jueves, 7 de marzo de 2019

¿Sueñan los androides con obras de arte?

¿Puede darse una obra de arte sin "raíces", sin pasado? ¿Una obra de arte que no se inscriba  en una trayectoria? Es cierto que se conocen artistas que solo llevaron a cabo una sola obra, sin que ésta carezca de interés ni explicación: si así no fuera, A la búsqueda del tiempo perdido, de Marcel Proust, no tendrá sentido ni razón de existir. Una obra, una sola obra, fruto de una vida, apenas concluida justo antes de morir.
Una obra de arte no existe sin obras que la preceden, a las que da réplica. Una obra dialoga con obras del pasado, las interpreta. Su forma y su contenido depende de los rasgos formales e ideales de obras que ha escogido como modelos, a los que ensalza o critica, a las que se enfrenta; obras que son acicates, que invitan a sobrepasarlas, o tan solo -a modo de admiración- de homenajearlas, por extrañas que parezcan las formas de honrar que se hayan escogido.
Una obra se inscribe en una trayectoria personal, así como en la historia del arte. Actualiza o denuncia formas de pensar, de actuar, de crear del pasado, remoto o cercano.
Una obra de arte se inspira de historias personales, de visiones íntimas o del mundo, sin que la obra sea un simple reflejo de lo que piensa o siente el artista. La obra no es autobiográfica, y se "explica" -y se tiene que interpretar- sin tener en cuenta la biografía del artista (la obra no es una proyección de la vida de éste, ni deriva directamente de la personalidad y las vivencias del creador), pero ofrece un punto de vista personal sobre su concepción del arte -de la función del arte- y su visión del mundo (laudatoria, despreciativa o crítica).
Aunque la obra de arte deba ser juzgada (interpretada, valorada, analizada) por si misma, no se puede explicar fuera de todo contexto. Su sentido depende de la época en la que ha sido creada. En tanto que mirada al mundo (exterior o interior) o al mundo del arte, dichos mundos no pueden obviarse. La obra de arte es una fuente de conocimiento; por lo que es necesario saber sobre lo que nos ilustra. La manera de ilustrarnos, el punto de vista adoptado se dirimen juzgando la obra, pero tenemos que saber hacía donde enfoca su mirada crítica.
Es por eso que para que las máquinas puedan crear obras de arte, al igual que los humanos, deberán tener un conocimiento directo de obras de arte que las inspiren y capacidad para escoger las que las motiven, así como deberán vivir como vivimos, tener experiencias y recuerdos, curiosidad por el mundo, por el mundo interior, y sentimientos de amor, rabia, indignación o entrega que impelen y alimenten la creación. Deberán tener ojos para tener puntos de vista propios.
Quizá acontezca un día. Pero quizá entonces se hayan convertido en seres humanos o nosotros en máquinas.

(Dedicado a los estudiantes de la asignatura de Teoría II, de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, tras un intenso debate propiciado por Lucas Dutra, a quien agradezco la propuesta. Gracias a todos los participantes por las reflexiones)   

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