viernes, 19 de agosto de 2016

El tamaño...














Fotos: construcciones de los años 50, de la época de la filmación "Pandora y el holandés errante" con Ava Gadner, en Tossa de Mar. Fotos, Tocho, julio 2016

Existen edificios en pueblos de la costa española, construidos en los años cincuenta, de volúmenes sencillos enlucidos, con añadidos de delgados tubos de hierro negro que componen barandillas, barras de toldo , mástiles, soportes de anuncio, tan finos y aéreos como las primeras figuras de alambre de Calder, y aplacados de piedra que no esconden lo que son, que envuelven o remarcan alguna parte del edificio, a modo de modesto guiño, un recuerdo irónico de los torreones de cuento. Una arquitectura, que sugiere desenfado y abandono, de siesta y relajo -pero funcional, eficaz y resistente al tiempo y el olvido-, capaz aún de evocar imágenes irreales de vacaciones de estío, como las películas de Jacques Tati.

Existe la arquitectura de los recientes campos de golf, cercanos a la costa española también, "diseñada por prestigiosos y multi premiados arquitectos", que busca "realizar un complejo impactante y que se integrara en el paisaje circundante constituido básicamente por dos campos de golf. Uno de los objetivos prioritarios de este proyecto fue disminuir en la medida de lo posible el impacto de esta edificación en el entorno [una construccion impactantes que no impacta, algo solo al alcance de los dioses]. Así [en el caso del hotel] se pensó en una construcción curvada con la finalidad de provocar una sensación de recorrido temporal" (sic, y en efecto, hay que andar y andar en entradas dignas de centros comerciales y aeropuertos; de los textos promocionales del Resort PGA de Caldes de Malavella), y que amontona ante la entrada pórticos, gruesas jacenas, voladizos imposibles y desmesurados paramentos de vidrio en superficies blancas con una faja de listones de madera, un "vocabulario" definido hace años por arquitectos californianos, pero con formas aún más pesadas, en volúmenes desconjuntados de varias alturas y cuerpos de centenares de metros cuadrados, que cumplen la misma función que los platos para ogros, cuadrados u ondulados, de ciertos restaurantes modernos: ser un signo visible y reconocible que estamos ante un restaurante moderno y por tanto muy caro, o en una urbanización al alcance de muy pocos bolsillos entre campos escoceses en medio de secarrales. Arquitectura de premio, sin duda 




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