. De algún modo no existe.
Sin embargo, entre dos degradados bloques del barrio de La Mina, en un extremo del gran espacio público enlosado que delimitan, en el que juegan niños, adultos discuten o toman el aire sentados en sillas de lona plegables alrededor de una mesa de camping, y un motorista da vueltas con una bandera pirata y una radio o un radiocasette que emite una canción de Camarón de la Isla a todo volumen, un escultor poco conocido, Nacho Falgueras (1955-2015), ha logrado un monumento que, pese a ser casi invisible en medio del gentío que pasa la tarde, todo el vecindario, incluso a calles de distancia, conoce con precisión: un busto de bronce a tamaño natural del cantaor Camarón de la Isla, situado en la alto de una estrecha peana metálica, atrapada entre los altos muros paralelos de las fachadas de los dos bloques. Y este retrato realista, casi anticuado o fuera del tiempo, con la boca abierta, los ojos rasgados y los rasgos doloridos, profundamente marcados por el cante, que podría quedar empequeñecido, irrisorio y ridículo, entre las dos moles continuas, como las paredes de una garganta,  y la multitud, obliga a detenerse.
No es tan solo un bloque de metal, sino una inesperada presencia, que apenas domina a los habitantes y que, de lejos, parece incluso más bajo que quienes están quietos o pasan a su lado sin mirarlo. ¿Por qué? No se sabe. quizá porque el escultor quiso tan solo rendir un discreto y seguramente sincero homenaje al modelo, y halló la altura correcta de miras para reflejar quién era el modelo representado, en medio de quienes le conocen, quizá le admiran y, desde luego, parece que le respetan.
No es habitual hallar un discreto monumento (con) sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario