Acuarela sobre papel, 180 x 140 cm
In memoriam….para el artista italiano mas sarcástico
Acuarela sobre papel, 180 x 140 cm
In memoriam….para el artista italiano mas sarcástico
La noción de patrimonio santifica y preserva los restos del pasado: templos, tumbas, palacios, acueductos, arcos de triunfo (el nombre lo dice todo). Un pasado construido por el hombre sometido al hombre y destruido por el hombre que somete al hombre. Los restos son el signo de un sometimiento que la noción de patrimonio legitima. Un patrimonio ideado quizá por unos genios, unos visionarios o unos creadores con talento o afortunados, cuya fortuna les ha permitido disponer de mano de obra extrayendo piedras, tallando sillares y construyendo útiles para acarrear los bloques y disponerlos a menudo a costa de la vida de quienes dan su vida forzados para levantar obras faraónicas que hoy protegemos como formando parte del llamado patrimonio cultural, entendido como lo que forma parte de nuestro pasado, como si fuéramos los legítimos herederos de un acto creativo que fue también un acto de barbarie, doblegando la espalda y agotando las fuerzas de los operarios que nunca dispusieron de monumentos que los recordaran siquiera para sus coetáneos.
(Basado en Walter Benjamin: Sobre el concepto de historia, VII)
Hasta principios del siglo xxi, las rogativas para la protección del hogar se dirigían hacia San Expedito, un supuesto mártir Romano, cuyo culto se practica en una capilla de la Iglesia de San Jaime en la calle Fernando de Barcelona.
El templo, gótico y neogótico, fue desplazado, en el siglo XIX, de su ubicación originaria, en la cercana plaza San Jaime (el antiguo camposanto del templo, convertido en plaza pública). El santuario, el primer templo cristiano de la ciudad, fue fundado donde se contaba había predicado el apóstol San Jaime -que abre y cierra España.
Las súplicas se materializaban gracias a exvotos de cera en forma de casa que se colgaban de la verja que delimita la capilla.
El culto, las plegarias no han cesado. Pero hoy se entregan en forma de mensajes escritos en papel. Quizá sea la reja cerrada con llave lo que impide depositar con cuidado los papelitos doblados como mensajes al otro mundo, pero la cesta que los recoge evoca más una papelera de plástico desbordante de documentos tirados que una urna que acoge el eco de calladas voces anhelantes o angustiadas.
Birn es cierto que no queda otra. Si un devoto quisiera seguir honrando y suplicando el santo con la ofrenda perdurable de una casita de cera, ya no podría.
Los exvotos se adquirían en una hermosa cerería cercana.
El edificio, el comercio siguen existiendo y están abiertos en este primer cuarto del siglo XXI.
Mas, vende los nuevos ex-votos, los nuevos objetos deseados con los que queremos alcanzar la suerte y adelante el destino corriendo:
Las zapatillas deportivas (para no ir a ningún sitio).
Fotos: Tocho, marzo de 2023
Hoy, sábado 11 de marzo de 2023, a las once de la mañana, se ha vendido el último exvoto del hogar, de cera, que quedaba en Barcelona. El taller que moldeaba exvotos de todo tipo, para agradecer favores o plegarías concedidos o satisfechos, se quemó (un hecho insólito para un taller donde se manufacturaban exvotos de acción de gracias).
Los exvotos formaban parte del mundo de los amuletos. Éstos protegían con su sola presencia , aquéllos daban las gracias por la protección brindada, por haber ahuyentado el mal, que habría pasado de largo, como aconteció cuando la matanza de los recién nacidos egipcios, de la que se salvaron los niños de las casas marcadas por la divinidad. Un exvoto es un voto o promesa satisfecho exteriorizado, la promesa de ofrendar a la divinidad o al espíritu activado por la presencia del amuleto, en estrecho contacto con un poder superior.
Pese a que Barcelona era una de las pocas ciudades mediterráneas donde aún se fabricaban estos entes mágicos o milagrosos, la venta de amuletos y exvotos ya no es rentable. Hoy, por tanto, se ha puesto fin a una tradición que, en Barcelona, remonta no solo a los romanos (cuyos moldes originales o duplicados aún se utilizaban), sino antes, a los íberos; en otras partes del mediterráneo, los primeros exvotos remontaban a las primeras dinastías faraónicas. Las formas de algunos exvotos ha permanecido inmutable.
Toda una concepción del hogar, ya moribunda, hoy, ha concluido.
El último exvoto se hallaba en una caja de cartón, en un altillo, en la cerería más antigua de Barcelona.
Esto no significa que no se puedan encontrar aún figuras de cera. Se siguen produciendo partes de cuerpo, manos, pies y cabezas. Más no son ya exvotos (un objeto entre mágico y sagrado), sino obras decorativas. Ya no son ofrendas, sino regalos. No imploran fuerzas trascendentes sino que satisfacen seres inmanentes. El paso -la evolución o degradación- de lo mágico-religioso a lo decorativo u ornamental, la pérdida de trascendencia, ha acontecido con toda la creación humana en casi todas las culturas. Lo sagrado deriva, se rebaja o muta en lo profano o sagrado. El ejemplo del último exvoto es solo un ejemplo más de la pérdida definitiva de sacralidad -que justificaba y daba sentido a la creación humana, que estaba en el origen de ésta, que trataba de emular a la creación divina, es decir a la soñada, dando forma a visiones.
"¿Qué es un ex-voto?”, una frase de un joven que expresa bien la bajada definitiva del telón sobre la finalidad de la creación: dar forma a imágenes mentales, soñadas o fantasmeadas, y tratar de discernir lo que más nos angustia: el desconocimiento de lo que nos aguarda, esperando que el destino esté en manos de fuerzas invisibles sensibles a nuestras ofrendas.
A Ana Esteban
El joven poeta cristiano-anarquista,
socialista, francés Charles Péguy (1873-1914), muerto el primer día de la Primera Guerra
Mundial, escribirá, en un texto hipnótico, casi un cántico en defensa de la ciudad -la ciudad armoniosa, donde no caben los males, no porque el mal no exista (Péguy no era ingenuo), sino porque en la ciudad la vida se recupera (Péguy defendía la bondad del olvido, el olvido de todos los males y las injusticias, cuyo recuerdo emponzoña la vida plena)-, que toda ciudad está abierta a todas las “almas”, almas que solo alcanzan la plenitud del ser, y la
entera libertad en la ciudad. La persecución injusta encoge, reduce, invisibiliza,
hace desaparecer a quien la sufre. Solo en la ciudad recupera su entereza, su dignidad, vuelve a ser entre los
seres:
“La ciudad armoniosa tiene como
ciudadanos a todos los vivientes que son almas, todos los vivientes animados,
porque no es armonioso, porque no conviene que existan almas que sean
extranjeras, porque no conviene que existan vivientes animados que sean
extranjeros.
Así todos los hombres de todas las
familias, todos los hombres de todas las tierras, de tierras que nos son
lejanas y de tierras que nos son próximas, todos los hombres de todas las
profesiones, de profesiones manuales y de profesiones intelectuales, todos los
hombres de todos los villorrios, de todos los pueblos, e todos los burgos y de
todas las ciudades, todos los hombres de todos los países, de países pobres y
de países ricos, de países desérticos y de países poblados, todos los hombres
de todas las razas, los Helenos y los Bárbaros, los Judíos y los Arios, los
Latinos, los Helenos y los Eslavos, todos los hombres de todas las lenguas,
todos los hombres de todos los sentimientos, todos los hombres de todas las
culturas, todos los hombres de todas las vidas anteriores, todos los hombres de
todas las creencias, de todas las religiones, de todas las filosofías, de todas
las vidas, todos los hombres de todos los Estados, todos los hombre de todas
las naciones, todos los hombres de todas las patrias se han vuelto los ciudadanos
de la ciudad armoniosa, porque no conviene que existan hombres que sean extranjeros
(…)
Ningún viviente animado no está
proscrito de la ciudad armoniosa.”
(Charles Péguy: Marcel. Primer diálogo de la ciudad armoniosa, 1898)
Por los mares del norte, allende las costas de Perú, allí donde lleva la corriente del norte cuando barre el viento del este, es decir, en ninguna parte, se ubica la isla de Bensalem, llamada la Nueva Atlántida. Nada se sabía de ella hasta que llegaron unos marineros famélicos a los que los vientos y las corrientes arrastraron hasta esta isla de don nadie, cuando trataban de llegar al viejo mundo, y dieron cuenta de su casual descubrimiento . Y nadie volvería a saber de ella, porque a sus habitantes se les recomendaba fervientemente que no viajaran ni contaran a nada acerca de su isla, si bien el gobierno de Bensalem estaba perfectamente al corriente de cuántas culturas y gobiernos se daban desde la China hasta la vieja Atlántida (que el diluvio borró del mapa, contaba Bacon), porque enviaban espías por el mundo para recabar, en secreto, sigilosamente, informaciones sobre otros modos de gobernar, pensar, habitar.
La capital de la Nueva Atlántida se organizaba alrededor de la Casa de Salomón, un gran laboratorio científico donde se estudiaban toda clase de fenómenos naturales y se experimentaban con nuevos tipos de cultivos y de tratamientos médicos. Además de salas de música, de cocina, de química, de fábricas de aparatos científicos, de laboratorios químicos, la Casa de Salomón contaba con unas salas donde se experimentaban con toda clase de prodigios, efectos especiales y trucos de prestidigitador, para estudiarlos, conocerlos y valorar sus efectos, de modo que se pudiera distinguir bien la naturaleza del artificio y que, por tanto, los efectos fueran reconocibles y pudieran ser proscritos en favor de la belleza natural, quedando en evidencia, desnudos, en beneficio, en fin, del ornamento que no pretende ser lo que no es, que no busca deslumbrar, el efecto fácil e inmediato, sino que trata de mejorar el mundo sin falsearlo o esquivarlo. Una fábrica de mentiras que permita conocerlas para reconocerlas y condenarlas.
La Nueva Atlántida, una obra póstuma del pensador inglés Francis Bacon, del siglo a XVII, es una maravillosa y, sí, deslumbrante fábula sobre las capacidades humanas de explorar y estudiar el mundo, evitando el uso tramposo de ciertas aplicaciones. Francis Bacon con conocía Chat GPT, mas, como si lo hubiera intuido.
"Tenemos también casas de ilusiones de los sentidos, donde hacemos juegos de prestidigitación, falsas apariciones, impostoras, ilusiones y falacias. Usted creerá fácilmente, con seguridad, que nosotros, que poseemos tantas cosas naturales que inducen a admiración, podríamos engañar a los sentidos si mantuviéramos ocultas estas cosas, y arreglárnoslas para hacerlas aparecer como milagrosas. Pero odiamos tanto las imposturas y mentiras que hemos prohibido severamente a nuestros ciudadanos, bajo pena de ignominia y multa, que muestren cualquier obra natural adornada o exagerada, debiendo mostrarla en su pureza original, desprovista de toda afectación.”