La célebre Casa de la Cascada, del arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright, construida en el Pueblo de Mill Run (Pennsylvania, EEUU) en 1936: un hermoso despropósito.
Una casa de veraneo encargada por Edgar Kauffman. propietario de los grandes almacenes de la ciudad vecina de Pittsburg antes de la Segunda Guerra Mundial. El lugar fue escogido por el dueño (en lo hondo de un valle, en lo más profundo de un frío bosque, cabe un caudaloso curso de agua partido por un triple salto); la ubicación exacta, sin embargo, impuesta por el arquitecto. La casa se levantaría sobre el principal salto de agua. Sería lo único del bosque que no se vería pero se escucharía, día y noche, el bramido del agua bajo el edificio. Éste se inunda con las crecidas de los ríos cuando las tormentas tropicales, y se cubre de barro, y el agua gotea incesantemente en el interior de la casa debido a la peculiar idoneidad de una cubierta plana en un entorno donde llueve constantemente. Es una casa submarina.
La casa de apoya sobre unas rocas que la traspasan. En el interior, relativamente oscuro, aquéllas sobresalen del suelo compuesto también por extensas placas de piedra irregulares, que otorgan un curioso carácter desértico -insólito en el lugar, como insólito es el color de arena del hormigón con el que han sido construidos las barandillas macizas y continuas, y los extensos y delgados voladizos, extendidos sobre las aguas (que han tenido que ser reforzados).
La casa pertenece a otro mundo, otro clima. Desplazada a este lugar, en un bosque de Pennsylvania, trastoca el paisaje y se muestra como una hipnótica, alucinada, y paradójica construcción, que recuerda los extraños y solitarios paisaje pétreos del pintor surrealista francés Yves Tamguy.
Un gran cuadro de Diego Rivera, Niña Dormida ( ver arriba) colgado en la casa, da el tono de la casa (Rivera y Frida Kahlo, amigos de los dueños, vivieron en la Casa de la Cascada): la obra es el término ensoñador de un descenso abrupto por un bosque encantado, alentado por un torrente que zigzaguea y salta por entre los árboles, donde nada es lo que parece, acogiendo a una casa del desierto suspendida sobre una cascada, como solo ocurre en los sueños. Una casa alucinada -fascinante, y seguramente invivible (salvo en sueños).
Es bellisima ,por dentro y por fuera.El interior resulta muy calido a pesar de ser tan grande.El problema para mi es que vivir en el fondo de un valle y sobre una cascada ,con el fragor continuo del agua cayendo no debe de ser facil .
ResponderEliminarEl ruido es ensordecedor. Especialmente cuando la cascada lleva mucha agua como en estos días. Es cierto que se han cambiado los cristales originales Oort otros más gruesos y dotados de filtros, pero aún así no sé si se puede vivir tranquilamente, toda vez que ningún otro sonido puede disimular el constante ruido de la caída del agua . Es más una casa para mostrar que para vivir. Una casa donde el sol no le llega, bastante oscura por dentro.
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