jueves, 18 de enero de 2018

ISRAEL SILVESTRE (1621-1691): ARQUITECTURA, CIUDAD Y NATURALEZA


























Salvo el (para mi) sobrevalorado Poussin (un tanto mediocre dibujante de composición estáticas con colores excesivamente contrastados), se diría que el arte francés nace con los impresionistas -el romántico Delacroix es un artista excesivo, en el mal sentido de la palabra- y con Cézanne (para apagarse poco después, salvo la estela deslumbrante de Matisse).

Sin embargo, una exposición actual ha rescatado la obra de Israel Silvestre, un dibujante tardo-manierista o barroco -un barroco contenido, como suele ser el barroco francés, mas cercano al clasicismo, que anuncia, más que se opone, al neo-clasicismo-.

Originario de la Lorena -fue y no fue una región francesa-, Silvestre fue un prolífico grabador, formado en el taller del Jacques Callot -uno de los grandes artistas manieristas europeos, al igual que los italianos Pontormo y Rosso Fiorentino, y el superior El Greco-. Fue maestro de dibujo del rey Louis XIII, y pudo trabajar en las galerías de pintura del Palacio del Louvre. Sus viajes por Italia y España dieron lugar a un album de grabados con vistas de ciudades desde la lejanía (como "Madry" y Sevilla). Sus grabados de Venecia fueron un acicate para las "vedute" de Canaletto, casi un siglo más tarde.

Las escenas callejeras tienen que eludir la naturaleza, pero las vistas generales de palacios y ciudades enmarcan las construcciones en una naturaleza amable o, mejor dicho, muestran una perfecta integración entre naturaleza y cultura. Aquélla se dispone o está dispuesta -en todos los sentidos del término -a acoger la obra humana -de la que curiosamente está excluida la figura humana, o aparece empequeñecida, sin que este contraste de tamaños no constituya amenaza alguna para el hombre, sin embargo).

Una próxima exposición en el Museo del Louvre de París recuerda la figura, un tanto olvidada de este observador de la grandeza y buenas maneras de la construcción humana que no somete el mundo sino que lo realza. La figura de ángeles que coronan las vistas así lo testimonian.

 

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