domingo, 25 de diciembre de 2016

El niño dios

 Tages, dios-niño etrusco


Dios-niño fenicio

Harpócrates, dios-niño egipcio ptolemaico


Sileno con Dionisos de niño


Jesús, el niño cristiano


La mayoría de los dioses paganos nacían y morían (antes de renacer). Pasaban por las tres etapas de la vida, infancia, edad adulta y anciandad. Tras desaparecer, a menudo tras una muerte violenta que implicaba una desmembración, reaparecían al año siguiente, anunciando el año nuevo, año que empezaba como el primer año de la historia, el año original, originario, el año de la creación del mundo.
Se conocen dioses paganos representados en distintas fases de su vida, particularmente Apolo, Hermes y Dionisos (cuyas imágenes, quizá no casualmente, están en el origen de la imagen de Jesús) . Pero, incluso en estos casos, los dioses de niño eran distintos de los dioses ya adultos aunque su personalidad ya estaba determinada. El niño Apolo, nacido en la isla de Delos, era más juguetón que el Apolo adulto, pero era también tan imprevisible e inquietante como el Apolo que fundara su santuario en Delfos.
Eran casi dioses distintos.
Los dioses de niño eran dioses-niño o niños-dioses, dioses que siempre eran niños, cuya naturaleza era la de un niño. En ocasiones, habían brotado de las entrañas de la tierra para anunciar a los hombres una nueva era o entregarles un libro sagrado. Tal era el papel que cumplía un dios infante en Fenicia o Tages en Etruria. Horus, en el Egipto faraónico (llamado Harpócrates, bajo los Ptolomeos) fue siempre un niño. No evolucionó, no creció nunca.
El dios cristiano también fue un niño, y así fue representado. Pero la niñez fue concebida como una fase de la vida. No fue siempre un niño. Fue un dios que nació, creció y murió, sin que se marcasen fases reconocibles. Fue un dios en constante evolución. Cada imagen suya era significativa. El hijo de dios, pese a ser un hijo, nunca tuvo una imagen característica. La única que lo define es la de un ser humano, necesariamente sometido a un cambio -crecimiento y decrepitud- constante.  Los dioses paganos fueron niños, niños sabios. El dios cristiano fue un hombre y, por tanto, hubo un tiempo en que fue un niño; niño particularmente dotado, como demostró ante los sabios del templo, sabiduría que sorprendió precisamente porque los niños humanos no suelen tener semejante sabiduría.

El dios cristiano no fue superior a los dioses paganos. fue distinto. Es cierto que Nietzsche consideraba que el dios cristiano era una manifestación degenerada de los dioses paganos, mientras que el filósofo español Eugenio Trías, siguiendo a Hegel, pensaba que los dioses se crecieron en la historia, desde los dioses reducidos a elementos naturales de las religiones "primitivas" hasta el dios espíritu islámico, superior al dios portavoz humano cristiano. Pero, en verdad, lo que el dios cristiano mostró es que los dioses son como los humanos: pasan por la vida, el tiempo los crece y los mortifica, si bien la destrucción que el tiempo causa debe ser asumida y aceptada por los humanos ya que incluyo destruye a los dioses. Quizá sea ésta la razón del dios cristiano: evitar cualquier esperanza ilusoria de escapar al tiempo, asumir que somos seres en el tiempo, mortales.

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