Fotos: Tocho, diciembre de 2022
La reciente noticia del necesario y urgente desmantelamiento de las gradas de hormigón del anfiteatro Romano de Tarragona, construidas en los años setenta, desmejoradas y peligrosas, contrasta con el impecable y hermoso estado de las gradas del odeón que Herodes Ático mandó construir a los pies del acrópolis de Atenas en la segunda mitad del siglo II, y que el arquitecto e historiador del arte griego Atanasio Orlando restauró entre 1960 y 1964 utilizando el mismo mármol con el que fueron levantadas mil quinientos años antes.
Las gradas se perciben como una reconstrucción moderna y, sin embargo, se integran perfectamente en la estructura del edificio (que fue quemado un siglo más tarde de su construcción y abandonado, utilizado como refuerzo de la muralla que rodeaba el acrópolis ya en época medieval).
La diferencia entre la obra original y la restauración es perceptible, pero no daña la comprensión del espacio, y esta reconstrucción, que ha envejecido dignamente, y que ya presenta una pátina que la integra en la estructura romana, devuelve la vida al edificio, sin querer desmarcarse ni hacerse notar. Se diría que el odeón se hubiere recuperado por si mismo.
Quizá debiéramos aprender de la inteligencia y sensibilidad del arquitecto griego.
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