La búsqueda de artistas olvidadas en los últimos años han desvelado fotógrafas de la talla de Florence Henry, una de las estrellas de la actual Bienal de Arte de Venecia, a quien ya se le dedicó una antología en las Termas de Diocleciano en Roma en 2015, precedida, un año antes, por una exposición en la Pinacoteca de Arte Moderno de Múnich, dedicada sobre todo a su obra ajena a Roma.
El lugar, Roma, era lógico. Las fotografías y los fotomontajes de ruinas romanas de Henry, muchas presentadas como autorretratos, constituyen unas de las mejores interpretaciones del arte Romano (recurriendo a técnicas como la somatización) y del sentimiento que suscita en el que se conjuga la nostalgia, la admiración y la irritación.
Aunque nacida en los Estados Unidos, Florence Henry, tras años sin nacionalidad, acabó como Suiza por una matrimonio quizá de conveniencia. Fue música y pintora en sus inicios. Formada el el taller de Léger en París, siguió los cursos de fotografía de su maestro Moholy-Nagy en la Bauhaus. Sus fotografías de las ruinas romanas, que la acercaron a de Chirico y el surrealismo, son solo una parte de su producción que destaca por el uso de espejos y vidrios, produciendo composiciones en las que es imposible distinguir la realidad de los reflejos. Tras las Segunda Mundial se instaló en París, abrió un taller de fotografía para sobrevivir y fue cayendo en el olvido.
https://www.icp.org/browse/archive/objects/rome-photomontage-3
Otras obras de Henry:
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