Gianni Pettena - SENNA - Paris 2002 from Gianni Pettena on Vimeo.
Gianni Pettena - architecture + nature - 2011 from Gianni Pettena on Vimeo.
Gianni Pettena - Vive l'architecture - 2013 from Gianni Pettena on Vimeo.
Gianni Pettena, a quien una fundación privada en Bruselas le dedica una exposición antológica en estos momentos, es un arquitecto italiano, docente en los Estados Unidos, cercano al ya fallecido Gordon Matta-Clark, que se podría calificar de "bíblico".
Para Pettena, como para el autor del Génesis, la arquitectura es un mal, seguramente inevitable -pero reparable; un daño que se inflinge a la naturaleza. Un muro, un cerco, la primera trazar arquitectónica, la primera intervención humana en la naturaleza, de inmediato, marca una frontera; aisla, encierra, y solo permite percibir la naturaleza desde la distancia, con una mirada distante; una vista lejana y encuadrada. El espacio construido da la espalda al mundo que no se quiere ver. Crea un espacio artificial, sin raíces.
Los nómadas construyen, ciertamente. Pero sus cobijos, sus refugios, son temporales. Hechos de materiales perecederos, retornan a su condición "originaria" al cabo de un tiempo, después de que hayan sido abandonados.
La ruina es la viva imagen de lo que debería ser la arquitectura: una construcción en tránsito de volver a ser lo que fue: elementos naturales aún no desplazados por la mano del hombre. Los yacimientos arqueológicos -en los que Pettena interviene a menudo- son lo que deberían ser la ciudades: intervenciones evanescentes, que se pierden lentamente en el tiempo, y nos olvidan.
Una casa suburbana norteamericana pintada con barro. La casa se funde con los campos circundantes y se convierte en un hito natural, una loma, un "tell" mesopotámico, signo que la tierra recupera sus derechos, y que la herida sutura.
Una segunda casa suburbana, en un paisaje norteño invernal. El agua que se proyecta sobre la construcción cristaliza en un bloque de hielo. La casa desaparece; se convierte en un cubo perfecto, una forma inmaterial -y fugaz, sin embargo, cuando con el cambio de estación.
Sobre una tercera casa suburbana, un cajón de madera la envuelve. El agua que lo baña desde arriba, en invierno la transforma en una figura que se confunde con el cielo y el aire helados. En este caso la casa es habitable; pero invisible. Protege sin interferir con la naturaleza circundante.
Del techo cuelgan innumerables estrechas tiras de papel blanco, unas al lado de otras, que ocupan todo una espacio. Es imposible acceder, salvo si se disponen de tijeras con las que uno se puede abri paso y abrir un hueco donde quedarse. El espacio se va abriendo a medida que uno avanza. En el suelo, tiras de papel caídas, ruinas, que acaban por llenar el espacio, nuevamente, un montículo informe.
Las filmaciones de Pettena inciden en las mismas ideas: la arquitectura debe existir y desaparecer al mismo tiempo; debe de "estar" un tiempo, pero no oponerse al tiempo. La arquitectura que más se percibe y se admira rehuye el contacto humano. Solo es un decorado, una muestra de vanagloria, que solo volverá a tenr sentido en forma de traza (arqueológica), unas marcas que señalan que allí hubo vida, es decir, seres que nacieron, vivieron y desaparecieron; que vivieron plenamente, como seres naturales, seres que no quisieron perdurar en el tiempo a través de monumentos vacíos.
Pettena solo ha "construido" una casa: la suya, en la que plantas y animales pueden acceder. Hecha de "cañas y barro", se extinguirá tras la vida de Pettena. Se irá desmoronándose cuando ya no esté. Tan solo quedarán imágenes, también sometidas al paso del tiempo.
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