lunes, 25 de febrero de 2019

Santo Tomás en Mosul







Agradezco a la profesora del Departamento de Arquitectura de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Bagdad, la dra. Ghada Siliq, oriunda de Mosul, la entrega de esas fotografías tomadas este año.


El apóstol Tomas, hermano gemelo de Jesús (Tomás, en hebreo, al igual que Dídimo, su nombre en griego, significa gemelo), en su camino a la India, tras haber sido vendido como esclavo por Jesús a un emisario del rey de la India Gundosforo, para responder a un encargo real al que nadie había sabido dar una respuesta aceptable, construir un palacio inimaginable -Tomás levantó eficazmente un deslumbrado palacio construido con luz en el cielo, lo que le convirtió lo que hasta hoy es: el patrón, no de los imposibles, sino de los arquitectos-, se detuvo, cuenta la leyenda, en la ciudad de Mosul.
El casco antiguo de esta ciudad, hoy destruido por el Estado Islámico (sunita), y la subsiguiente liberación de la ciudad por parte del ejército iraquí (chiita), alberga -o albergaba- varias iglesias cristianas (siríacas ortodoxas) medievales (Mosul era una ciudad principalmente cristiana hasta los años ochenta).
Se contaba que, tras su muerte, los restos de Tomás fueron trasladados a Turquía y, de allí, a Mosul.
Antes de la reciente destrucción de la ciudad, se halló, empotrado en un pilar de la nave principal de una iglesia gótica del siglo XIV -la iglesia de Santo Tomás- una caja con restos humanos, datados, entonces, del siglo I dC.  Pronto se consideró que se trataba de una reliquias, precisamente las del santo patrón de los arquitectos, en una ciudad, hoy, cuyo casco histórico ha quedado tan devastado que los proyectos de rehabilitación contemplan la total aniquilación de lo poco que queda en pie y la transformación de la ciudad en una imagen de Dubai: una ciudad sin raíces, asaetada de rascacielos.

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