lunes, 4 de abril de 2016
LOU REED (1942-2013): BERLIN (BATACLAN, PARÍS, 1972)
La Cité de la Musique de París presenta una extensa exposición dedicada al fugaz grupo Velvet Underground, de los años 60, del que Lou Reed formaba parte.
Tras la separación, Lou Reed dio un concierto en la hoy de trágico recuerdo sala Bataclan de París -cantando una de las canciones de su LP Berlin, con John Cale, miembro igualmente del disuelto grupo antes citado, al piano-, cuya grabación, hasta ahora inédita -creo-, se incluye en esta muestra.
Lo público y lo privado (la ciudad y el hogar)
Una comunidad (una ciudad) es un espacio habitable si se muestra cómo un lugar de convivencia: un espacio donde se discuten, se dirimen y se solventar diferencias de tal modo que los humanos puedan vivir en común y compartir bienes, ideas y experiencias.
Para que eso ocurra, es necesario que cada persona se encuentre bien. solo así estar predispuesta y dispuesta a dialogar, a abrirse sin miedo a los demás. Cada persona, por tanto, tiene que tener el tiempo y el lugar para reflexionar, para encontrarse consigo misma. Necesita un espacio propio. El hogar constituye el espacio propio más habitual: un espacio privado.
La casa tiene sentido como lugar de recogida. Ofrece seguridad -una sensación de seguridad, de privacidad- que permite sentirse a gusto, es decir, dispuesto a compartir.
Pero una casa no es una cárcel. Tiene que permitir la salida al exterior. Solo tiene sentido si constituye la antesala del exterior, donde se acude para dialogar en el espacio público. Al mismo tiempo, éste es oportuno si permite, cuando sea necesario, recogerse, si ofrece la libertad de pensamiento y movimiento.
Lo público y lo privado no se oponen: se necesitan. La casa es un espacio de meditación para pensar mejor de lo que se tiene que hablar en público, lo que se tiene que hacer en conjunción con los demás. La plaza pública, la ciudad, es el lugar donde se pueden cotejar y confrontar ideas. La casa es un espacio de recogida y de salida. Sin espacio público, la casa no existe (en tanto que espacio dotado de valores). Sin casa, el espacio público es un infierno porque impide cualquier reflexión -que redunda en beneficio de la colectividad.
Los muros de las casas son espacios de tránsito. No son barreras sino puertas. Ambos espacios, público y privado, son la condición para que podamos habitar bien, para poder estar "bien" en la tierra.
Para que eso ocurra, es necesario que cada persona se encuentre bien. solo así estar predispuesta y dispuesta a dialogar, a abrirse sin miedo a los demás. Cada persona, por tanto, tiene que tener el tiempo y el lugar para reflexionar, para encontrarse consigo misma. Necesita un espacio propio. El hogar constituye el espacio propio más habitual: un espacio privado.
La casa tiene sentido como lugar de recogida. Ofrece seguridad -una sensación de seguridad, de privacidad- que permite sentirse a gusto, es decir, dispuesto a compartir.
Pero una casa no es una cárcel. Tiene que permitir la salida al exterior. Solo tiene sentido si constituye la antesala del exterior, donde se acude para dialogar en el espacio público. Al mismo tiempo, éste es oportuno si permite, cuando sea necesario, recogerse, si ofrece la libertad de pensamiento y movimiento.
Lo público y lo privado no se oponen: se necesitan. La casa es un espacio de meditación para pensar mejor de lo que se tiene que hablar en público, lo que se tiene que hacer en conjunción con los demás. La plaza pública, la ciudad, es el lugar donde se pueden cotejar y confrontar ideas. La casa es un espacio de recogida y de salida. Sin espacio público, la casa no existe (en tanto que espacio dotado de valores). Sin casa, el espacio público es un infierno porque impide cualquier reflexión -que redunda en beneficio de la colectividad.
Los muros de las casas son espacios de tránsito. No son barreras sino puertas. Ambos espacios, público y privado, son la condición para que podamos habitar bien, para poder estar "bien" en la tierra.
domingo, 3 de abril de 2016
PJ HARVEY (1969): THE WHEEL (2016)
Video-clip rodado en Pristina, capital de la República del Kosovo.
Ética y estética
La estética es el estudio crítico, la valoración de las cualidades de las cosas, principalmente de las cosas creadas por los hombres, comparadas o evaluadas a partir de criterios que tienen en cuenta los beneficios vitales de las cosas, qué aportan a la vida. Así, es bello -o feo- la creación que redunda en beneficio -o en detrimento- de la vida.
La ética valora las consecuencias de la acción humana, a partir de normas o criterios que también tienen en cuenta los beneficios vitales de los gestos. Una acción éticamente defendible es aquella que redunda en favor de la vida.
Ética viene del griego ethos. Esta palabra significa costumbre o manera de ser de una persona. La ética, en su origen, determina la relación que un ser mantiene con el entorno, cómo se comporta, se mueve, actúa, se expresa, qué gestos emprende, cuales son sus reglas. La ética es el estudio del carácter de una persona, su manera de ser y de estar.
Ética y estética están íntimamente asociados. La ética estudia las relaciones entre una persona (un ser) y el entorno, cómo un ser se encuentra, está en un lugar. Valora las influencias mutuas, cómo un ser condiciona el entorno y es determinado por éste.
Toda vez que la estética analiza las cualidades de las cosas que benefician la vida, solo se puede estar "bien", es decir, lleno de vida, en un entorno favorable, es decir bello. La belleza es, así, la cualidad de las cosas que nos hacen sentir bien y que invitan a beneficiar la vida, es decir, a seguir mejorando el entorno. Al mismo tiempo, un acto moral es aquel que actúa de tal modo que logra mejorar la vida, lo que nos rodea, a fin que nos encontremos a "gusto", es decir, un acto moral es aquel que logra embellecer el mundo pues solo así podremos vivir plenamente. Cualquier gesto o palabra que hagan daño atentan contra la vida: no pueden ser hermosos -aunque un suicidio puede ser hermoso, si permite que la persona que se quita la vida elimine el daño que causa o ha causado y puede así estar a la altura de los valores a los que ha faltado.
La ética valora las consecuencias de la acción humana, a partir de normas o criterios que también tienen en cuenta los beneficios vitales de los gestos. Una acción éticamente defendible es aquella que redunda en favor de la vida.
Ética viene del griego ethos. Esta palabra significa costumbre o manera de ser de una persona. La ética, en su origen, determina la relación que un ser mantiene con el entorno, cómo se comporta, se mueve, actúa, se expresa, qué gestos emprende, cuales son sus reglas. La ética es el estudio del carácter de una persona, su manera de ser y de estar.
Ética y estética están íntimamente asociados. La ética estudia las relaciones entre una persona (un ser) y el entorno, cómo un ser se encuentra, está en un lugar. Valora las influencias mutuas, cómo un ser condiciona el entorno y es determinado por éste.
Toda vez que la estética analiza las cualidades de las cosas que benefician la vida, solo se puede estar "bien", es decir, lleno de vida, en un entorno favorable, es decir bello. La belleza es, así, la cualidad de las cosas que nos hacen sentir bien y que invitan a beneficiar la vida, es decir, a seguir mejorando el entorno. Al mismo tiempo, un acto moral es aquel que actúa de tal modo que logra mejorar la vida, lo que nos rodea, a fin que nos encontremos a "gusto", es decir, un acto moral es aquel que logra embellecer el mundo pues solo así podremos vivir plenamente. Cualquier gesto o palabra que hagan daño atentan contra la vida: no pueden ser hermosos -aunque un suicidio puede ser hermoso, si permite que la persona que se quita la vida elimine el daño que causa o ha causado y puede así estar a la altura de los valores a los que ha faltado.
sábado, 2 de abril de 2016
Margaritas para....
Benditos fueron los años ochenta y principios de los noventa cuando Barcelona se llenó de cosas curiosas. ¿Quién no recuerda los monumentos de gusto peculiar de la Jirafa pensativa de Grañer, La Dama de Barcelona de Liechtenstein, el Cielo Caído (nunca una escultura tuvo un título tan apropiado) de Beverly Pepper, el monumento a Maciá de Subirachs, las esculturas vagamente rollizas y rodinianas del arquitecto Robert Krier, la fantasmal cara sobre alambres de Llena -titulada David y Goliat (¿?)-, el personaje de Llimós, la Colometa de Mestres- Capmany, el Gato de Botero, el Culo de Úrculo, o incluso la descomunal Mujer y pájaro de hormigón y azulejos de Miró -creada a partir de una figurita? Solían ser muy grandes, aunque no todas muy caras, pues varias eran obra de escultores norteamericanos de una misma galería que se vendieron en lote.
Faltaron el niño persiguiendo la luna de Mariscal, que hubiera alcanzado unos cincuenta metros de alto y cubierto la plaza Cerdá, pero las esculturas de Llena bien han suplido este tipo de instalaciones, y una gigantesca escultura de Dalí ante la catedral, similar a las que suelen exhibirse en centros comerciales.
Estos tiempos felices han vuelto con creces, y superan todo lo anterior. Pronto, unas coloristas margaritas, como de Agata Ruiz de la Prada, se insertarán en el enhiesto y broncíneo cañón de una batería militar en el Castillo de Montjuich.
Oh, metáfora. Sutil, sutil.
Tetrapilo romano de Lambaesis (Argelia, s. II dC)
Fotos: Tocho, marzo de 2016
Los pocos detalles ornamentales del monumental edificio (una mano que sostiene una corona, una figura erguida que tiene una palma), junto con nichos coronados por conchas, permiten intuir que la construcción no es ni una basílica romana tardía o cristiana, como se pudiera pensar dado su forma masiva y cerrada, ni un pretorio, como se interpretó hace años, sino un descomunal arco de triunfo con una tipología inhabitual, o un tetrapilo construido cuando el cenit del Imperio Romano, bajo Adriano.
Arcos de triunfo y tetrapilos eran construcciones romanas similares. La diferencia radicada en el número de fachadas principales, dos en los arcos de triunfo y cuatro para los tetrapilos (cuatro puertas). Los arcos marcaban o concluían un eje longitudinal, los tetrapilos apuntaban en las cuatro direcciones. solían ubicarse, precisamente, en el centro de la ciudad, en el cruce del cardo y del decumano.
El tan inhabitual tetrapilo de Lambese (Lambaesis, en el altiplano del noreste de Argelia), que se asemeja más a un fuerte que a un arco, simboliza bien lo que la arquitectura. Se trata de un edificio cerrado, bien defendido. Sus límites son claros. Pero, al mismo tiempo, esta construcción no tendría sentido, no solo si estuviera en otro lugar, desde el que no se orientara el espacio, sino que las cuatro vías de circulación o comunicación forman parte del edificio. Por un lado, se puede recorrer su perímetro, bien marcado, pero por otro lado, la planta baja presenta amplias oberturas (arcos), que permiten que los enlosados de las vías que arrancan de dichas puertas, y del interior del tetrapilo no se diferencien. El edificio no está aislado, separado del edificio que organiza. Forma parte de la trama urbana, del espacio exterior. Por otra parte, el interior y el exterior no se confunden. Los muros marcan los respectivos límites de ambos espacios, pero permiten que se relacionen.
El tetrapilo de Lambaesis es un espacio acogedor y protector, que invita a retirarse en su interior, pero también anima a partir. Se trata de un espacio de llegada y de salida. Nadie se queda permanentemente encerrado en él. Desde el interior se descubre el espacio organizado, se descubre cómo se organiza el espacio exterior, y se anima a recorrerlo. No detiene el movimiento. No es una estación final, sino una parada temporal, un refugio para poder volver a salir. En este sentido, este tetrapilo es una metáfora de lo que es la arquitectura -y la ciudad-: un lugar al que se acude, y del que se parte, una puerta abierta al recogimiento y a la aventura, un "artefacto" que organiza y pauta la vida, que le da "sentido" -espacial y moral.
Radio Sputnik (Moscú): ¿Para qué restaurar los monumentos de Palmira?
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¿Para qué restaurar los monumentos de Palmira?
Los yihadistas del Estado Islámico, expulsados de esta ciudad patrimonio de la Humanidad, provocaron enormes daños en sus monumentos, entre los que se encuentran los templos Bel y Baalshamin, y el célebre Arco del Triunfo.
Algunos expertos de la UNESCO tienen serias dudas sobre la posibilidad de restaurar Palmira. Y es que tendría un coste muy "considerable", dijo a Radio Sputnik Pedro Azara, arquitecto y profesor de Estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.
El también experto en arte mesopotámico sostuvo que algunos monumentos "se podrán volver levantar relativamente fácil". Se trata de los que fueron construidos con bloques de piedra "muy importantes, muy gruesos, muy consistentes", algo que impidió su destrucción total.
Pero en algunos casos "habría que volver a levantar los monumentos con sillares nuevos, con piedra completamente nueva, incorporando algunos de los pocos elementos que quedan", lo que requeriría "una cantidad de material nuevo" muy "considerable". Esto supone grandes inversiones, indicó Pedro Azara.
Al pensar en el enorme esfuerzo que requeriría restaurar la antigua ciudad, el experto llega a la cinclusión de que "hay que hacer un equilibrio" y "aceptar a veces que el pasado desaparece".
Asimismo, señaló que "como cualquier ciudad", Palmira "ha vivido ciclos de destrucciones y reconstrucciones", por ejemplo, en la década de 1960.
De acuerdo a Pedro Azara, el riesgo es que al final se opte "por una imagen idealizada que no se corresponde con nada". "Supongo que es lícito preguntarse si lo que ha ocurrido ahora, estas destrucciones, forman parte de la historia de Palmira", apuntó.
Pero esto no significa que los monumetos de Palmira no deban ser atendidos, subraya el experto. "La vida humana requiere de la existencia, el reconocimiento, y la apreciación del pasado". "Vivir en el presente desligado de cualquer relación con un pasado, es un presente que no tiene sentido y que no está alimentado por nada", apuntó Pedro Azara.
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Arqueologia,
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