Jámblico (c. 115-165 dC) fue un autor sirio que escribía en
griego (novelista que no se tiene que confundir con el tardío filósofo
neoplatónico del mismo nombre, del siglo V), en tiempos del emperador romano
Marco Aurelio. Fue el autor de una novela monumental, titulada Babilóniacas, perdida, cuyo argumento se
conoce a través del resumen que un religioso bizantino, el patriarca Focio (810-891 dC),
redactó siglos más tarde.
Babilóniacas no es
el texto antiguo más conocido, pese a que se disponen de los resúmenes de Focio
en griego y en latín, traducidos en diversas lenguas modernas (el castellano,
entre éstas).
El interés de este texto delirante es que ofrece una imagen
de la cultura mesopotámica a través de los ojos de un ciudadano
romano-oriental. Algunos de los rasgos asociados a las culturas del próximo
oriente antiguo, algunos de los juicios y prejuicios, se hallan ya en este
relato.
Babilóniacas
cuenta una historia de espectros, sustitución de personalidades, magia y
asesinatos que acontece en Mesopotamia, una Mesopotamia de leyenda. Algunos
rasgos, como las ejecuciones públicas, no debían sorprender a un lector romano,
acostumbrado a éstas en su propia cultura. Otros, en cambio, debían revelar
deseos y temores romanos asociados a Babilonia –una ciudad que llegó a formar
parte del Imperio romano.
El rey de Babilonia, Garmo, viudo, se enamoró perdidamente
de Sinónide. Ésta le rechazó; amaba a Ródanes. El rey mandó a dos eunucos,
Damas y Sacas, que crucificaran a Ródanes. Pero Sinónide logró liberar a su
amante (o su esposo) y ambos huyeron, perseguidos por los eunucos.
A partir de entonces se suceden las aventuras fantásticas. Se
encuentran con un funeral, y logran hacerse con las ofrendas alimenticias para
poder sobrevivir. Tras huir por un túnel, a la salida, se topan con una colmena
de abejas que liban plantas venenosas y producen una miel que es mortal. Unas
pocas gotas (están hambrientos) los sumen en un profundo sueño, lo que les
salva de la furia de sus perseguidores que creen que han fallecido.
Se refugian en casa de un asesino. De noche, los guardias le
prenden fuego. Los amantes logran escapar de las llamas. Están tan demacrados que
los confunden con espectros, y tanto espanto causan, saliendo de entre las
llamas, que no les detienen.
En su huida vuelven a encontrarse con un funeral. De nuevo,
logran quedarse con las ofrendas. Su
vida vuelve a salvarse. Sinónide se parece tanto a la joven fallecida que se
acaba divulgando la noticia de su fallecimiento, lo que desactiva la
persecución.
Llegan a una casa donde se ha producido un asesinato. La
víctima ha sido ya medio devorada por un perro. Ródanes se compadece de una
joven manchada de sangre, lo que desencadena los celos tan feroces de Sinónide
que acaba aceptando la oferta de matrimonio del rey de Persia.
El rey de Babilonia nombra entonces a Ródanes, ahora
enfrentado a su esposa, jefe del ejército babilónico, con la esperanza que los
amantes se enfrenten y se maten. En el caso de que Ródanes venciera tras dar un
golpe mortal a Sinónide, el rey de Babilonia ha pactado con unos guardias que
deberán prender y ajusticiar a Ródanes.
Finalmente, un antiguo oráculo se cumple. Sinónide y Ródanes
sobreviven y se reconcilian, lo que les permite vencer al rey de Babilonia y
apoderarse de su trono.
Esta historia presenta numerosas digresiones. Pasa casi
siempre de noche. Magos, hechiceros no cesan de intervenir. Los muertos se
mezclan y se confunden con los vivos. Los personajes son tomados por otros. Disfraces,
suplantaciones son habituales. Se produce un constante baile de máscaras y
disfraces, en medio de animales de mal agüero, de cadáveres, de asesinos, y de
ejecuciones.
El tono es lúgubre, nocturno. Actúan tantos espectros como
seres vivos. Nadie está donde debería, Todos huyen, perseguidos por guardianes
y por fantasmas. Los límites entre los mundos diurno y nocturno, los vivos y
los muertos, los humanos y los animales, dioses y mortales se diluyen. Los
límites, las acotaciones, asociadas al ordenamiento de la vida humana, saltan
por los aires. Realidades, sueños, ensueños y pesadillas se suceden sin una
lógica diurna.
A través del largo resumen y las anotaciones de Focio (que
no siempre reflejan la estructura de la obra sino las impresiones de Focio ante
los hachos narrados, por lo que hechos sin duda nimios, resueltos en unas pocas
líneas, merecen, porque debieron de impresionar al lector, amplios comentarios),
es difícil apreciar la estructura de la novela de Jámblico, en la que se
intercala la autobiografía del escritor, y hechos históricos que chocan con el
relato alucinado. Pero, tal como se presenta el resumen, las Babiloníacas se instituyen como un
relato de pesadilla, grotesco, terrorífico y erótico, que quizá revele la
imagen que Babilonia destilaba en las mentes greco-latinas, fascinadas y
aterradas por un oriente cada vez más desconocido o fantaseado.
Agradecimientos a la profesora Dra. Mariagrazia
Masetti-Rouault (Universidad de la Sorbona) por habernos puesto sobre la pista
y enviado este relato.