sábado, 6 de agosto de 2016

Arte y arquitectura

La palabra ciudad viene del latín cives (ciudadano). El griego polis, que se suele traducir por ciudad, significa en realidad comunidad o conjunto de ciudadanos. Ls ciudad propiamente dicha, las construcciones, se decía en griego astû, y esta palabra deriva de un radical indoeuropeo WEI, que significa morar, permanecer, y que se halla también en el tiempo pasado del verbo ser en inglés (was). Es decir, incluso las construcciones materiales, los edificios  se designaban por el tipo  de "acciones" que acogían: la protección del ser. Una ciudad no era una amalgama de obras sino un espacio donde estar, vivir.

La arquitectura es el "arte" de habilitar un lugar donde estar "bien". Son espacios donde proyectarse, son proyectos de vida. El hombre ya se ve viviendo en estos espacios.
La arquitectura y la ciudad pueden estar construidas físicamente, pero las imágenes plásticas, "performativas", musicales y literarias también pueden mostrar o crear espacios en los que uno se ve viviendo bien. Espacios modelicos que pueden aparecer como un sueño o un ideal hacia el que pueden tender nuestros espacios cotidianos. Se puede vivir (bien o mejor) en sueños, se sueña con una vida mejor que ciertas imágenes artísticas alientan.

No existe así diferencia entre arte y arquitectura, entre la obra de arte y la obra arquitectónica. Pese a las diferencias técnicas, materiales, constructivas, ambos tipos de obra tienen como fin evocar un mundo mejor o constituirse en un espejo donde proyectarse o donde verse, ver cómo vivimos "en realidad".

Las obras de arte tienen que experimentarse, vivirse, interpretarse. Los sentidos, la imaginación, la razón deben colaborar para hacernos sentir y entender lo que la obra significa o creemos o queremos que significa.

En tanto que la arquitectura es un arte, la arquitectura debe teorizarse, es decir debe ser interpretada, mirada "intensamente", mirase "bien" para descubrir las ideas que evoca, los modos de vida que suscita o aporta, los modelos de saber estar en el mundo que encierra.

No puede haber arquitectura sin teoría, pues para que la arquitectura pueda ser un modelo de vida debe ser equiparada con el arte el cual solo adquiere sentido o libra éste cuando es contemplado y juzgado, interpretado.
La teoría funda la arquitectura. La obra de arquitectura se construye cuando se piensa, no cuando se levanta físicamente. Eso solo es construccion, una obra que "no levanta cabeza", que no "mira más allá", hacia el más allá, el mundo de los espíritus, el mundo espiritual o ideal. 
Una construcción no "da qué pensar"; no ofrece ninguna "visión" del mundo, no invita a relacionarse mejor con el mundo -o a retirarse. Arquitectura es una construcción (plástica, musical, teatral o edilicia) que apela a una visión atenta, a teorizar. Hacer arquitectura es ver el mundo de tal manera que se proyecta o se imagina un espacio de convivencia, de acogida o recogida.
La teoría "es" arquitectura.


2 comentarios:

  1. "La teoría funda la arquitectura"
    Me hubiera gustado mucho poder proferir esto cuando daba clases. Ahora es tarde, por supuesto. Pero es un consuelo poder leerlo aún.
    Saludos desde Montevideo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por el comentario.
      Hubo un tiempo, entre 1970 y 2012, en que la escuela de arquitectura de Barcelona se caracterizó por un cuerpo docente de filósofos, teóricos e historiadores muy relevante. Perdonas o personalidades como José Quetglas, Ignacio de Solá Morales, Xavier Rubert de Ventós, Félix de Azúa, Ferran Lobo, Eugenio Trias, Eduardo Subirats, etc. lograron que sus clases fueran seguidas no sólo por alumnos de arquitectura sino también de bellas artes, filosofía, historia...
      Incluso Rafael Moneo brillaba no como "simple" proyectista sino como historiador y teórico.
      Se jubilaron, fallecieron, partieron.
      La dirección suprimió la estética.
      Se potenció las asignaturas técnicas pues un arquitecto en España es responsable durante diez años de todo lo que se construye.
      La teoría ha decaído. Con la jubilación próxima de José María Rovira se cerrará para siempre toda una época.

      La nota positiva es que, por fin, en el departamento de proyectos ha entrado una generación nueva de arquitectos, entre 30 y 45 años -que pone fin a la vieja guardia capitaneada por Oriol Bohigas e incluso antes por Rafael Moneo- que, ya sea porque tuvieron a aquellos pensadores de profesores, ya sea porque la construcción ha cesado en España y porque se ha vuelto a pensar en el papel de la arquitectura en la vida, suplen la menguante teoría aunque no pueden abstraerla de casos prácticos.

      Desde que era estudiante me he preguntado acerca del lugar, la importancia o la necesidad de la teoría del arte en arquitectura y creo que es necesario o conveniente volver cada año a pensar en el encaje de la teoría en los estudios de arquitectura y en sí deberían liderarlos. Cada gesto del proyectista debería responder a una visión, a un "pensamiento" -que pensara en qué aporta y en cómo mejora la vida, cómo interpreta obras anteriores, a fin de marcar continuidades y diferencias con obras del pasado, con vidas anteriores.

      Gracias de nuevo

      Eliminar