los llamado huacos retratos son vasijas de libación de terracota pintada, depositadas en tumbas, que documentan toda clase de actividades humanas -todos los actos, creativos y destructivos que se puedan llevar a cabo, desde la unión hasta la tortura. Se depositaban en casi todas las tumbas mochica. Su número supera todo lo imaginable.
El cuerpo de un gran número de cerámicas consiste en una testa individualizada, en la que destaca toda una gama de expresiones. Aunque las cerámicas precolombinas no se torneaban sino que se moldeaban, cada huaco retrato es distinto, y refleja el rostro de una persona.
Estas piezas se asemejarían a los estudios fisonómicos de la tradición barroca francesa, si no fuera porque las expresiones más habituales suelen ser la de tristeza (o este es el sentimiento que, hoy, al menos, leemos en estos rostros), en los que los ojos grandes no siempre denotan vida, como si estos retratos correspondieran a personas que miran desde el más allá, a un ejército de figuras que han descubierto que se esconde en el más allá, que han hallado la verdad.
Al mismo tiempo, constituyen una galería de retratos realistas, de una cultura antigua (300-700 dC), única en el mundo, y que pone de manifiesto que la preocupación por la representación de la expresión no surge con la modernidad.
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