Teorizar, habitualmente, significa reflexionar y, sobre todo, abstraer. La teoría necesita del alejamiento de los casos concretos para englobarlos todos en una misma visión, prescindiendo de cualidades particulares, cuya ausencia no daña la valoración de las cosas. La teoría se ejerce desde lo alto. Los ejemplos concretos solo ilustran la teoría y facilitan su comprensión. Pero se suele considerar con condescendencia a una ilustración. Se recurre a ésta, como ya observara Platón, cuando somos incapaces de remontarnos a la altura desde la cual el teórico analiza las cosas, prescindiendo de la concreción, las delimitaciones, las limitaciones (materiales o sensibles) de aquéllas.
Mas, teoría, en griego, significa observación. La teoría se sustenta en la vista. Consiste en escudriñar las cosas -sin tocarlas ni forzarlas-, en estar atentos a ellas, en ser atentos con ellas. La teoría se fija y se detiene en lo que encuentra, en lo que le sale al encuentro, atiende a lo que se le muestra. La teoría nace de un diálogo entre un observador y un observado, siendo ambos dialogantes a la vez observadores y observados. Las cosas también nos contemplan.
La teoría se basa, por tanto, en una atención minuciosa, cuidadosa hacia cada cosa que digna revelarse. Se centra, se concentra en un ente o una persona. Atiende a lo que muestra, a su imagen o su cara; tratando, sin faltarle al respeto, de descubrir lo que dicha imagen o apariencia significa o traduce. La teoría no atiende a lo general sino a lo particular. Cada ente o cada ser tiene algo que decirnos -lo que significa que esté siempre dispuesto a contarnos lo que porta o encierre. Algunos encuentros topan con un muro, con una negativa a cualquier apertura. La teoría no considera a las cosas y los seres ejemplos. Las cosas no son casos. No son intercambiables ni prescindibles. No se recurre a ellos debido a nuestra incapacidad de pensar sin ver, sin tener algo tangible a nuestro alcance. Muy al contrario, sin nada se nos revela, la teoría no tiene sentido, no tiene nada qué decir.
Teorizar es escuchar y descifrar lo que los entes y los seres aceptan decirnos. La teoría se sustenta en la vista pero también en el oído. Implica un esfuerzo contante para estar a la escucha del mundo, y la modestia de dejar que las cosas hablen -si quieren. La teoría no impone modelos, no modela el mundo, sino que trata de aprender el lenguaje de las cosas, lo que implica estar callado y receptivo. La teoría no nos aleja del mundo, remontándonos a las alturas, sino que nos pone en sintonía con éste, nos acerca al mundo, para que podamos escuchar por primera vez, y en ocasiones, por única vez, la voz, única y singular, de las cosas, el tono personal con la que aceptan dirigirse a nosotros. No nos dirigimos a ellas, no las dirigimos, no las organizamos a nuestra medida y voluntad. Se nos dirigen -a veces. La teoría es una apertura al mundo, y una lección de humildad. hay cosas -obras de arte, por ejemplo, del pasado o del presente, de culturas lejanas en el tiempo o el espacio- que requieren por nuestra parte que esperemos -a que, quizá, se pongan en contacto con nosotros.
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