sábado, 22 de marzo de 2025

Caníbales

El ensayista francés Míchel de Montaigne escribió, en la primera mitad del siglo XVI, sobre los pueblos de la “India” con los que los europeos habían entrado en contacto y en conflicto unos pocos decenios antes. Considerados unos salvajes, paganos y sanguinarios, se les sometió, esclavizó  y cristianizó.

Montaigne no dudaba del carácter sanguinario de los sacrificios humanos practicados a gran escala por algunas culturas como los aztecas cuyas víctimas eran prisioneros de guerra -guerras que se declaraban precisamente para disponer de víctimas sacrificiales.

Mas, 

“no dejo de reconocer la barbarie y el horror que supone el comerse al enemigo, mas sí me sorprende que comprendamos y veamos sus faltas y seamos ciegos para reconocer las nuestras. Creo que es más bárbaro comerse a un hombre vivo que comérselo muerto; desgarrar por medio de suplicios y tormentos un cuerpo todavía lleno de vida, asarlo lentamente, y echarlo luego a los perros o a los cerdos; esto, no sólo lo hemos leído, sino que lo hemos visto recientemente, y no es que se tratara de antiguos enemigos, sino de vecinos y conciudadanos, con la agravante circunstancia de que para la comisión de tal horror sirvieron de pretexto la piedad y la religión. Esto es más bárbaro que asar el cuerpo de un hombre y comérselo, después de muerto.”

(Míchel de Montaigne: Ensayos, I, xxx: “Los caníbales”).

Montaigne supo ver la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. 

Quizá podríamos leerlo o volver a leerlo. Un bálsamo contra la furia y el fanatismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario