Hasta principios del siglo xxi, las rogativas para la protección del hogar se dirigían hacia San Expedito, un supuesto mártir Romano, cuyo culto se practica en una capilla de la Iglesia de San Jaime en la calle Fernando de Barcelona.
El templo, gótico y neogótico, fue desplazado, en el siglo XIX, de su ubicación originaria, en la cercana plaza San Jaime (el antiguo camposanto del templo, convertido en plaza pública). El santuario, el primer templo cristiano de la ciudad, fue fundado donde se contaba había predicado el apóstol San Jaime -que abre y cierra España.
Las súplicas se materializaban gracias a exvotos de cera en forma de casa que se colgaban de la verja que delimita la capilla.
El culto, las plegarias no han cesado. Pero hoy se entregan en forma de mensajes escritos en papel. Quizá sea la reja cerrada con llave lo que impide depositar con cuidado los papelitos doblados como mensajes al otro mundo, pero la cesta que los recoge evoca más una papelera de plástico desbordante de documentos tirados que una urna que acoge el eco de calladas voces anhelantes o angustiadas.
Birn es cierto que no queda otra. Si un devoto quisiera seguir honrando y suplicando el santo con la ofrenda perdurable de una casita de cera, ya no podría.
Los exvotos se adquirían en una hermosa cerería cercana.
El edificio, el comercio siguen existiendo y están abiertos en este primer cuarto del siglo XXI.
Mas, vende los nuevos ex-votos, los nuevos objetos deseados con los que queremos alcanzar la suerte y adelante el destino corriendo:
Las zapatillas deportivas (para no ir a ningún sitio).
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