sábado, 27 de noviembre de 2021

STEPHEN SONDHEIM (1930-2021): CITY ON FIRE (1979)


 In memoriam…


“¡La ciudad está en llamas!

Ratas en la hierba

¡Y los lunáticos gritando en las calles!

¡Es el fin del mundo! ¡Sí! ¡Sí!

¡La ciudad está en llamas!

¡Bailando jorobados!

Agitadores en el suelo

¡Y el zumbido de las alas gigantes!

¡Cuidado! ¡Cuidado!

¡Mira!

Borrando la luz de la luna

Gruesa lluvia negra cayendo sobre 

¡La ciudad en llamas!

(…)

Arrastrándose entre las chimeneas

Gruesos cuervos negros chillando entre

¡La ciudad que está en llamas!”


Más actual que nunca….




viernes, 26 de noviembre de 2021

jueves, 25 de noviembre de 2021

El artista, el arquitecto y su obra

 “En la pintura y la arquitectura, de descubre el saber y la habilidad, el saber hacer del artista. Pero además se puede ver la disposición y algo así cómo  la imagen de su espíritu. Pues, en esas obras, el espíritu de expresa y de refleja cómo en un espejo dónde  se reflejara la faz de un hombre que se mira”

(Martillo Ficino: Teología platónica, 1482)

Relieves asirios




1.- El arte de la representación mimética o naturalista ha sido considerado, desde finales del siglo XIX, en Occidente, académico, reaccionario, anclado en el pasado. El arte llamado primitivo, por el contrario, fue celebrado, desde principios del siglo XX, como una muestra de vitalidad, ingenio y creatividad, liberada del sometimiento a la realidad, que debía, paradójicamente, ser tomado como modelo, imitado.


2.- El arte neo-asirio, desplegado en los grande relieves de piedra que ornaban las estancias palaciegas, en Nínive, Nimrud, Khorsabad, etc., entre los siglos VIII y VI aC, ha sufrido cierto desprecio tanto por su reiteración, hieratismo y naturalismo. Figuras idénticas, monumentales, representadas de lado, carentes de signos de identidad que permitan distinguirlas, y escenas de guerra y de caza desplegadas en los grandes paramentos de piedra, reproducidas, sin "estilo", han sido consideradas representativas de un arte de escasa calidad, comparado, además, con las artes egipcias y griegas del mismo periodo. Los asirios no parecían dotados para el arte. El creciente naturalismo de las escenas parecía confirmar el abandono a las convenciones, a un mimetismo convencional que dejaba escaso campo para la imaginación. Los artistas asirios parecían contentarse con convenciones, entregados a la representación mimética.

Sin embargo, este desprecio o esta escasa consideración del naturalismo, referido al arte asirio, quizá deba ser revisado, como comenta el arquitecto, especialista en el Próximo Oriente Antiguo, Mar Marín (UPenn University, Filadelfia), comentando además los estudios de la asirióloga norteamericana Irene Winter.

En efecto, las grandes escenas de caza de leones, ubicadas en los palacios del último rey neo-asirio, Asurbanipal, se despliegan por todo el plano representativo. Lejos de que éste esté compartimentado en cuadros o viñetas, en las que se inscriben figuras o escenas parecidas, marcadas por convenciones estilísticas, aquéllas detallan minuciosamente lo que acontece en una caza por todo un territorio. Los escultores atendían a los menores cambios, reproducían a la perfección los detalles de las escenas, las posturas, los gestos, en un intento logrado de plasmar en una única gran escena la viveza de la caza.

Este proceso de creciente naturalismo que acontece en el arte neo-asirio recuerda el que también se dio en Grecia y, un milenio y medio más tarde, en el Renacimiento flamenco y florentino. En todos esos casos, el naturalismo liberaba las figuras de las convenciones. El arte imitativo permitía que las figuras pudieran mostrarse tal como eran, sin atender a criterios estilísticos prefijados. El hieratismo o el "primitivismo" no eran muestras de creatividad, liberada de la atención al mundo natural para atender al estilo personal, sino que eran la expresión de la incapacidad de representar lo que ocurría en la vida o el temor a fijarse en ésta. El naturalismo, por el contrario, con su atención cuidadosa a los detalles supo reflejar con precisión los aconteceres cotidianos, atento no a lo inmutable o lo prefijado, sino a la sorpresa, a situaciones imprevistas e imprevisibles, mostrando la innata "creatividad" natural que debía ser exaltada.

Es así cómo, sorprendentemente, el arte neo-asirio aparece como el primer arte de la historia que, antes que en Grecia o en China, supo sacudirse de las convenciones para exaltar las constantes variedades del quehacer en la tierra, plasmándolo, fijándolo en la piedra, sin tener que encorsetarla en unos esquemas prefijados.  

ABANTOS. HOMENAJE A PALOMA CABRERA BONET (2021)

 


https://www.libreria.culturaydeporte.gob.es/ebook/5236/free_download/


Paloma Cabrera fue la gran conservadora de cerámica griega del Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Erudita, generosa y discreta, logró que dicha colección fuera la segunda más importante de Europa y ls cuarta del mundo. Accedía con generosidad a préstamos y siempre estaba dispuesta a echar una mano y a comunicar todo lo que sabía sobre Grecia.

Nadie se ha repuesto de tan inesperada y súbita pérdida (al menos para los que no teníamos  un trato habitual).

El museo ha editado un grueso libro homenaje con artículos redactados para la ocasión, en el que se incluye un texto nuestro, amablemente invitado por los responsables de ls publicación. Versa sobre los viajes del dios Apolo, una figura bien representada en la extraordinaria colección de cerámica griega del museo.

Un recuerdo para tan destacada figura humanista, Paloma Cabrera.



martes, 23 de noviembre de 2021

WILLIAN HOLABIRD (1854-1923) & MARTIN ROCHE (1853-1927): TORRE (RASCACIELOS) MARQUETTE (CHICAGO, 1895)


















Fotos: Tocho, Chicago, noviembre de 2021 


En la segunda mitad del siglo XVII, el misionario jesuita francés Jacques Marquette (1637-1675), buscaba una vía que uniera ambos océanos, Atlántico y Pacífico, por lo que serían los Estados Unidos de América, un territorio entonces parcialmente colonizado en el este, el sur y el centro por ingleses, franceses y españoles. Algunas misiones españolas habían alcanzado, desde Méjico, la Baja California.
Marquette viajó a la región de los grandes lagos, propuso que se fundara una gran ciudad en uno de los extremos de uno de los tres lagos, el lago Michigan -donde se fundaría precisamente la ciudad de Chicago, un nombre propio que deriva de un nombre común de una planta abundante en la región, Allium Cepa, dado por una tribu india, cuyos bulbos son las cebollas-, y descendió y exploró el curso del río Mississippi, sin haber alcanzado nunca el océano Pacífico. Negoció con tribus indias, con las que fumó la pipa de la paz, y cuyas lenguas estudió. Falleció por una enfermedad infecciosa apenas desembocara el el delta del río. Su cuerpo fue preservado por la población nativa.

Cuando el estudio de arquitectura Holabird & Roche recibió el encargo de un bloque de oficinas en forma de rascacielos, uno de los primeros con estructura de pilares de acero, pareció oportuno dedicarlo a este explorador.
Su vida se desarrolla en un panel de mosaicos continuo que recorre toda la barandilla circular del balcón del primer piso. Se trata de una de las primeras imágenes no violentas del encuentro entre un europeo y tribus indias. La obra, del artista suizo Jacob Adolph Holzer, fue llevada a cabo por Luis Tiffany, hijo del celebre joyero, para el que Holzer trabajaba. Entre los colaboradores de Holzer se encontraba quizá la primera artista norteamericana, una escultora, la gran retratista Amy Aldis Bradley (1865-1918), caída en el olvido, quien se encargó del retrato imaginario de Marquette.
El rascacielos Marquette se salvó de la picota en 1975. Hoy es uno de los más hermosos edificios de Chicago
  Retrato en relieve, obra de Amy Aldis Bradley.

lunes, 22 de noviembre de 2021

ONSHI KOSHIRO (1891-1955), O LA VANGUARDIA TUVO MÁS DE UN ROSTRO

 
























Fotos: Tocho, Art Institute, Chicago, noviembre de 2021, y Google Images.


¿Miró? ¿Kandinsky? 

No se trata de escribir sobre el para mi, hasta ayer, desconocido pintor japonés Onshi Koshiro, una gran parte de cuyos grabados -fue un maravilloso grabador que, sorprendentemente, nunca produjo ediciones de sus grabados, que se convirtieron en obras únicas- se halla en las colecciones del Art Institute de Chicago, sino de constatar que la historia del arte debería recorrer muchos más caminos que los habitualmente hollados, y no siempre secundarios. 

Podríamos pensar que teniendo a Kandinsky o a Miró, la obra de  Koshiro es redundante o inútil, pero, mas allá de formas o modismos abstractos tomados de la abstracción convencional o asumida, Koshiro aporta una manera de ubicar las formas en el plano del papel, y de recorrerlas con líneas onduladas que son apenas trazas, que no suelen encontrarse en la pintura occidental; en el caso de hallarse, como en algunas obras de Miró, sin duda la corriente fue de Japón a España, quizá de Koshiro a Miró, en un diálogo fructífero que quizá solo se diera imaginariamente.