viernes, 8 de septiembre de 2017

HRAIR SARKISSIAN (1973): HOMESICK (NOSTALGIA DEL HOGAR, 2014)








Homesick: la nostalgia del hogar.
Una maqueta arquitectónica, réplica exacta, detallista trabajosa y minuciosamente construida, de la casa que los padres del artista -exiliado en Inglaterra- aún ocupan en Damasco (Siria), una casa de los años cincuenta, en buen estado, de tardío estilo art decó, como tantas y tan hermosas en la capital siria.
A martillazos, el artista empieza, durante once extenuantes minutos a destruir la maqueta.
La maqueta es un doble de la casa. La sustituye o la anuncia. Las maquetas son útiles en el mundo profano, técnico, ya que forman parte de un proyecto arquitectónico, pero también tienen cabida, y quizá aún más sentido, en el mundo mágico-religioso, sagrado y funerario. Los muertos eran enterrados con todas sus pertenencias, en algunas culturas, entre las que se encontraban dobles de las casas, casas verdaderas para las almas incorpóreas; mientras que maquetas eran depositadas a los pies de las estatuas de culto en los templos para implorar la protección de la divinidad.
La maqueta no es un juguete ni un simple útil técnico. Cabe en la mano. Se porta, se transporta, y es portadora de esperanzas. Cuando se destruye ya nada queda. La casa desaparece. Pierde su fundamento. Una casa sin imagen o modelo: una casa irreal. Las casas, como las personas necesitan estar rodeadas de imágenes, poder proyectarse en imágenes, fotográficas, espejadas o pintadas, para poder multiplicar su presencia y su sentido. Una imagen, una maqueta, ya es el símbolo de una pronta vuelta al hogar: la casa esta cerca.  
La casa de los padres del artista no ha sido destruida. Damasco está relativamente a salvo. Pero el corazón de la casa, que la maqueta ejemplifica o encarna, ha estallado. Ya nada será como antes. La casa como relicario de recuerdos, ya no está.

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