miércoles, 4 de octubre de 2017

Ocio v. negocio

Los últimos problemas -enfrentamientos, violencia, manifestaciones, oposiciones-, fruto y causa de crispación han llevado a algunas personas a considerar que la contemplación del arte distraía de los verdaderos problemas, y que su práctica o su reflexión era una pérdida de tiempo, una grave distracción.

La práctica y el juicio artísticos son ocupaciones superfluas. No implican una acción directa -para satisfacer necesidades, ansias, deseos- sino que la postergan. Requieren una cierta distancia  -con los impulsos- a fin de calibrar lo que se puede "hacer". La obra resultante -una creación, una reflexión: resultados semejantes- nace del freno de la necesidad para dar cabida y rienda al gusto por no responder de inmediato a las urgencias físicas. El arte requiere tiempo. El arte es una acción retrasada en el tiempo. Implica una relación pausada, meditada, detenida con la naturaleza. Obviamente, esa pausa no es necesaria para satisfacer los sentidos; por el contrario, no los colma de inmediato. Posterga su apaciguamiento. En culturas con urgencias, el arte está proscrito porque invita a la reflexión, a la acción indirecta o aplazada, y siempre ejecutada tras reflexión.

El arte forma parte del tiempo del ocio: es una práctica ociosa. Comentario en parte despreciativo: es una labor que llevan a cabo quienes no tienen nada (más) que hacer, que no responden a la llamada de la naturaleza o el cuerpo, que no obedecen a los mandatos de los sentidos (ciegos). La apertura de los ojos, la apertura de miras que el arte requiere no casa con la respuesta ciega e inmediata. El tiempo no tiene cabida cuando la revuelta. La violencia ciega, lo que conviene al enfrentamiento directo.

Ocio, sin embargo, viene del latín otium. El otium se traduce más bien por pausa. El ocio es un momento de detenimiento. El ocio implica tomar el tiempo necesario para reflexionar, es decir para no atender a las necesidades imperiosas -propias de los animales- sino para pensar en quienes somos y dónde estamos. El ocio no nos dispersa sino que nos hace humanos. Tomar el tiempo necesario hasta ver qué se puede hacer, que se tiene que hacer es una manifestación propiamente humana.

El negocio, en cambio, es la acción inversa: negociar es olvidarse del ocio. El negocio sí es una práctica ciega. Los negociantes se ocupan de asuntos mundanos, de bienes materiales con los que trafican. El negocio ciega. Negotium también es cansancio, abandono a la realidad. Lejos de invitar a la meditación, obliga a la acción sin sentido. Un negociador, en latín, es un banquero, solo preocupado por las riquezas que puede atesorar. el negocio es una muestra de egoísmo. El negociante no piensa (en los demás) sino en su propio beneficio -a costa de la miseria ajena. El negociante busca la ruina de los demás. Negotium también significa acción dañina, que se lleva a cabo para causar el mayor daño posible.

No sé si el arte debería ser una práctica, o un actitud más necesaria que nunca.

8 comentarios:

  1. "No sé si el arte debería ser una práctica, o un actitud más necesaria que nunca".
    Esto es sencillamente estupendo y conmovedor.
    Gracias por esto y por todo lo demás

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    1. Muchas gracias.
      Con la que cae en Barcelona, el arte es un consuelo. Fugaz, transitorio, sin duda, pero existente.

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  2. Sí, el arte es una práctica o una actitud necesaria en estos momentos. Ayer recibí de una amiga brasileña el catálogo de una exposición celebrada en Sâo Paulo sobre un escultor y mientras escuchaba en la radio las noticias y los análisis pasaba las hojas que mostraban el trabajo de Weissmann y sentí que, efectivamente, el arte, sea como práctica o como actitud, es lo único que nos puede salvar.
    Un saludo, Carmen

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    1. El arte, es cierto, nos hace olvidar la realidad, pero también nos ayuda a entenderla o soportarla. También, a veces, revela la verdadera faz de la realidad, lo que puede llegar a ser insoportable. Es un espejo que pon el acento sobre la belleza, pero también las aristas del mundo, sobre lo que debería ser y lo que no puede ser, lo que no debería ser.

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  3. Este artículo de Muñoz Molina "La subversión de la belleza" me ha recordado este "post".
    https://elpais.com/cultura/2017/10/18/babelia/1508342247_885969.html

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    1. Muchas gracias.
      El texto del blog no está a la altura de los artículos de Muñoz Molina -muy bien escritos y pensados-, pero muchas gracias.

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  4. Discrepo en cuanto a la altura del blog.
    Respecto a la necesidad del arte y la belleza me lo he preguntado a menudo como perteneciente al gremio artístico-artesanal :-). A veces me he dicho:el arte es algo que hacen unos locos para sí mismos y para que lo vean otros locos .
    No sé qué importancia tiene para una sociedad como tal,pero seguramente todos tenemos un sentido de la estética ;por ejemplo,no hay más que ver como llora un niño cuando le obligan a vestirse con algo que no le gusta.casi todo el mundo escucha música,casi todo el mundo pone interés en decorar su casa.Lo que pasa es que hay sentidos distintos del gusto.
    Me imagino que en esta reflexión siempre nos damos de bruces con el hecho de que nos movemos en lo subjetivo.
    Un saludo cordial

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    1. ¡Muchas gracias!
      Supongo que tenemos un innato sentido de la proporción y de la armonía, condicionado, sin embargo, por la cultura, las convenciones.
      Eso no significa que todos seamos artistas. Aunque aprendamos a escribir, dibujar o pintar,bien es cierto que algunas personas saben -o intuyen- cuando deben operar, cómo y cuándo parar; intuyen qué se puede reflejar, cómo y hasta dónde; tienen una visión que otros no tenemos, perciben lo que no nos damos cuenta. La noción de genio está desacreditada, pero eso no significa que la obra de todo el mundo sea equivalente, del mismo modo que no todo lo que hacemos tiene el mismo interés. Picasso produjo obras mediocres, pero es obvio que su obra sobrevuela la producción artística occidental del siglo XX. También es cierto que el conocimiento de un arte y una cultura nos permite disfrutar de obras ue, de otro modo, hubiéramos rechazado o nos hubieran pasado desapercibidas. ¿Apreciamos lo que percibimos o lo que sabemos? Es posible que la respuesta esté entre ambas opiniones.
      Un atento saludo

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