domingo, 1 de septiembre de 2024

DOMENIKOS THEOTOKOPOULOS (“EL GRECO”, 1541 - 1624): CUANDO EL GRECO ERA CRETENSE






Fotos: Tocho, Pinacoteca Nacional, Ferrara, agosto de 2024
Óleos sobre tabla, 1566
 

Antes que se convirtiera, según la interpretación de principios del siglo XX, en el arquetipo del pintor místico español, el equivalente plástico de los poetas y teólogos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz -lo que nunca fue-, asentado en Toledo donde no cesó de pintar santos en éxtasis y Cristos dolientes bajo cielos de tormenta, el Greco se formó en su Creta natal como un pintor de iconos bizantinos, siguió en talleres venecianos y luego en Roma, sin gran éxito, antes de viajar al monasterio del Escorial en construcción y fracasar como pintor de corte, acabando como pintor de monasterios y de clientes ajenos a la corte en Toledo.
Si su obra -pictórica, arquitectónica y teórica- toledana está muy bien documentada, escasean sus primeras obras. Es difícil distinguirla de la producción más convencional de iconos, del mismo modo que se conocen pocas obras de su periodo veneciano, en cuya ciudad no destacó.
La Pinacoteca Nacional de Ferrara obtuvo,  a finales del siglo XX, el depósito de cuatro cuadritos de temática religiosa, de El Greco (o atribuidos a él), seguramente pintados, hacia 1566, cuando contaba unos veinticinco años, en Venecia; unas obras poco conocidas, y que suelen pasar desapercibidas, pese a los vibrantes colores venecianos: una Crucifixión, Cristo ante Pilatos, la Oración en el Huerto, y el Lavatorio de los pies, tres motivos religiosos católicos canónicos, en los que destacan el talento del Greco como colorista -colores vivos, verdes, naranjas, fucsias-, y una cierta impericia compositiva, según el canon renacentista,  que acrecienta el encanto de estas obras, sean o no del artista cretense. 

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