“El más adecuado terreno, el que se encuentra más sujeto a error e impostura, es el discurrir sobre las cosas desconocidas pues en primer lugar, la singularidad misma del asunto hace que las concedamos crédito, y luego, como esas cosas no forman la materia corriente de nuestra reflexión, nos quitan el medio de combatirlas. Por eso dice Platón que es mucho más fácil cautivar a un auditorio cuando se le habla de la naturaleza de los dioses que cuando se trata de la naturaleza de los hombres; la ignorancia de los oyentes procura libertad grande al ocuparse de una cuestión oculta. De aquí se sigue que nada se cree con mayor firmeza que aquello que se conoce menos.”
(Míchel de Montaigne: Ensayos, I, xxxi: “ De la conveniencia de juzgar sobriamente de las cosas divinas”)
Podríamos o deberíamos reproducir casi todos los capítulos de los Ensayos. Y recapacitar -sobre nuestro tiempo.
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