jueves, 4 de abril de 2024

Un alto en el camino

 Llegan nuevos aires en los estudios de arquitectura.

La urgencia climática está ante nosotros o ya nos envuelve. El arquitecto debe poder responder eficazmente ante la urgencia. El estudiante de arquitectura ya no puede contentarse con las asignaturas que configuran un plan de estudios. Las asignaturas proyectuales, acompañadas de refuerzos técnico-constructivos, debe poder ofrecer soluciones de hábitats preparados para los inquietantes nuevos tiempos. Y ya no se puede esperar.

El primer director de la primera escuela de arquitectura española, ubicada en Madrid a mitad del siglo XIX, Francisco Jareño, urgió a un cambió del plan de estudios reforzando los contenidos técnicos y constructivos para responder las necesidades y desafíos sociales a los que la arquitectura debía responder. La urgencia del reto, el planteo y las soluciones aportadas parecían anticiparse a la reacción actual ante un sombrío porvenir.  

Se debía reforzar el "conocimiento, fabricación y manipulación de materiales. Lecciones sobre estereotomía de la piedra, de la madera y del hierro. Sobre la resistencia de materiales y estabilidad de las construcciones. La hidráulica y conducción de aguas.  y sobre motores y máquinas empleadas en la construcción."

Es decir, la arquitectura, que hasta entonces se distinguía de la ingeniería por sus contenidos históricos, teóricos y artísticos, podía volver a acercarse a la ingeniería, para poder responder con prontitud y eficacia a los graves problemas venideros causados por la creciente industrialización y la pauperización de una gran parte de la sociedad, reducida a una condición fabril cercana a la esclavitud.

Sin embargo, no abandonó, sino que reforzó "la Historia de la Arquitectura, que —junto con Dibujo de conjuntos— debía preceder al estudio de la Teoría del Arte". La acción requería un alto, una mirada a lo que los hombres del pasado emprendieron. La acción no podía llevarse a cabo sin una teoría, palabra que significa una meditada observación que detiene la acción que quizá no deba llevarse a cabo. La teoría se une a la ética, que valora los fines perseguidos, los valores sustentan y dan sentido a toda acción.

¿Es por tanto la principal misión de la arquitectura actuar con inmediatez?

Quienes defienden esta concepción de la arquitectura ponen como ejemplo de las tareas urgentes del arquitecto ante los desastres, la construcción y reconstrucción llevadas a cabo tras la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Los resultados son conocidos. 

La construcción es un hacer; la arquitectura, en cambio, es un reflexionar. Ante las urgencias, la arquitectura debe centrarse en su campo específico: ahondar en la historia para estudiar como los retos del pasado han sido abordados; debe reflexionar sobre qué es un habitar y sobre todo qué es habitar. Debe pensar en la vida próxima, en el lugar que ocupamos en el mundo; debe leer, escribir, pensar en voz alta y en voz baja. Es una voz de la conciencia que permite medir el alcance de lo que se proyecta, de la necesidad del proyecto, de los fines y las consecuencias de nuestros actos. Lejos de activar la acción, debe pensar en lo que se hace, porqué se hace, y cuales son los valores que se persiguen. La arquitectura es pensamiento. Y éste se practica en silencio pero también es fruto del diálogo, del intercambio. 

El pensamiento no es renuncia. La palabra latina facere (hacer) tiene la misma etimología que la palabra griega thema (tema) que se traduce por entrega, colocación (de un objeto, por ejemplo, como los cimientos o fundaciones de un edificio: lo que da sentido y solidez a lo que se asienta sobre esta base. El tema es lo que ocupa una reflexión.

Hacerse preguntas es la más noble actividad: dudar, analizar, preguntar, saberse frágil, confiando sin embargo en n la riqueza y fuerza del intercambio de puntos de vista. 

La respuesta ante la urgencia es la meditación, la meditada reflexión. No hay tiempo que perder, posiblemente se aduzca. Pero el tiempo reflexivo no es tiempo perdido. Evita lo irreparable. Una actitud serena debe imperar. Y no son las asignaturas que invitan al hacer práctico las más adecuadas al recogimiento que se debería "practicar". Ante el caos, el silencio. Ante el desorden, el orden de las ideas. 


Para M.R.V, F.S.-B. y J.J.F

 

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