Lo nuevo, ni la novedad, son características del "año nuevo" en Francia (y en Italia). Éste es presentado como un Buen Año (Bonne Année). Así es el objetivo del deseo, de las felicitaciones. Un buen año, es un año de bienes. Se desean, o se auguran, bienes para o durante el año que está a punto de llegar.
El deseo es ambiguo. Se puede desear que el año nuevo traiga bienes (que el año que concluye no ha traído) o se desea que el año nuevo traiga, al igual que el precedente -que los precedentes- los mismos bienes. En este caso, se renueva una plegaria, con la confianza que volverá a ser atendida.
La expresión Bonne Année, pues, no significa o simboliza lo que New Year. Así como en inglés, el tiempo avanza inexorablemente, y cada nuevo año, es un año distinto, que se suma a los precedentes, Bonne Année, puede implicar una concepción del tiempo cíclico, gracias al cual, cada año aporta los mismos bienes.
Año Nuevo, en español, finalmente, tiene dos lecturas. Parece combinar las distintas visiones del tiempo, inglesa y francesa. Un año nuevo, es un año inédito. Nunca, hasta ahora, había existido. Se trata de un año lleno de incógnitas. El año abre un panorama que deberá ser explorado sin saber qué vendrá. Año distinto de los anteriores, sin duda, a menos que creamos que la historia se repite.
Pero un año nuevo puede ser un año renovado. Se trata, entonces, del mismo año que le precedía: un año gastado por el tiempo, que vuelve al punto de partida. Un año que se inicia de nuevo. El tiempo es el mismo: transcurre, se gasta, se agota, y es enteramente renovado. Lo que se pide no es ir hacia adelante, sino una vuelta a los orígenes. La mirada es nostálgica. Aspira a retroceder hasta los inicios. Se anula el paso del tiempo. Éste se consume y renace. Más que un tiempo circular, es un tiempo que avanza y retrocede, se estira y se encoge. Los deseos de un año nuevo implican el deseo de no progresar -ni cambiar, evolucionar y decaer. Feliz Año es el deseo de escapar de la cárcel del tiempo.
New Year deja atrás el Old Year. Año Nuevo no deja atrás nada, porque en nada se ha avanzado decisivamente o para siempre. El tiempo es una etapa, un viaje de ida y vuelta.
Los alemanes dan un salto: einen guten Rutsch ins neue Jahr. Se deslizan hacia un nuevo año. La imagen evoca la muda de la piel. Se deja atrás un año gastado y se reviste un año nuevo que arropa y protege. En Alemania, el pasado queda atrás. En España (quizá en los países latinos, frente a los celtas), en cambio, miramos hacia aquél. El pasado no es el tiempo pasado, el tiempo que ha pasado, sino el tiempo que no es tiempo, el tiempo que no pasa -o que aún no ha pasado. No es un presente, sino un tiempo fuera del tiempo, el tiempo del sueño, o de los buenos deseos. El tiempo irreal. Que nunca acontece.
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