Leamos y recordemos cada día los escritos del mejor escritor de la antigüedad -junto con Sófocles y Platón- y, sin duda, de todos los tiempos, el escéptico, incrédulo, cínico, satírico romano (que escribía en griego) Luciano de Samosata, cuya obra El mentiroso, sobre la mentira y la credulidad, sobre el engaño político, deberíamos guardarla como una biblia:
Tiquiades.- ¿Puedes decirme, Filocles, cuál es la causa que induce a muchos al deseo de mentir, hasta el punto que gozan contando falsedades y prestando especial atención a quienes narran cosas de este tipo?
Filocles.- Muchas
son las causas, oh Tiquiades, que, por razones de interés, inducen a algunas
personas a mentir.
Tiquiades.-
"Eso nada tiene que ver con el asunto" -como dice el refrán-; yo no
te pregunto por aquellos que mienten interesantemente, ya que esos individuos
merecen cierta disculpa, y algunos, incluso, son dignos de elogio, como los que
burlan al enemigo y aquellos que, para salvarse en un trance apurado, utilizan
esta clase de medios. Así obró muchas veces Ulises "para proteger su vida
y conseguir el retorno de sus compañeros". No, mi pregunta se refiere,
excelente amigo, a aquellos que, sin necesidad alguna, aman la mentira por si
misma y se complacen en emplearla sin que nada lo justifique. Es respecto a
esos individuos, pues, que quisiera saber qué pretenden ganar con su conducta.
Filocles.- ¿Has
conocido a muchas personas que tienen como una afición innata por la mentiras?
Tiquiades.- Sí,
existen muchos de ésos.