Ofrendas y ex-votos en honor de Asklespios (Museo del Acrópolis)
Ofrendas a Apolo Hypoakraios (Museo del Akropolis)
Santuario de Themis
Santuario de Atenea Hygiea
Santuario de Asclespios
Cueva del córega Trasilos
Fotos: Tocho, diciembre de 2022
No cabe duda: los mitos no engañaban, desde los orígenes, Atenas estaba bajo la protección de la diosa Atenea, y los templos principales del acrópolis le estaban dedicados.
Sin embargo, en Atenas se rendía culto a otros dioses, desde Zeus protector del estado a la celeste Afrodita Urania y a urbana, terrenal Afrodita Pandemo, hasta las ninfas y el dios Pan.
Tras campañas de restauración en 2002 y 2016, que prosiguen hoy, a los pies de la ladera sur del acrópolis se pueden descubrir hoy unos santuarios que guardan una relación entre ellos y que revelan que en Atenas, junto a Atenea, el dios Apolo tuvo un papel preponderante.
Un mito cuenta que una humana, Niobe, tuvo la desgraciada ocurrencia de burlarse de la diosa Leto debido a su escasa descendencia, sobre todo comparándola con los doce hijos que Niobe tuvo. Apenas hubo pronunciado estas insultantes palabras, Apolo y su hermana gemela, la diosa Ártemis, ambos armados de arcos y flechas, vengaron el honor de su madre, la diosa Leto, disparando y matando a sangre fría, sin piedad, a cada uno de los hijos de Niobe, dejándola desesperada para el resto de su vida.
Este violento acontecimiento ocurrió en una inmensa y sombría cueva en la ladera sur del acrópolis, o, al menos, este mito estaba representado por un grupo escultórico, una hermosa y profunda cueva dedicada, a la caída del politeísmo, en un santuario dedicado a María de las Cuevas.
No lejos de esta cueva sagrada, cuya fachada de mármol fue encargada por el director del coro del teatro de Dionisios (una divinidad que compartía con Apolo el templo de Delfos), el corega Trasilos, en el siglo IV aC, se halla aún hoy el santuario del dios de la medicina, el dios Asklespios, hijo de Apolo. El dios sanaba a los enfermos que pasaban una noche en la stoa (un pórtico alargado) del recinto, apareciéndoles en sueños. Las numerosas ofrendas y los ex-votos encontrados en el santuario son un testimonio de la eficacia y generosidad de Asklespios, cuyo santuario ateniense estaba en contacto con el santuario central de Epidauro.
Cerca del templo de Asklespios, completando esta cena cenefa de santuarios que bordean la base sur del acrópolis, y enlaza con el santuario de Apolo Hypoakraios (Bajo la vertical de las rocas) en el inicio del flanco noroeste, se encuentra un pequeño templo dedicado a una diosa mayor: la diosa de la justicia Themis, quien fue la nodriza de Apolo y lo nutrió con los decretos justos, dotándolo de la capacidad de echar luz sobre los oscuros asuntos humanos. Apolo y su hijo Asklespios velaban sobre la vida física y moral, las bases sobre las que se asentaba el poder de Atenea.
La relación entre Atenea y Apolo era particularmente estrecha en Atenas. Apenas se cruzaban los Propileos, en lo alto del acrópolis, que daban acceso a los santuarios de Atenea, se topaba con un templete dedicado a Atenea Hygiea, a Atenea asumiendo las funciones de la diosa Hygiea, la diosa de la salud, hija, no podía ser de otro modo, de Asklespios, y nieta de Apolo. Este templete poseía un altar circular, hoy adosado a una columna de los Propileos, consagrado para dar gracias por la salvación de un obrero malherido durante las obras de construcción de los Propileos.
Atenea, la diosa guerrera Atenea, defendía a sangre y fuego a la ciudad de Atenas, mas eran necesarios los consejos y los cuidados, la moderación y la atención que impartían Themis, Apolo, Asklespios e Hygiea, para el cuidado de la vida, para que ésta no fuera un permanente infierno.
Agradezco a la arquitecta, filósofa y helenista Mònica Sambade el haber puesto el acento, en un viaje cultural reciente, en los santuarios menores que salpican el perímetro del acrópolis, a menudo eclipsados por el deslumbramiento del Partenón, y hasta a veces de difícil o imposible acceso, tales son los desvelos y las energías dedicadas a la restauración y hoy peligrosa reconstrucción del Partenón. Sin embargo, el poder de Atenea no habría sido sopórtenle sin la mediación de Apolo y su atenta, casi humana, descendencia, twn cercana a los hombres.