jueves, 18 de julio de 2024

Proximidad

 Unos de los calificativos espaciales más hermosos es el de proximidad. Lo próximo es lo que tenemos a mano. Se halla cerca de nosotros. La cercanía es transitiva: estar cerca es estar cerca de …. La cercanía, en este caso, levanta las barreras. Así como la lejanía evoca un mundo o un espacio desconocido y, por tanto, inquietante, que atrae y repele, y hacia el que da miedo acercarse, por el rechazo que intuimos y el desconocimiento que tenemos y que quizá nos embargue, la cercanía no es percibida negativamente. 

Se  considera que lo cercano es lo familiar. Un mundo conocido, del que nada tenemos que temer, estemos o no en lo cierto (la amenaza, la oscuridad puede estar agazapada en los pliegues de la cercanía, dotada de una sonrisa hipócrita, pero el daño que nos podrá causar no es imaginable de buenas a primeras). La mirada recorre lo cercano, no percibe obstáculos ni potenciales peligros, y nos sentimos confiados en poder dar el primer paso. 

Lo cercano, lo próximo, nos pone en contacto con el prójimo. La proximidad es un calificativo hermoso porque trasmuta lo espacial en lo personal. El espacio deviene una persona en la que nos vemos reflejados. Los encuentros sin conflictos, que revelan la cercanía de maneras de ser y de pensar , ls confluencia de ideales y visiones, acontecen en lugares cercanos, lugares que se nos muestran cercanos porque invitan a la cercanía con el prójimo. 

El prójimo es quien está cerca de nosotros. El prójimo nos acompaña , nos protege, sin sobreprotegernos. No impide que nos aventuremos, que nos alejemos incluso, pues sabe que siempre estaremos cerca. La cercanía no es necesariamente física, aunque exige -y permite- no perder el contacto, que equivale o simboliza la pérdida de rumbo. El prójimo nos ayuda a no perdernos. En casos de desorientación nos devuelve al recto camino.

La cercanía del espacio simboliza la cercanía humana. Es cierto que no todo lo cercano está predispuesto al encuentro. Pero los vecinos enemistados levantan barreras, cierran puertas, bajan persianas para obtener contacto con el vecino, para no verlo. La proximidad en este caso no es tal, sino que lo que rige es la indiferencia o la hostilidad. Nos damos la espalda, desviamos la mirada. No queremos saber nada el uno del otro, o nos importa no saber nada, como si el otro no existiera.

La proximidad , en cambio, invita a mirarse a los ojos. El espacio propio es inviolable, pero la puerta está abierta. La proximidad permite que dos sean uno, que el otro sea como yo, que yo vea en el otro un rostro amigo que me acepta. La proximidad está reñida con el rechazo (con las barreras, las fronteras). Rima, por el contrario, con el compartir , con la partición común, en común, con el reparto equitativo, de modo que tengamos -y seamos- como el otro, el otro como yo mismo.

La proximidad es una realidad que no se da naturalmente, sino que se tiene que cultivar. Exige una mirada abierta, la ausencia  de recelo, la mano abierta. La proximidad es exigente. Y frágil. Las barreras pueden alzarse de un día para otro. Debemos estar atentos, el ojo avizor, atentos a nosotros, observándonos, para no caer en la facilidad de la renuncia, del cruzar de brazos. Ls proximidad exige apertura de miras, la confianza en uno mismo y en el otro. Acercarse al otro sin invadir su espacio propio pide mesura y determinación, estar a la escucha de las señales que el otro emite. Requiere receptividad, prudencia, sabiduría. Necesita  avances y tolerancia, avances mutuos, acercamientos.

El prójimo y lo próximo son conceptos que nos definen como humanos. Las barreras, el marcaje del territorio es propio de animales, encerrados en su territorio. La noción mismo de territorio, de terruño, de tierra es contraria a la proximidad que, por el contrario, se basa en el compartir, en la  cesión y el reconocimiento. Ceder el paso, invitar al otro a pasar. Sabiendo que cada paso nos acerca al otro, desmontando temores y recelos. Lo próximo es lo que perseguimos pero que no podemos dar por hecho. El acercamiento es infinito. Los pasos que debemos dar es lo que nos mantiene en vida. La proximidad es un anhelo, un sueño. Al alcance de la mano .


Agradecimientos a V. A, autora intelectual de este comentario.


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