Por los mares del norte, allende las costas de Perú, allí donde lleva la corriente del norte cuando barre el viento del este, es decir, en ninguna parte, se ubica la isla de Bensalem, llamada la Nueva Atlántida. Nada se sabía de ella hasta que llegaron unos marineros famélicos a los que los vientos y las corrientes arrastraron hasta esta isla de don nadie, cuando trataban de llegar al viejo mundo, y dieron cuenta de su casual descubrimiento . Y nadie volvería a saber de ella, porque a sus habitantes se les recomendaba fervientemente que no viajaran ni contaran a nada acerca de su isla, si bien el gobierno de Bensalem estaba perfectamente al corriente de cuántas culturas y gobiernos se daban desde la China hasta la vieja Atlántida (que el diluvio borró del mapa, contaba Bacon), porque enviaban espías por el mundo para recabar, en secreto, sigilosamente, informaciones sobre otros modos de gobernar, pensar, habitar.
La capital de la Nueva Atlántida se organizaba alrededor de la Casa de Salomón, un gran laboratorio científico donde se estudiaban toda clase de fenómenos naturales y se experimentaban con nuevos tipos de cultivos y de tratamientos médicos. Además de salas de música, de cocina, de química, de fábricas de aparatos científicos, de laboratorios químicos, la Casa de Salomón contaba con unas salas donde se experimentaban con toda clase de prodigios, efectos especiales y trucos de prestidigitador, para estudiarlos, conocerlos y valorar sus efectos, de modo que se pudiera distinguir bien la naturaleza del artificio y que, por tanto, los efectos fueran reconocibles y pudieran ser proscritos en favor de la belleza natural, quedando en evidencia, desnudos, en beneficio, en fin, del ornamento que no pretende ser lo que no es, que no busca deslumbrar, el efecto fácil e inmediato, sino que trata de mejorar el mundo sin falsearlo o esquivarlo. Una fábrica de mentiras que permita conocerlas para reconocerlas y condenarlas.
La Nueva Atlántida, una obra póstuma del pensador inglés Francis Bacon, del siglo a XVII, es una maravillosa y, sí, deslumbrante fábula sobre las capacidades humanas de explorar y estudiar el mundo, evitando el uso tramposo de ciertas aplicaciones. Francis Bacon con conocía Chat GPT, mas, como si lo hubiera intuido.
"Tenemos también casas de ilusiones de los sentidos, donde hacemos juegos de prestidigitación, falsas apariciones, impostoras, ilusiones y falacias. Usted creerá fácilmente, con seguridad, que nosotros, que poseemos tantas cosas naturales que inducen a admiración, podríamos engañar a los sentidos si mantuviéramos ocultas estas cosas, y arreglárnoslas para hacerlas aparecer como milagrosas. Pero odiamos tanto las imposturas y mentiras que hemos prohibido severamente a nuestros ciudadanos, bajo pena de ignominia y multa, que muestren cualquier obra natural adornada o exagerada, debiendo mostrarla en su pureza original, desprovista de toda afectación.”
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