Max Jacob es conocido sobre todo como escritor -poeta y autor de obras de teatro- vanguardista de los inicios del siglo XX. Las ilustraciones cubistas de Picasso de muchas de las publicaciones de Jacob han cimentado su fama, aunque ésta no debería haber necesitado la contribución de Picasso.
Jacob es menos conocido como pintor y como dibujante. Si sus vistas -óleos- de París son más convencionales, sus dibujos, realizados en gran medida en la Francia meridional, en las dos primeras décadas del siglo XX, están en el origen del cubismo, junto con la obra de Picasso y de Braque. Casas sintetizadas en volúmenes puros casi indistinguibles de riscos también geométricos, tallados con cincel, dibujos con unas pocas líneas, trazadas al parecen rápidamente, retratan los pueblos marítimos del Rosellón, agazapados entre las primeras estribaciones pirenaicas y las cerradas bahías inscritas en la torturada línea de la costa.
Una exposición en el museo de arte moderno de Ceret (Francia), ya citada en este blog, inteligente e intencionadamente titulada Max Jacob y el cubismo caprichoso o errático (en francés, fantasque, cuya traducción más certera sería “veleta”, que pone el acento en la importancia de la imaginación y el juego, así como en el humor y en el cambio de humor), expone una parte muy importante de estos dibujos, casi todos de colecciones privadas y raramente expuestos, un maravilloso descubrimiento para quienes no estamos familiarizados por los entresijos del nacimiento del arte moderno .
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