martes, 20 de octubre de 2015

Casa del alma egipcia del Imperio Medio (primera mitad del segundo milenio aC)









Fotos: Tocho, octubre de 2015

El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York presenta una exposición dedicado al Imperio Medio, con piezas de museos norteamericanos y europeos: Ancient Egypt Transformed.
La muestra está centrada en los cambios que el Imperio Medio introdujo en la manera de percibir y organizar el mundo. El participio pasado del verbo transformar indica bien que el Imperio Medio, hasta ahora menos estudiado, nace de un cambio perdurable de formas que han entrada en crisis para siempre, cambio que trató de adaptarse a una nueva concepción de la vida y de las relaciones de poder.
Un faraón, Sesostris III, de largo reinado, cambió la imagen que se tenía de los monarcas. Se retrató a menudo con el rostro severo pero cansado (casi amargado, según se percibe hoy). Las arrugas, el rictus de la boca, no serían señales de su condición mortal, sino de una condición especial sometida al tiempo y sin embargo victoriosa o resistente al menos frente a la embestida del tiempo. Las marcas de la edad indicarían que el faraón vivió más tiempo, fue más sabio, aunque no alcanzó la inmortalidad. Se sabía que fallecería, pero el tiempo lo derribaría al cabo de cierto tiempo, un tiempo que no era concedido al común de los mortales.
En verdad, los faraones eran hijos de los dioses, pero se sabía que eran mortales. Tenían una doble naturaleza, humana y divina. El imperio Antiguo acentuó el carácter divino (a través de la representación del faraón en forma de esfinge), mientras que el imperio Medio destacó el lado humano.

El Imperio Medio recuperó, tras los años turbulentos del Primer Periodo Intermedio, las formas y las técnicas del Imperio Antiguo. Los faraones volvieron a erigir pirámides. Mas estas se sustentaban sobre un núcleo de ladrillos, no de bloques de piedra. Las propias pirámides simbolizaban la doble naturaleza, frágil y eterna a la vez, del faraón.

Entre las piezas de la exposición, destacan dos maquetas arquitectónicas de adobe, llamadas casas del alma. La que aquí se muestra es poco conocida. Pertenece al museo de Manchester. Las casas del alma fueron diminutos monumentos funerarios que clases muy modestas depositaban sobre un enterramiento en el desierto. Se usaron a finales del imperio Antiguo.
Ésta es más reciente. Carece del aspecto masivo de las maquetas más antiguas. Los pilares son más delgados; las formas más complejas, inútilmente complejas, como si quisieran, casi manierísticamente, compensar con el juego de volúmenes, la pérdida de solidez de las maquetas anteriores.
En este sentido, el Imperio Medio aparece como un periodo en el que el ser humano descubrió que ,los monarcas ya no moraban entre los dioses, sino entre los hombres si bien mediaban entre la tierra y el cielo. Precisamente porque ya no eran dioses pero no eran enteramente humanos permitieron una doble mirada sobre lo alto y lo bajo, y sobre sus diferencias., La condición divino se convirtió en un tema discutible y, por primera vez, la condición humana, hasta entonces despreciada, precisamente porque estaba aliada con la divina, empezó a merecer ser considerada. El ser humano en tanto que humano se fue precisando.

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