sábado, 1 de mayo de 2010
Kadim Al Sahir: Baghdad (2005)
Enviado por Caecilia Pieri.
http://en.wikipedia.org/wiki/Kathem_Al_Saher
viernes, 30 de abril de 2010
El arte, entre la ventana y la mirilla
Kant distinguió cuidadosamente entre el acto de mirar y el "acto" del mirón. En el primer caso, se trataba de mirar desapasionadamente, con indiferencia o indolencia (Kant utilizaba el adverbio desinteresadamente); en el segundo, con avidez y fruición. Quienes miraban lo hacían desganados -miraban sin ver, sin tener necesidades-, mientras que los mirones fruncían los labios de gusto y achinaban los ojos.
Hasta entonces, salvo en épocas de temor ante el arte (en Bizancio, bajo el influjo del temeroso islam ante las seducciones idolátricas, en el siglo VIII, y en paises calvinistas y luteranos, en el XVI, como reacción a la voluptuosa seducción del arte católico en el que las santas torturadas por las flechas de los ángeles tenían orgasmos) el arte había sido una ventana: una apertura hacia otro mundo, mucho más atractivo que el habitual. Un mundo transfigurado, poblado de ninfas y héroes -que ocasionalmente guiñaban el ojo a los espectadores-, en paisajes idílicos.
Pero Kant puso fin a tanta turbación. Y sentenció: el arte tenía que ser lo que no despertaba pasiones; la contemplación estética debía ser tibia, sin estar motivada por (o sin revelar, al menos) intereses particulares. Como si el arte no fuera verdaderamente con nosotros -aunque matizó algo esta ducha fría: las impresiones tenían que elevar el espíritu y hacer pensar (sin pretenderlo) a quienes no se disponían a reflexionar. La reflexión surgía de improvisto. Una manera, en el fondo, de seguir enfriando el entusiasmo casi físico que una obra de arte pudiera suscitar.
La vía para el arte moderno estaba abierta. Aunque el Romanticismo apareciera como una airada y pasional reacción a la tibieza kantiana (el arte tenía que sacudir, y era de buen gusto ponerse trágico ante las obras de arte), el arte, como fuente de placer, fue decayendo.
La abstracción, el arte sin cualidades -como Duchamp lo definió astutamente, que simbolizó el arte con una "Fuente", precisamente, consistente en un urinario público- por un lado, y el arte que no actúa como señuelo seductor (para llevar al espectador a otra parte, para arrebatarle los sentidos), que solo es lo que se ve en el lienzo (pigmentos y una tela, nada más), estaban cantados. El arte del siglo XX estaba marcado. La puritana anunciación kantiana -el arte que turba o que satisface tenía que cesar- se cumplió poco más de un siglo tras la Ilustración.
Sin embargo, en los años sesenta, algunos artistas (pop, principalmente) se rebelaron contra esta orden moral; donde se produjo una revolución pasional (e irónica, a lo Wilde, siguiendo el modelo de los relatos cortos decimonónicos -que se burlaban, aveces cruelmente, de las reacciones en boquita de piñón ante el arte de la sociedad victoriana-, Alicia en el País de las Maravillas y, sobre todo, A través del espejo, de Lewis Carroll) fue en la fotografía y el cine.
De esta época son películas como Peeping Tom -1960- o Blow Up -1966-, en las que un observador mira fascinado y obsesionado -hasta llegar a donde sea-, a través de no de una amplia ventana -la pintura como una ventana al mundo había dejado de ser creíble-, sino de un agujero, que le obliga a forzar la vista (y no solo la vista) para ver lo que no debería mirar pero que se escenifica para su gusto -culpable o no.
El arte recuperó temporalmente su caracter feriante: obra de un juego de manos, de prestidigitadores, de totiriteros ambulantes (que plantan sus bártulos en la plaza pública, y atraer y turban el orden público, según Platón), capaces de hacer creer en la existencia de cortinas de humo.
Entre estas obras de los años sesenta (1968) destaca una semi-olvidada (aunque premiada en Cannes) película de Joe Massot, Wonderwall (el Muro de las Maravillas), según un guión de Guillermo Cabrera Infante, con la nínfula Jane Birkin, y la extraña o "exótica" -de "otro" lugar- música de Georges Harrison (lo que dió lugar al primer disco en solitario de un miembro de los Beatles). Tras la recuperación y restauración de la película, en 1998, incluyó una canción -la "última" canción de los Beatles publicada-, "In the First Place", -en el primer lugar, el lugar donde se situa el protagonista para otear, a través de un agujero en el muro de las maravillas de su apartamento, lo que acontece y se despliega ante su ávida -y vergonzante- mirada "detrás de la pared -o el espejo".
jueves, 29 de abril de 2010
Patti Smith: Radio of Baghdad (2004)
Suffer not Your neighbor's affliction
Suffer not Your neighbor's paralysis
But extend your hand Extend your hand
Lest you vanish in the city And be but a trace
Just a vanished ghost And your legacy
All the things you knew Science, mathematics, thought
Severely weakened Like irrigation systems
In the tired veins forming From the Tigris and Euphrates
In the realm of peace All the world revolved
All the world revolved Around a perfect circle
City of Baghdad City of scholars
Empirical humble Center of the world
City in ashes City of Baghdad
City of Baghdad Abrasive aloof
Oh, in Mesopotamia Aloofness ran deep
Deep in the veins of the great rivers
That form the base Of Eden
And the tree The tree of knowledge
Held up its arms To the sky
All the branches of knowledge All the branches of knowledge
Cradling Cradling
Civilization In the realm of peace
All the world revolved Around a perfect circle
Oh Baghdad Center of the world
City of ashes With its great mosques
Erupting from the mouth of god Rising from the ashes like
a speckled bird Splayed against the mosaic sky
Oh, clouds around We created the zero
But we mean nothing to you You would believe
That we are just some mystical tale We are just a swollen belly
That gave birth to Sinbad, Scheherazade We gave birth
Oh, oh, to the zero The perfect number
We invented the zero And we mean nothing to you
Our children run through the streets
And you sent your flames Your shooting stars
Shock and awe Shock and awe
Like some, some Imagined warrior production
Twenty-first century No chivalry involved
No Bushido
Oh, the code of the West Long gone
Never been Where does it lie?
You came, you came Through the west
Annihilated a people And you come to us
But we are older than you You come you wanna
You wanna come and rob the cradle
Of civilization And you read yet you read
You read Genesis You read of the tree
You read of the tree Beget by god
That raised its branches into the sky Every branch of knowledge
Of the cradle of civilization
Of the banks of the Tigris and the Euphrates
Oh, in Mesopotamia Aloofness ran deep
The face of Eve turning What sky did she see
What garden beneath her feet The one you drill
You drill Pulling the blood of the earth
Little droplets of oil for bracelets Little jewels
Sapphires You make bracelets
Round your own world We are weeping tears
Rubies We offer them to you
We are just Your Arabian nightmare
We invented the zero But we mean nothing to you
Your Arabian nightmare
City of stars City of scholarship
Science City of ideas
City of light City
City of ashes That the great Caliph
Walked through His naked feet formed a circle
And they built a city A perfect city of Baghdad
In the realm of peace And all the world revolved
And they invented And they mean nothing to you
Nothing to you Nothing
Go to sleep Go to sleep my child
Go to sleep And I'll sing you a lullaby
A lullaby for our city A lullaby of Baghdad
Go to sleep Sleep my child
Sleep Sleep...
Run Run...
You sent your lights Your bombs
You sent them down on our city Shock and awe
Like some crazy t.v. show
They're robbing the cradle of civilization
They're robbing the cradle of civilization
They're robbing the cradle of civilization
Suffer not The paralysis of your neighbor
Suffer not But extend your hand
Labels:
Ciudades,
El sueño de una sombra,
Modern Art
Dos ejemplos de cómo la realidad deternmina el mundo ideal (y no al revés)
I.-
Los etruscos eran un pueblo itálico, situado entre Florencia y Roma, que dominó el centro de Italia entre los siglos VII y IV aC. Comerciaban con los griegos, asentados en las colonias del sur de Italia, o más lejos, en la Grecia continental, y los fenicios, antes de que todos cayeran bajo el dominio de Roma.
Pese a ser un pueblo continental, los etruscos, antiguamente conocidos también con el nombre de tirrenos, eran audaces navegantes (por el mar tirrenáico). Valientes y temidos: los piratas etruscos causaban pavor; su crueldad era legendaria. En una época donde las torturas no sorprendían, lo que los etruscos eran capaces de llevar a cabo hacía temblar a los más templados: ataban a los prisioneros de pies y manos a un cadáver situado a sus espaldas. Los gusanos y la putrefacción lentamente llagaban e infectaban a los prisioneros que fallecían tras meses de agonía.
Esta escena, real o inventada -sin duda, basada en, al menos, algunos casos reales- rondaba el imaginario del horror antiguo. Y se convirtió en el emblena de las penalidades de los seres vivos, imposuibilitados de huir de una horrísona condición que lentamente les consumía entre atroces dolores. Imagen impactante a la que Aristóteles (en un comentario citado por Cicerón y conocido a través de San Agustín) recurrió para describir vivamente la suerte del alma unida, atada al cuerpo como los prisioneros sometidos a la "tortura etrusca". Ni en las peores pesadillas platónicas u órficas -según sostienen los estudiosos- el devenir del alma estuvo presentado de manera tan gráfica y negativa.
La condición anímica (y el sueño de su liberación de una vida mortífera) no fue una invención platónica (y aristotélica) sino la directa translación de lo que los seres humanos somos capaces de emprender para aniquilar la humana condición de nuestros semejantes.
II.-
La abstracción en el arte, a principios del siglo XX, tuvo causas diversas: desde la simplificación, la esquematización, la geometrización de las formas naturales (cuya imagen mimética ya no la proporcionaba la pintura o el dibujo sino la fotografía) hasta la intencionada representación de lo que rebullía justo debajo de las formas -corrientes de energía- o justo por encima -formas geométricas. Causas también religiosas: la deformación impuesta a las representaciones naturalistas no estaba exenta de la condena de la imagen mimética, excesivamente seductora, propia de culturas puritanas (protestantes, calvinistas y luteranas, por un lado, y ortodoxas, por otro).
Sin embargo, en ningún caso se condenaba a la naturaleza, sino solo a determinadas representaciones juzgadas peligrosas por demasiados atractivas.
La llamada Gran Guerra asoló Europa. En las trincheras pereció toda una generación. Los primeros bombardeos aéreos asolaron ciudades, asediadas, por otra parte, desde tierra.
Paul Klee escribió unos años más tarde:
"El corazón que ha vibrado para el mundo que nos rodea se halla, en mi interior, como golpeado hasta la muerte. Abandonados los parajes de aquí abajo para partir a reconstruirlos del otro lado, en una región más allá que puede, al menos, existir intacta. Abstracción".
La abstracción fue aquí -quizá en todas partes- una huida del mundo (y no de su imagen naturalista). Huida porque el mundo había sido torturado. porque el mal se había instalado, quedando indemne solo el éter.
La reivindicación del mundo de las ideas, en Aristóteles (¿y en Platón, tras comprobar las refinadas torturas a las que Dioniso de Siracusa, en cuya corte estuvo Platón tres veces, sometía a los prisioneros en las canteras cercanas?), fue un grito en contra del horror mundano; la abstracción de Klee, un abandono horrorizadso de un mundo sensible arrasado. El cielo, en ambos casos, aparece como un refugio (contra el pesimismo).
El idealismo -y la abstracción- no están marcados por un sentimiento de horror ante las seducciones del mundo, sino por una voluntad de escapar al horror del mundo, al mundo asolado por nosotros. El mundo de las ideas es una reivindicación de la entereza, de la unidad del mundo quebrada. Una reacción ante lo que nos rodea -para volver a un mundo originario supuestamente entero.
Los etruscos eran un pueblo itálico, situado entre Florencia y Roma, que dominó el centro de Italia entre los siglos VII y IV aC. Comerciaban con los griegos, asentados en las colonias del sur de Italia, o más lejos, en la Grecia continental, y los fenicios, antes de que todos cayeran bajo el dominio de Roma.
Pese a ser un pueblo continental, los etruscos, antiguamente conocidos también con el nombre de tirrenos, eran audaces navegantes (por el mar tirrenáico). Valientes y temidos: los piratas etruscos causaban pavor; su crueldad era legendaria. En una época donde las torturas no sorprendían, lo que los etruscos eran capaces de llevar a cabo hacía temblar a los más templados: ataban a los prisioneros de pies y manos a un cadáver situado a sus espaldas. Los gusanos y la putrefacción lentamente llagaban e infectaban a los prisioneros que fallecían tras meses de agonía.
Esta escena, real o inventada -sin duda, basada en, al menos, algunos casos reales- rondaba el imaginario del horror antiguo. Y se convirtió en el emblena de las penalidades de los seres vivos, imposuibilitados de huir de una horrísona condición que lentamente les consumía entre atroces dolores. Imagen impactante a la que Aristóteles (en un comentario citado por Cicerón y conocido a través de San Agustín) recurrió para describir vivamente la suerte del alma unida, atada al cuerpo como los prisioneros sometidos a la "tortura etrusca". Ni en las peores pesadillas platónicas u órficas -según sostienen los estudiosos- el devenir del alma estuvo presentado de manera tan gráfica y negativa.
La condición anímica (y el sueño de su liberación de una vida mortífera) no fue una invención platónica (y aristotélica) sino la directa translación de lo que los seres humanos somos capaces de emprender para aniquilar la humana condición de nuestros semejantes.
II.-
La abstracción en el arte, a principios del siglo XX, tuvo causas diversas: desde la simplificación, la esquematización, la geometrización de las formas naturales (cuya imagen mimética ya no la proporcionaba la pintura o el dibujo sino la fotografía) hasta la intencionada representación de lo que rebullía justo debajo de las formas -corrientes de energía- o justo por encima -formas geométricas. Causas también religiosas: la deformación impuesta a las representaciones naturalistas no estaba exenta de la condena de la imagen mimética, excesivamente seductora, propia de culturas puritanas (protestantes, calvinistas y luteranas, por un lado, y ortodoxas, por otro).
Sin embargo, en ningún caso se condenaba a la naturaleza, sino solo a determinadas representaciones juzgadas peligrosas por demasiados atractivas.
La llamada Gran Guerra asoló Europa. En las trincheras pereció toda una generación. Los primeros bombardeos aéreos asolaron ciudades, asediadas, por otra parte, desde tierra.
Paul Klee escribió unos años más tarde:
"El corazón que ha vibrado para el mundo que nos rodea se halla, en mi interior, como golpeado hasta la muerte. Abandonados los parajes de aquí abajo para partir a reconstruirlos del otro lado, en una región más allá que puede, al menos, existir intacta. Abstracción".
La abstracción fue aquí -quizá en todas partes- una huida del mundo (y no de su imagen naturalista). Huida porque el mundo había sido torturado. porque el mal se había instalado, quedando indemne solo el éter.
La reivindicación del mundo de las ideas, en Aristóteles (¿y en Platón, tras comprobar las refinadas torturas a las que Dioniso de Siracusa, en cuya corte estuvo Platón tres veces, sometía a los prisioneros en las canteras cercanas?), fue un grito en contra del horror mundano; la abstracción de Klee, un abandono horrorizadso de un mundo sensible arrasado. El cielo, en ambos casos, aparece como un refugio (contra el pesimismo).
El idealismo -y la abstracción- no están marcados por un sentimiento de horror ante las seducciones del mundo, sino por una voluntad de escapar al horror del mundo, al mundo asolado por nosotros. El mundo de las ideas es una reivindicación de la entereza, de la unidad del mundo quebrada. Una reacción ante lo que nos rodea -para volver a un mundo originario supuestamente entero.
The Jam: In the City (1977)
In the city there's a thousand things I want to say to you But whenever I approach you, you make me look a foolI wanna say, I wanna tell you About the young ideas But you turn them into fears In the city there's a thousand faces all shining bright And those golden faces are under 25 They wanna say, they gonna tell ya About the young idea You better listen now you've said your bit-a And I know what you're thinking You still think I am crap But you'd better listen man Because the kids know where it's atIn the city there's a thousand men in uniforms And I hope the never have the right to kill a man We wanna say, we gonna tell ya About the young idea And if it don't work, at least we said we've tried In the city, in the city In the city there's a thousand things I want to say to you
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Modern Architecture,
Modern Times
La pervivencia de los mitos: El mito del andrógino, de Aristófanes, contado por Platón en El banquete
Jéssica Jaques (filósofa, teórica de las artes, y profesora titular de filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona) impartió ayer dos clases magistrales sobre arte y arquitectura en la clase de Estética de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB): Goodman, Kant y la teoría del arte y la arquitectura, y una segunda sesión dedicada a la imagen de la mujer en Picasso, centrada en un interpretación deslumbrante del retrato de Gertrude Stein.
Entre otros muchos temas tratados, la noción de obra de arte como fuente inagotable de variaciones en culturas y épocas diversas (variaciones creadas por artistas sucesivos e interpretaciones distintas, en ocasiones opuestas, aportadas por el público que dota de sentido -o descubre un sentido determinado hasta entonces oculto- a las obras, tanto antiguas cuanto modernas) fue central en su explicación.
A fin de ilustrar la pervivencia, riqueza y fecundidad de las verdaderas obras de arte (capaces de inspirar o alumbrar obras que en apariencia poco tienen que ver con la obra original), mostró la filmación siguiente que versionea un fragmento central del diálogo platónico El Banquete o Simposio, en el que Aristófanes cuenta el nacimiento del amor (tema que cada uno de los asistentes al banquete deben tratar).
Enmudecimos.
La clase concluyó con esta filmación:
Entre otros muchos temas tratados, la noción de obra de arte como fuente inagotable de variaciones en culturas y épocas diversas (variaciones creadas por artistas sucesivos e interpretaciones distintas, en ocasiones opuestas, aportadas por el público que dota de sentido -o descubre un sentido determinado hasta entonces oculto- a las obras, tanto antiguas cuanto modernas) fue central en su explicación.
A fin de ilustrar la pervivencia, riqueza y fecundidad de las verdaderas obras de arte (capaces de inspirar o alumbrar obras que en apariencia poco tienen que ver con la obra original), mostró la filmación siguiente que versionea un fragmento central del diálogo platónico El Banquete o Simposio, en el que Aristófanes cuenta el nacimiento del amor (tema que cada uno de los asistentes al banquete deben tratar).
Enmudecimos.
La clase concluyó con esta filmación:
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