Incertidumbre: una palabra o un concepto que se conjuga hoy en múltiples ocasiones y contextos. Esta palabra ha llegado incluso a la arquitectura, un arte, en principio, que requiere fundamentos y cimientos, y se erigir como un emblema de solidez y permanencia.
Mas, ¿qué implica este palabra, qué imágenes desvela?
Cierto -certus, en latín- es un adjetivo con tres significados relacionados. Certus significa resuelto, decidido. Se refiere a la actitud de quien sabe lo que tiene que hacer y toma su destino en mano. Nada le apartará de lo que está convencido es su misión. Esta confianza en uno mismo podría bordear la obcecación, una actitud lejos de la amplitud de miras necesaria para abordar un trabajo que requiere concentración y discernimiento. Pero certus también implica estar seguro de lo que uno dice y hace. Y, además, todo lo que se emprende debe ser preciso: precisión de los gestos y los términos, libres de añadidos innecesarios que emborronan lo que se persigue. La franqueza, y la claridad, la clarividencia igualmente son requisitos imprescindibles para lograr los propósitos que uno quiere alcanzar, estando seguro, confiado en lograrlo.
Certus se relaciona con el verbo latino cernere (de ahí, discernir). Este verbo significa separar, cribar y tamizar. Designa la acción que permite separar el grano de la paja (en sentido directo y metafórico: abandonar lo que emborrona para dejar solo lo que brilla, lo puro y limpio). Cernere designa pues la acción de conocer y reconocer tanto sensiblemente, de un golpe de vista certero, como inteligentemente, tras mesurada, meditada reflexión. En cualquier caso, se trata de una acción que persigue la claridad; busca echar luz sobre un problema necesariamente oscuro, que impide englobar con la vista las soluciones a un misterio.
Esta capacidad de hallar un camino en medio de la maleza proviene de un término griego anterior: el verbo krinein, que ha dado las palabras crisis y crítica. La incertidumbre se asocia a la crisis: periodos durante los cuales se tambalean los postulados fundados y se nublan las vistas. Pero crisis, en griego, designa no una situación sino una actitud: la de quien se enfrenta a un problema y lo estudia, delimitando su alcance: criticar es separar; realizar un corte para extraer un problema a fin de analizarlo sin el ruido circundante. Es así como, pudiendo centrarse el crítico en lo que persigue, logra entender, descifrar y resolver el problema.
La incertidumbre es lo opuesto de la certeza. Ésta se asocia a la claridad y a la delimitación, a la caracterización, que permite proceder de manera segura. La incertidumbre pone en crisis la seguridad que acarrea la certeza.
Pero la propia incertidumbre conlleva la propia resolución del problema, porque invita a un esfuerzo de concentración, de contención y de reflexión para poder lograr ver en medio de la oscuridad. La certeza, por el contrario, conlleva cierto abandono. Uno se confía. Y acaba errando.
La incertidumbre es el motor de la investigación. Porque no se ve se busca como ver. Como los límites se desdibujan, se tantean aproximaciones hasta dar con un bus que lleva a una solución, a una resolución. Con certezas no se avanza. El apoltronamiento y el desinterés son fruto de un exceso de confianza. La certeza impide pensar
Bienvenido el replanteo al que obligan los tiempos inciertos. La vida es andar a tientas. La luz a menudo ciega.
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