1. Elias Rogent: variante de la sede de la Universidad Literaria de Barcelona (Museo del Prado, Madrid)
2. Josep González y Francesc Perales, nuevos laboratorios de la Universidad Literaria de Barcelona, 1934 (Archivo Histórico de la UB, Barcelona)
3 y 4. Francisco de Paula Nebot, proyecto del campus de Pedralbes, 1946 (Archivo Histórico del COAC, Barcelona)
Nota: el relato se detiene a las puertas del siglo XXI y, por tanto, no incluye la continua creación hoy de numerosos estamentos universitarios privados, muchos dedicados a la dirección de empresas, en la órbita de órdenes religiosas.
El relato tampoco se centra exclusivamente en la historia de la universidad de, sino en, Barcelona, por lo que engloba la historia de estamentos no propiamente universitarios pero que han dispensado estudios superiores, como el Colegio de los Cordellas, en el Barroco, o negocios que han favorecido dichos estudios, como las primeras imprentas, en el siglo XVI, de las que Barcelona estaba bien surtida, y que lograron a veces burlar la censura eclesiástica.
La Universidad Literaria de Barcelona, proyectada por Elias Rogent, y ubicada finalmente en el emplazamiento que aún posee, tenía, hasta la Guerra civil, una vida distinta a la actual.
Elias Rogent realizó variantes del proyecto inicial. La misma ubicación inicial, tras el abandono del solar del derribado convento del Carmen, estaba centrada con respecto a la plaza abierta ante la fachada. Hoy, el edificio aparece descentrado. Por otra parte, una calle perpendicular, propia de la trama Cerda, ascendía directamente desde la misma fachada posterior. Esta calle existe solo parcialmente. Un gran edificio educativo, del mismo arquitecto, se interpone en el trazado de la calle y lo interrumpe: el Seminario, rodeado de jardines, impide que la calle Enrique Granados concluya ante la fachada posterior de la universidad.
Un alto y esbelto pináculo neo gótico, catedralicio, hubiera tenido que coronar la sede universitaria. Nunca se construyó.
El edificio no solo acogía aulas, biblioteca, paraninfo y despachos, como hoy, sino que también hacía las veces de residencia universitaria, e incluía viviendas, en el segundo piso, para el personal de la universidad. La soprano Victoria de los Ángeles, hija de un conserje, nació y vivió de pequeña en la universidad. Aún se conservan las argollas, clavadas en los muros exteriores que delimitan la parte superior de uno de los claustros, en las que se ataban a los animales -perros, burros (sin segundas intenciones)- que poblaban la universidad. Incluso en los años treinta, los profesores se quejaban de la gallinas que andaban sueltas por los jardines.
Pese al nombre de universidad literaria, el edificio acogía también la escuela de arquitectura hasta 1962, después que unos desacuerdos entre el arquitecto académico Domenech Montaner y el arquitecto político Puig Cadafalch impidieron que la escuela de arquitectura, tras el abandono de la sede de la Lonja de Mar, se asentara en la proyectada -aunque nunca construida- Escuela de Artes y Oficios, un gran edificio ideado por Domenech Montaner, de principios del siglo XX, que se hubiera tenido que construir ocupando varias manzanas cerda de la Ronda de San Pedro.
La Escuela de Artes y Oficios siguió en la Lonja, ya liberada de los estudios de Arquitectura, hasta su traslado, al concluir la Guerra Civil, al edificio de la Cámara de Comercio, llamado El Borsi, en la calle Avinyó, abandonado de nuevo y a toda prisa puesto que amenazaba ruina a principios del siglo XX -su rehabilitación está en proceso hoy en día, un cuarto de siglo más tarde-, instalándose en dos nuevas sedes en los barrios de Sant Andreu de de Sant Gervasi donde aún sigue.
La sede de la Universidad Literaria tenía que haber sido ampliaba a finales de los años veinte con dos edificios ubicados a lado y lado, en los jardines posteriores. Éstos hubieren acogido un instituto de secundaria, y nuevas aulas. El mediocre proyecto de Domenech Menssns nunca se llevó a cabo..
Por el contrario, dos jóvenes arquitectos adscritos a la sociedad de arquitectos racionalistas GATCPAC, Josep González y Francesc Perales, pudieron introducir mejoras en el edificio ya vetusto, poco antes de la Guerra Civil, con reformas en el aulario, laboratorios, y el bar, amén de unos nuevos jardines, junto con el jardinero Artur Rigol, y que hoy constituyen los mejores jardines urbanos de Barcelona.
Los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil, en 1937, afectaron el edificio hasta tal punto, que las clases tuvieron que desplazarse al Colegio privado de los jesuitas en la parte de la ciudad.
Tras la guerra, la universidad volvió a abrir sus puertas. Ls apertura casi coincidió con la inauguración de una exposición (de un par de semanas de duración, con escaso eco en la prensa, pero simbólicamente significativa) sobre la edición de libros alemanes, presidida por gigantescas banderolas estampilladas con cruces gamadas.
La sede de la universidad era cada más incapaz de acoger nuevos estudios y el creciente número de universitarios. El jefe del Estado ordenó, en 1946, que la universidad se dotará de un extenso campus universitario.
Dos emplazamientos estuvieron en liza. Uno, en las cercanías de la montaña de Montjuic, desechado en favor de extensos terrenos en la periferia occidental de la ciudad, atravesada por la avenida que aún hoy une Barcelona hacia el centro de la península.
Dichos solares pertenecían en su mayoría a dos familias acauladadas : las familias Güell y Girona. Los poderes públicos pagaron a precio de oro dichos terrenos, en una de las operaciones urbanísticas más rentables para los vendedores que jamás s haya llevado a cabo. En cambio, los numerosos pequeños solares en manos de modesta propietarios fueron adquiridos a precio de saldo so pena de una expropiación sin compensación económica. Aunque los propietarios recibieron una exigua cantidad de dinero, el abono por parte de los poderes públicos fue considerable. La diferencia acabó en los bolsillos de los arquitectos municipales, una especulación tan escandalosa, incluso para los niveles que se daban en época del estraperlo, que varias fueron las detenciones y las condenas a presidio en los años 50.
El arquitecto escogido para el proyecto del nuevo campus, Francisco de Paula Nebot, también fue acusado pero inocentado. El juicio puso fin al proyecto que nunca se llevó a cabo. La universidad se libró de un gigantesco proyecto unitario que combinada imágenes de construcciones cupulares vaticanas con austeros edificios neoclásicos de cariz soviético.
Pero, a cambio, el campus se fue lentamente poblándose de facultades y residencias universitarias desparejadas y de calidad muy desigual, algunas aún en construcción, desde obras maestras como las facultades de derecho y de economía, ambas de los arquitectos Giráldez, López Íñigo y Subías, a finales de los años cincuenta, hasta mediocridades con la escuela de arquitectura de José Antonio Coderch en los años ochenta o la elefantesca ampliación reciente de la facultad de derecho, cuya calidad se acrecienta aún más en comparación con aquélla.
La construcción y la historia de la universidad en Barcelona no ha llegado a término. Se han construido nuevos -demasiados- campus, se siguen abriendo nuevas universidades privadas, se construyen nuevas sedes, y la crónica deuda económica universitaria, por impago de los poderes públicos, sigue, uniendo pasado y presente, en un puente que debería haberse roto hace siglos.
La pobreza del Estudio General en las Ramblas, incluso antes, de la sede de las Escuelas Mayores en la Fonda del Lleó, se mira en las estrecheces económicas de la universidad pública actual, tan distintas de los dispendios de las privadas, si bien el empeño de los estudiantes de ayer, y de muchos docentes, alimenta aún, quizá más que nunca, la vibrante vida universitaria, que cada año alumbra nuevos brillantes estudiantes -que prosiguen sus estudios o emprenden su vida profesional a menudo fuera de la península, dadas las escasas posibilidades que la vida civil y los poderes públicos pueden ( o tratan de ) ofrecerles.
Y la historia continúa…
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