martes, 6 de noviembre de 2018

Arte y Arquitectura entre Lisboa y Bagdad. La fundación Calouste Gulbenkian en Iraq, 1957-1973)





















































Fotos: Tocho, noviembre de 2018


Calouste Gulkenkian fue un armenio, nacido en Estambul a mitad del siglo XIX, y nacionalizado británico, hijo de un magnate del petróleo del Caúcaso. Llegó a ser ministro en el Imperio Otomano, pero su fortuna -en todos los sentidos de la palabra- estuvo ligada al petróleo: las comisiones que cobraba para ayudar la petrolera Shell, en los inicios, y al Sultán para hacerse con los pozos mesopotámicos. En efecto, fue quizá el primero en obtener los derechos de explotación de los pozos en lo que hoy es Iraq -pero que formaba parte del imperio otomano hasta el final de la primera Guerra Mundial, y un mandato británico hasta la Segunda Guerra Mundial. La Turkish Petroleum Company, luego llamada Iraq Petroleum Company, estuvieron en el origen del comercio de los carburos que aún hoy hacen la fortuna -o la desgracia- del Próximo Oriente.
Gulbenkian dedicó una parte de su fortuna en la adquisición de obras de arte tanto occidentales -desde la arqueología hasta cuadros impresionistas- como del Próximo Oriente: la colección de cerámica islámica es seguramente la mejor del mundo.

Pensó en legar su colección al recién instituido estado de Iraq. Por este motivo, el joven rey Faisal II, en los años 50, encargó al arquitecto Alvar Aalto el proyecto del Museo de Bellas Artes de Bagdad -que habría estado dedicado a la colección Gulbenkian. La muerte del magnate en 1955, el golpe de estado y el asesinato del rey en 1958, pusieron fin a este proyecto. La colección recabaría finalmente en Lisboa donde aún se expone.

Fue entonces cuando la recién creada fundación Gulbenkian empezó una labor filantrópica en el campo de la cultura, la sanidad y la educación en Iraq. Hospitales, museos y universidades, desde Erbil hasta Basora recibieron financiación de la fundación. Se inició, al mismo tiempo, una colección de arte moderno iraquí. Se proyectó y se construyó un Centro de Arte Moderno en Bagdad -ya sin colección- y se financió el proyecto, de arquitectos portugueses, del estadio de fútbol en Bagdad -supliendo el que Le Corbusier no pudo levantar. Se financió también una amplia exposición de obras maestras, sobre todo mesopotámicas, del Museo Nacional de Iraq en Bagdad, por diversas ciudades europeas, como Lisboa, Turín o París, en 1966.
La nacionalización de los pozos de petróleo, tras la Segunda Guerra árabe-israelí, en 1973, señaló el fin de las actividades de la fundación Gulbenkian en Iraq.

Una exposición (hasta finales de enero de 2019), con material inédito, muy bien presentada, en la Fundación Gulbenkian de Lisboa, da cuenta de estas actividades, hasta ahora, conocidas sobre todo en Iraq, si bien la exposición insiste, quizá de manera acrítica, y en exceso, en la filantropía de la fundación en Iraq -el origen de la fortuna es tratado muy brevemente-, y no menciona, sorprendentemente los proyectos de Alvar Aalto, y de Le Corbusier, que están en el origen de las actividades culturales y deportivas de la Fundación en Iraq.

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