Fotos: Tocho, Art Institute, Chicago, noviembre de 2021, y Google Images.
¿Miró? ¿Kandinsky?
No se trata de escribir sobre el para mi, hasta ayer, desconocido pintor japonés Onshi Koshiro, una gran parte de cuyos grabados -fue un maravilloso grabador que, sorprendentemente, nunca produjo ediciones de sus grabados, que se convirtieron en obras únicas- se halla en las colecciones del Art Institute de Chicago, sino de constatar que la historia del arte debería recorrer muchos más caminos que los habitualmente hollados, y no siempre secundarios.
Podríamos pensar que teniendo a Kandinsky o a Miró, la obra de Koshiro es redundante o inútil, pero, mas allá de formas o modismos abstractos tomados de la abstracción convencional o asumida, Koshiro aporta una manera de ubicar las formas en el plano del papel, y de recorrerlas con líneas onduladas que son apenas trazas, que no suelen encontrarse en la pintura occidental; en el caso de hallarse, como en algunas obras de Miró, sin duda la corriente fue de Japón a España, quizá de Koshiro a Miró, en un diálogo fructífero que quizá solo se diera imaginariamente.
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