"La Cátedra pretende superar una formación teórica, a menudo excesiva....": tal es el ideario de la Cátedra Blanca, esta insólita colaboración entre una asociación privada y universidades públicas, que favorece el uso del hormigón en la construcción, llevando a los alumnos de arquitectura a escoger este material en sus proyectos y enseñándoles cómo utilizarlo.
La teoría, según el ideario de la Cátedra Blanca, es excesiva en los estudios de arquitectura, y actúa en detrimento de la formación práctica. Ideario que se suele seguir en estas escuelas. El arquitecto no debe pensar sino actuar. Pasó el tiempo de la reflexión.
La "teoría del arte" mesopotámica aporta algunos datos curiosos.
Dim2 es un verbo sumerio común. Designa una acción habitual, material. Se traduce por hacer u obrar. Entra en la composición del sustantivo sidim, que significa "arquitecto", constructor, maestro de obras. Su traducción acadio es el verbo banû, que también significa edificar u obrar, y que se halla, a través del árabe, en el origen de nuestro moderno término albañil.
Pero dim2 tiene más significados -o matices.
En, por ejemplo, la epopeya de Gilgamesh y Aga, dos reyes enfrentados, la contienda se plantea en términos "sicológicos" antes que físicos. Ambos reyes tratan vencer al otro haciéndole perder la cabeza, buscando que razone de manera equivocada, tenga una percepción errónea de la situación y calcule o maquine mal un plan de ataque o de réplica. Dos términos son reiteradamente utilizados: galga, que se suele traducir por razón, juicio, decisión, y que es precisamente la facultad que se busca turbar (con noticias falsas, e invocando a los poderes sobrenaturales para que ofusque al enemigo), y dim2-ma: esta expresión se suele traducir por razonamiento, sin que quede claro que diferencia tenía que existir entre galga y dim2-ma. Quizá un buen dim2-ma (capacidad de razonar) permitía prestar atención a los debidos galga (consejos, advertencias).
Como vemos dim2-ma se compone del verbo dim2: el razonamiento o, según algunos autores, el entendimiento (una facultad "anímica" superior) era la capacidad de planificar bien, de articular "bien" conceptos o ideas adecuados, de construir argumentos convincentes. La edificación física se instituía como una imagen de la edificación mental. Construir era una buena imagen del pensar. No debe de ser casualidad si galga se escribía ga2-al-ga, significando ga2 casa o emplazamiento. Pensar era pensar cómo estar en la tierra; el "verdadero" pensamiento era arquitectónico, no solo porque discernía u otorgaba estructuras en el mundo, sino porque instauraba un "espacio de reflexión"; reflexión que solo puede tener "lugar", y validez, si se produce cuando uno se halla o se siente seguro, es decir protegido, cuando habita "bien" -y el bien le habita- , cuando posee un lugar donde pensar.
Solo los "buenos" constructores podían pensar "bien": tener un punto de vista adecuado, y la capacidad de razonar, sobre el mundo. La práctica no se oponía a la teoría. La daba paso. Entre planear o idear y trazar planos, entre los planes y los planos, no cabía diferencia alguna. Un buen plan se visualizaba a través de un plano correctamente trazado. El proyecto y la construcción ilustraban sobre el "pensamiento" del constructor u arquitecto.
Curiosamente, cinco mil años más tarde, se diría que esta relación se ha roto. Y así ha quedado el nivel medio de la construcción en España.
Agradezco a Jordi Abadal y Lluis Feliu las correctas traducciones.
sábado, 21 de mayo de 2011
(Alegoría arquitectónica). Co Hoedeman: The Sand Castle (Castillo de arena) (1977)
Oscar al mejor corto de animación, 1977
jueves, 19 de mayo de 2011
Michel Dudok de Wit (1953): Father and Daughter (Padre e hija) (2000)
Oscar al mejor corto de animación, 2000
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(Guggenheim, Guggenheimcito...). Otro cuento de fantasmas arquitectónico
Museo de Tito Bustillo, Ribadesella
Las villas marineras de Asturias no iban a ser menos (hermosas) que las del País Vasco.
La bajada a remo de una ría, y familiares plebeyos de una futura reina dan lustre a un villorrio de mansiones de veraneo decimonónicas.
Pero es una cueva prehistórica cabe el pueblo, con algunas de las mejores pinturas que se conocen, su tesoro más preciado. Los turistas, empero, se desplazan, en verano, para contemplar esta maravilla, más no pernoctan. Apenas gastan en el pueblo.
Hace años, la consejería de cultura asturiana decidió construir un pequeño museo y centro de interpretación del arte paleolítico. El alcalde el pueblo, empero, de un partido rival, rechazó con desdeño la propuesta y los fondos brindados: aquélla era pequeña, no tenía ambición. Si Bilbao tenía el museo Guggenheim, el tamaño del museo de la prehistoria tenía que estar, cuanto menos, a la altura de aquél.
El alcalde contaba con un arma secreta. La promesa de fondos sin fondo para el nuevo museo del por el aquel entonces Ministro de Fomento. Ante maná semejante, calderilla era la ayuda de la consejería autonómica.
El alcalde organizó un concurso. de arquitectura para edificar el museo. El solar se hallaba cerca de unos terrenos que el alcalde había adquirido para edificar un hotel ante la previsión de hordas de turistas. Éstos se quedarían dos días, al menos.
Ni forrando la fachada de oro se lograba gastar el presupuesto destinado al museo.
El Ministro de Fomento cayó en desgracia por un lío de faldas. Pocos meses después, todo el gobierno español se derrumbó. Estábamos en marzo de 2004.
Se descubrió entonces que el antiguo Ministro de Fomento había prometido fondos por doquier a todos los pueblos afines a su partido. Fondos que nunca habían existido.
Pero el alcalde ya había firmado el contrato con el equipo de arquitectos ganador del concurso. Se dirigió entonces a la consejería autonómica. Ésta, entretanto, había destinado los fondos previstos para el museo prehistórico a otro museo, también prehistórico -cuyo programa era tan parecido que incluía incluso una réplica de la cueva paleolítica de la villa marítima-, que se estaba construyendo a muy pocos quilómetros.
¿Dos museos idénticos, financiados con ingentes fondos públicos, distantes unos pocos quilómetros? Parece imposible.
La Consejería acabó ofreciendo fondos modestos para un museo que ya no era necesario. El alcalde los volvió a rechazar. Exigía las decenas de millones de euros que pensaba destinar a "su" museo.
Tras años de negociaciones, se rindió. La sombra de un proceso por incumplimiento de contrato acechaba. Aceptó que el coste del museo se redujera sustancialmente.
Convocó un segundo concurso para escoger al arquitecto que dirigiría la obra. Quién fallaba está hoy enjuiciado. Cobró una importante comisión. Escogió, no a los autores del proyecto, sino a un arquitecto conocido no por sus obras.
El museo se ha inaugurado tras casi diez años de obras y un pozo de fondos públicos gastados.
Y el antiguo Ministro de Fomento vuelve a rondar por Asturias.
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Josh Raskin : I Met the Walrus (2006-2007)
Seleccionado para el Oscar al Mejor Corto de Animación, 2008
Premio Emmy a una obra que ofrece "Nuevos Acercamientos" al arte, 2009
martes, 17 de mayo de 2011
Guggenheim, Guggenheimcito: dime qué museo es más grande
Museo Balenciaga, Guetaria. Estado de la obra en el momento de la destitución del arquitecto. La obra estaba, según los promotores, terminada, lista para el interiorismo.
Érase una hermosa villa del País Vasco. Tenía un ciudadano ilustre: un célebre sastre de alta costura; para muchos, el mejor de la historia, y maestro de todos los grandes sastres, franceses incluso, del siglo XX.
Se decidió abrir un museo en su honor con una buena colección representativa de sus trajes femeninos. Una gran mansión fue puesta a disposición de la fundación recién creada. El presidente era el alcalde. Éste encargó directamente a un arquitecto cubano, amigo suyo (en lenguaje tabernario, la palabra es otra) el proyecto del museo. Su título no estaba homologado, por lo que no podía ejercer de arquitecto. Pero pretendía construir un museo que iba a revolucionar la historia de la arquitectura.
Doce millones de euros públicos más tarde, y un inmenso edificio de vidrio oscuro "limousine" -techo incluido- a medio hacer, sostenido por una estructura metálica blanca inclinada, en forma de ondulante molde de plum-cake (o de mastaba egipcia), de paredes curvas en pendiente, que aplasta visualmente al caserón existente, el arquitecto fue destituido: no se sabía cómo terminar la obra. No se podía acceder a las plantas: no existían escaleras. No existía proyecto de iluninación. Los paneles de vidrio entregaban directamente a tierra. No siquiera se sabía cómo concluir la fachada.
Mientras, trajes desaparecieron de la fundación; valiosos dibujos fueron regalados a esposas de políticos del partido mayoritario.
Se convocó un concurso de interiorismo. Lo ganó legalmente uno de los mejores estudios de arquitectura de España. Por interiorismo los organizadores entendían completar la fachada, o rehacerla, disponer núcleos de comunicación, resolver la unión del edificio con las construcciones vecinas, y con el suelo.
La dirección de obra respondió a un tercer concurso. Obtuvo el primer premio, contra todo pronóstico, una pequeña empresa fundada por familiares de un influyente obispo de la región, un pilar de la iglesia católica. No pudo llevar a cabo la obra. Contrató, primeramente, a todo el equipo asesor y técnico de los arquitectos del proyecto de "interiorismo" -que, por lógica y economía, hubieran tenido que dirigir la obra de reforma interior y exterior que habían proyectado-. Los trabajos tampoco avanzaron. Aquéllos acabaron siendo subcontratados para salvar los muebles.
La obra habrá costado diecisiete millones de euros. Se ha construido prácticamente dos veces.
El arquitecto y el alcalde están procesados. Nadie más. Como si nadie fuera responsable.
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