Fotos: Tocho, julio de 2014
Para quienes tenemos una imagen del mundo íbero como el de unos pueblos bárbaros a los que fenicios, griegos y finalmente romanos trataron, no siempre exitosamente, de civilizar, el yacimiento de Puente Tablas, en la cercanía de Jaén, sorprende.
Situado en una colina, como habitualmente ocurre con los poblados íberos, Puente Tablas es un oppidum -un asentamiento permanente fortificado que controla un territorio y, en este caso, ejerce de puesto fronterizo, y cobra impuestos por el tránsito de mercancías que, desde todas partes de Mediterráneo (Rodas, Egipto, Atenas, Cartago, etc.) se adentran por el sur de la Península- bien defendido, que prosperó entre los siglos VI y II aC, con un trazado urbanístico singular.
Una red de calles, de tres metros de separación, organiza unas manzanas de veintiocho metros de anchura, que comprenden dos viviendas adosadas, separadas por un doble muro medianero, y que miran, ambas, a las calles adyacentes. Las viviendas son amplias. Se organizan alrededor de un amplio patio. Comprenden elementos propios de otras culturas mediterráneas, como salas y antesalas porticadas.
Estas viviendas no obedecen a un caprichoso, sino a un proporcionado trazado. Responden a las proporciones 1, 12 y 13: estas medidas organizan la distribución de los espacios. Son, junto a las cifras, 3, 4 y 5, las que permiten trazar triángulos rectángulos, cuyos catetos y cuya hipotenusa posee un número sin decimales. Este juego de proporciones es fundamental. Los triángulos a los que da lugar permiten triangular el plano y el espacio y proyectar y construir cuadrados y rectángulos que son las figuras en las que se basan los proporcionados y regulares espacios domésticos de Puente Tablas.
Este juego de proporciones, que Pitágoras demostró, es de origen mesopotámico, y llegaría a la península seguramente gracias a los fenicios. Se aplicaba por la facilidad con la que se trazaban figuras regulares con ángulos rectos que permitían una parcelación equilibrada del territorio urbano. La primera muestra de este sistema proyectual se halla en la ciudad sumeria de Lagash, a finales del tercer milenio aC. Como demuestran los arqueólogos de este yacimiento íbero, la célebre estatua de acéfala, de diorita, del rey neo-sumerio Gudea, sentado, con una tablilla de dibujo en el regazo (hoy en el Museo del Louvre de París), incluye una regla, en la que están destacadas las muescas correspondientes a las cifras 1, 12 y 13, que permiten, mediante sumas y abatimientos, construir un triángulo rectángulo con el que ordenar el espacio.
La parcelación proporcionada del oppidum de Puente Tablas revela un conocimiento, sin duda práctico, de técnicas orientales, y demuestran, una vez más, los serios contactos culturales entre las riberas opuestas mediterráneas y la aculturación de las sociedades íberas, con una técnicas urbanas complejas, anteriormente a la conquista romana.
Nota: la visita se ha llevado, gracias a la ayuda del ISAW de Nueva York, el Instituto de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, y la generosidad del profesor Joaquín Ruiz Jiménez, arqueólogo de Puente Tablas, para la documentación para una posible exposición sobre las culturas íberas, en Nueva York, en 2017.
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