Las naciones son construcciones decimonónicas. Se basan en la supuesta identificación entre ciudadanos y territorios. Poseen una única lengua, un mismo credo, una bandera, una singular visión del mundo que los distingue -y los aísla- de los miembros de otras naciones. Las naciones se definen como conjuntos cerrados identitarios y excluyentes. No reconocen a quienes no se considera que forman parte de la nación.
Anteriormente a esta construcción mental y política, solo existían propiedades privadas de un soberano: imperios, reinos, principados, ducados, condados, sultanatos, emiratos, y repúblicas (en menos de unas pocas familias, como en Venecia), entre otras formas de organización, algunas de las cuales existen aún hoy en día.
En tanto que bienes tribales, clánicos o familiares, bienes patrimoniales, en suma, estaban a entera disposición de los propietarios. Se utilizaban como parte de dotes que se intercambiaban o se donaban como regalos cuando nacimientos y bodas, se transmitían hereditariamente, cubrían deudas o pagaban imposiciones en caso de derrotas. Los territorios y sus habitantes se intercambian. Pagaban las necesidades y los caprichos, las historias de los soberanos. Eran, pues, bienes al servicio de los gobernantes propietarios. Los habitantes, en cambio, no intervenían en el vaivén de los territorios cuando pasaban de mano en mano. No existía, ni era concebible, una identificación excluyente con un territorio. La idea de patria, felizmente, no había sido aún forjada e impuesta.
El pago de deudas y el abono de ofrendas y regalos en forma de territorios explica que la Corona de Aragón fuera uno de los primeros reinos en poseer una notable, pujante y reconocida universidad (un llamado Studium Generale).
El reino de Aragón agrupaba, como un puzzle, extensas posesiones territoriales en la península, en islas mediterráneas y en el Mediterráneo central y oriental, conquistadas y dominadas a sangre y fuego con la ayuda de violentos mercenarios, los almogávares en el siglo XIII. Las islas Baleares cayeron así bajo el mando del rey de Aragón, Jaime I, apellidado lúcida y fríamente “el conquistador”. Mas, en el reparto de la herencia, es decir de las tierras conquistadas y de los súbditos -que solo podían asentir el cambio de titularidad, y cuya aquiescencia, en verdad, no era esperaba, requerida ni necesaria-, la isla de Mallorca recayó en el primogénito, el rey Jaime II, junto con otras posesiones territoriales. Entre éstas, el señorío de Montpellier, que la corona de Aragón había recibido previamente como dote matrimonial a principios del siglo XIII.
La ciudad de Montpellier fue una de las primeras en disponer de un Estudio general fundado poco después de la absorción del señorío de Montpellier por el Reino de Aragón. El Estudio General de Montpellier se caracterizaba por unos estudios de medicina modélicos, renombrados, inspirados en la primera y más célebre escuela de medicina de Salerno, en el sur de la península itálica, en la que confluían -y se aceptaban- saberes griegos, árabes y hebreos.
El reino de Mallorca, tras el fugaz paso del Estudio General a manos del reino de Aragón, se convirtió así en uno de los primeros reinos europeos en poseer un Estudio General. Pocas ciudades, pocos territorios disponían aún de una universidad reconocida; a principios del siglo XIII, tan solo Bolonia, París, Oxford, Toulouse y Salamanca. Y ninguna con estudios de medicina reconocidos. Salerno poseía el mejor estudio de medicina europeo, pero no disponía de un Estudio General (que tiene que incluir, amén de la especialidad de medicina, carreras de artes liberales, derecho civil y canónico, matemáticas y teología).
La aridez, la pobreza del reino de Mallorca impidió que pudiera mantener por mucho tiempo una posesión tan alejada del centro de poder isleño como era el señorío de Montpellier. Pronto, el rey cedió dicha posesión al rey de Aragón -se la devolvió en verdad, en este constante intercambio de tierras y personas que caracterizaba la política desde la antigüedad hasta Napoleón I, en Europa, aunque prosiguió hasta el siglo XX en dominios coloniales. A poco, todo se reino de Mallorca se entregó a la Corona de Aragón.
Ésta hubiera podido disponer por mucho tiempo de un brillante Estudio General. Pero ni siquiera la poderosa y temible Corona de Aragón pudo mantener al recuperado señorío de Montpellier, vendido finalmente y para siempre al rey de la Isla de Francia Felipe VI de Valois en 1349.
El reino catalano-aragonés hubiera quedado de nuevo sin Estudio General -una posesión que determinaba la superioridad intelectual de un territorio o una ciudad, cuyo prestigio favorecia el intercambio de bienes y de ideas-si, cuarenta y nueve años antes….
(Próximamente, en el capítulo 3….)
Nota: la exposición que el MUHBA de Barcelona inaugurará el 15 de mayo de 2025, cuenta con documentación a cargo de Oscar Poggi, Ricard Ellis, Fernando Albaladejo y el comité científico compuesto por Mònica Blasco, Àngel Casals, Mireia Castanys, Daniele Cozzoli, Doris Moreno, Ramón Pujades, Estanislao Roca, Joan Roca, Ruth Rodríguez, María Rubert, Carles Santacana y Francesc Vilanova, junto con contribuciones que tampoco tienen precio de Diego Sola, Josep Montserrat, Ramón Graus, Carmrn Fenoll, y los responsables del Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, el Arxiu Històric del COAC, el Arxiu de la ETSAB, y el Arxiu Històric de la UB y el Arxiu Històric de la Biblioteca de la UB, sin cuyas aportaciones, recomendaciones y correcciones esta exposición no hubiera podido plantearse.
Los errores solo son imputables al autor de estos breves textos.
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