Tras Platón, Aristóteles también reflexionó sobre el espacio. El libro cuarto de la Física está dedicado a esta categoría, y cita varias veces el Timeo platónico, fuente básica para un conocimiento sobre la imagen del espacio en la Grecia antigua.
Si Aristóteles emplea, al menos un vez, el mismo término que Platón (chôra) par designar lo que hoy traducimos por espacio, recurre más bien a la palabra topos, que significa tanto lugar propio como, a través del latín spatium -que deberemos mencionar qué significa en verdad en una próxima "entrada"-, espacio genérico.
Aristóteles parece estar de acuerdo con la concepción platónica de espacio, lo que algunos estudiosos corroboran. Aristóteles, en efecto, recurre a una imagen mítica del espacio (208b). Al igual que para Platón, el espacio -que llama topos- es la diosa primordial Chaos, descrita por Hesiodo en los primeros versos del largo poema cosmogónico Teogonía. Toda vez que Chaos significa herida o apertura, y se refiere a la materia o diosa primordial que se abre para alumbrar a los primeros dioses, Chaos es semejante a las diosas madre acuáticas orientales, a las que Platón posiblemente aludiera cuando comparaba el espacio a una gran matriz.
Pero, una vez establecido este parecido, la concepción de Aristóteles se desmarca de la Platón: es inversa. Así, para Platón, el espacio era el generador de los seres: los alumbraba. El espacio era como una gran matriz, una cuna o una casa en la que los seres nacían y vivían. El espacio era lo que permitía que los seres vivieran: este espacio no era genérico o propio, sino personal.
Para Aristóteles también existía el espacio personal. Pero éste no estaba en el origen de los seres sino que constituía el lugar al que se retornaba. así, las cosas tendían, en función de su naturaleza aérea, acuática, ignea o terrosa, hacia lo alto o la bajo, la diestra o la siniestra del espacio concebido como una gran matriz. El espacio no se daba, sino que se conquistaba. Los seres vivientes debían ganarse su propio lugar. Tendían siempre hacia un lugar afín; éste era casi un sueño, No se alcanzaba nunca pero no se dejaba de aspirar a él. Los seres no permanecían en el espacio, sino que se desplazaban hacia él. El lugar propio, el lugar dónde morar, donde estar para siempre, estaba lejos pero toda la vida tendía, aspiraba a este Eldorado.
Del mismo modo que el paraíso cristiano no estaba en los inicios del tiempo y de los seres sino que era un sueño al que e llegaba tras una vida -lugar de reposo eterno-, el espacio aristotélico, concebido, como Platón, como el lugar de la vida verdadera, se alcanzaba, o se vislumbra, tras una búsqueda incesante, una vida plena. El lugar llamaba a los seres aunque no se imponía en modo alguno. No era un espacio coercitivo sino liberador. el espacio donde descansar al fin.
lunes, 2 de mayo de 2016
La concepción del espacio en la Grecia antigua, II: el retorno a la Madre
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Excelente!
ResponderEliminarTenía para mí que el término topos se asociaba, tanto en el pensamiento de Aristóteles como en una de las nociones fundamentales del espacio, con to pleon, esto es, con lo lleno. Así cada cosa o fenómeno tenía la propiedad de un topos.
El término chora o jora designa, en cambio, lo vacío, lo disponible. En las ciudades antiguas, chora era el ejido, el espacio circundante a las murallas liberado de todo obstáculo a la defensa.
Uno de los pocos lujos de mi vida lo tuve reflexionando estas cosas ante el stadion de Olimpia.
Saludos desde Montevideo
Parece que, para Aristóteles, el Chaos se entiende como un "vacío lleno", pletórico, dispuesto a dar a luz a entes y seres. Sería anterior a todo lo creado, por lo que se concebiría como un vacío, como lo que precede, y anuncia, la llegada de los seres.
EliminarMuchas gracias por el hermoso y esclarecedor comentario.