martes, 5 de octubre de 2021

¿Qué es la arqueología?

Aunque la palabra arqueología es un término compuesto con dos palabras griegas comunes, dicha palabra, arqueología, no existe en griego ni en latín, sino que se trata de una palabra forjada en el barroco.

Literalmente , arqueología significa: la palabra cierta, que dice la verdad- sobre los fundamentos o principios, sobre lo primero: arjé-logos

En efecto, logos se traduce por palabra que cuenta hechos ciertos y demostrables -oponiéndose a mythos, que significa palabra que también cuenta hechos realmente acaecidos pero cuya existencia no puede ser verificada porque acaecieron en un tiempo antes del tiempo, el tiempo de los héroes- acerca de los orígenes. 

Arjé, en efecto, significa, en primer lugar, lo que está delante; es decir, lo evidente, lo que no se puede obviar ni negar; lo que se muestra o se revela, y que, en tanto está ante o delante de nosotros, nos llama, se relaciona con nosotros y, desde luego, sucede o ha sucedido antes de que estuviéramos delante. El arjé nos llama la atención. De ahí que arjé haya adquirido los significados de principio, origen y fundamento. Designa lo que existe antes que cualquier cosa, y que está n el origen de cualquier ser, ente o fenómeno. El mundo no se entiende sin los arjai. Éstos dan cuenta de la realidad del mundo, de su permanencia y durabilidad. Arjé es la razón del mundo que nos rodea. Y esta razón está oculta, si bien se piensa que se podrá desvelar.

La arqueología busca las raíces de las cosas, de los asentamientos humanos, busca las pruebas, las trazas de nuestro estar en el mundo. La arqueología persigue, por tanto, lo que ya no está delante de nosotros: lo que busca está oculto, sepultado. El arqueólogo excava, se adentra en la tierra, ahonda en el misterio de las cosas invisibles. Busca huellas, indicios que lleven a conclusiones ciertas sobre el ser humano, su presencia, sus gestos y gestas, en un lugar determinado. El arqueólogo inicia un viaje en el tiempo. Pero su búsqueda sigue dos directrices: vertical, descendente, pero también horizontal, buscando establecer relaciones entre distintos yacimientos, entre distintos niveles de ocupación.

Sin embargo, lo que la arqueología pone al descubierto son superposiciones de ocupaciones. Un nuevo asentamiento se basa, se asienta -y sepulta- en uno anterior, que le sirve de fundamento o cimiento. Los asentamientos ocupan un mismo lugar, y los que los preceden dan sentido a los nuevos. Lo que la arqueología revela son discontinuidades. Entre los niveles nada aparece. Las catas son capas vacías, sin presencia humana registrable, demostrable, separadas por marcas de ocupación. Las capas se relacionan o no. A medida que el arqueólogo se adentra se encuentra con trazas más ínfimas y desconectadas, con fragmentos, los últimos testimonios del pasado. La línea del tiempo solo registra cortos intervalos. Entre éstos, el silencio. 

El saber, o la historia, está constituido por una inestable superposición de niveles que no siempre guardan relación alguna entre ellos, separados por capas de olvido: de destrucciones de pruebas, de abandonos, de tierras yermas, que nunca acogieron vida. El arqueólogo registra más pérdidas, más blancos, silencios y ocultamientos, que presencias. La historia lineal, en la que cada paso se nutre de pasos anteriores, se revela falsa. Solo se perciben discontinuidades, fracasos,  inicios que no prosperan y, sobre todo destrucciones: causas naturales y humanos se ensañan para borrar toda traza humana. Un yacimiento es un texto en parte ilegible, en el que faltan palabras, perdidas definitivamente. Las pocas que quedan parecen transcribir un lenguaje indescifrable.

Mas estas trazas activan la imaginación. La arqueología es la gran creadora de la historia del pasado, en el que se alternan y se suceden capítulos que parecen ocupar su sitio, encajando perfectamente. La arqueología es el "paradigma" o modelo de toda creación: persigue indicios con los que armar historias, que se crean, se corrigen y se borran incesantemente tras cada nuevo descubrimiento, en pos de un inalcanzable origen, pues la arqueología parte de la hermosa y posiblemente falsa creencia que, un día, en un lugar, existió un origen que dé cuenta de lo que somos y de dónde nos encontramos. La arqueología busca un espejo (roto) dónde mirarnos y descubrir quienes somos.       

2 comentarios:

  1. La cuestión es que el arjé no es solo lo que está delante, sino la apariencia de lo que está ahí y hay que buscar. Pero no basta buscar, hay que hilar, recabar datos y compararlos con otros. El arjé siempre tiene pendiente un lógos que hoy llamaríamos interpretación. La arqueología, que es hoy día una disciplina o ciencia copartícipe de otras ciencias y técnicas, está en el camino de intentar restaurar para nuestra comprensión el máximo de información y vida sobre culturas eliminadas. Y no es lo mismo excavar en una Pompeya cuya fatalidad a la corta (año 79) supuso destrucción pero a la larga un cúmulo de información, como nos sorprende día a día, que un castro celtibérico en lo más agreste de una montaña o una ciudad enterrada en la Anatolia, proveniente incluso del Neolítico. La arqueología busca ese espejo, pero tal vez el problema es que no sabemos interpretar un pasado antiguo sin las referencias humanas presentes. Siempre nos equivocaremos y acaso la arqueología (la paleontología, la antropología) siempre suponga aproximaciones. Pero merece la pena.

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    1. Es muy cierto. Solo podemos interpretar desde nuestro punto de vista, nuestro entorno, nuestros conocimientos, asumiendo una parte de extrañeza que posee lo que estudiamos pero no entendemos. Entre el pasado y nosotros siempre quedará un vacío que no podremos colmar, pero que tenemos que acotar, comparando, relacionando, en efecto, con otros datos.
      Pompeya difiere de otros yacimientos porque nunca se construyó sobre sus restos, las capas que conforman un yacimiento no existen en este caso. La historia no se reconstruye a través de los estratos, sino a través de unas piezas que componen un puzzle, más fácil de recomponer, y quizá más perturbador porque la destrucción no pudo ser prevista y fue sin embargo inevitable, superando las capacidades defensivas y ofensivas humanas. Seres humanos atrapados por el tiempo
      Muchas gracias por su reflexión

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